El otro día hablaba con un amigo de los tiempos de la lucha social de los años setenta del siglo pasado en España. Estaba decepcionado y pensaba como una persona que había sido derrotada. Y cuando hablaba de la juventud de hoy lo hacía con decepción. Un gran error de todas las generaciones mayores de sesenta años, que siempre creen que su época fue la mejor. Concluía con ciertas muestras de dolor ideológico que ya había abandonado la idea de cambiar el mundo. En su comportamiento había varios errores. Primer error: Creer que la política lo es todo o que la lucha de clases lo es todo. No tener en cuenta que la lucha por la producción, la lucha por la ciencia y la lucha por el arte y la cultura en general son luchas transformadoras. Ignorar que de todas las luchas desde una perspectiva marxista o materialista la lucha por la producción es la principal. Y al comportarse así, al comportarse de un modo que hace de la lucha política la lucha principal y concebirla como el todo, ideológicamente se muestra como un pensador extremadamente unilateral y metafísico, aunque él se considera “un pensador dialéctico”. Históricamente ignora que desde 1980, desde que Deng Xiaoping denegó del socialismo pobre, esa concepción pasó al basurero de la historia.