Durante los últimos 20 años, periodo ascendente e imparable de la globalización, el individualismo no ha cesado de prodigarse, desarrollarse y afianzarse. El individualismo no debe entenderse solo como pura ideología, sino también como práctica social. Además, la ideología como sistema de creencias, de valores e ideales conforma la conciencia, y esta a su vez repercute en los modos de actuación. La ideología forma parte de la práctica o se transforma en conciencia práctica. De todos modos, habría que analizar los cambios de forma que se han producido en las relaciones económicas entre los seres humanos, y que han dado como resultado este efervescente y todopoderoso desarrollo del individualismo.