Vivimos en un mundo enajenado. La globalización ha hecho que las fuerzas espontáneas del mercado nos dominen cada vez más. El pensamiento se queda siempre rezagado con respecto a los hechos. El concepto de planificación se ha vuelto importante, pero en el sentido de que sea el pensamiento el que anteceda a los hechos. Cuando el pensamiento acude después que se han producido los hechos, solo tiene un efecto paliativo, no preventivo. La pandemia ha puesto sobre la mesa la necesidad urgente de que el pensamiento anteceda a los hechos, pero también lo puso de manifiesto la crisis financiera que se inauguró en 2007.