domingo, 9 de marzo de 2025

El mundo multipolar ha llegado por fin a su plena realización

 

La llegada de Trump al gobierno de EEUU ha logrado que el mundo multipolar haya llegado por fin a su plena realización. Debemos defender la concepción materialista de la historia según la cual Trump es un producto de la época y tendencias históricas actuales, y no al revés, como si el mundo de hoy con su colosal explosión de contradicciones fuera obra de Trump. Es un error monumental caricaturizar a Trump. La concepción geopolítica antigua, dominante cuando Biden era presidente de EEUU y dominante igualmente en los actuales dirigentes de la Unión Europea, de hacer de Rusia el enemigo principal, como si todavía estuviéramos en un mundo bipolar, ha pasado a mejor vida. Ese mundo ha llegado a su fin, aunque, como siempre, en lo nuevo quedan huellas de lo viejo.  Europa, en sus viejas contradicciones con Rusia, ya no es el centro del mundo, ahora lo es Asia: China, India, Japón, Corea, Singapur, Taiwán, y algunos países más. El mundo, o grandes áreas del mundo, se ha vuelto más feudal y, por consiguiente, más religioso, hasta el punto que muchas naciones expresan sus intereses políticos como intereses religiosos. No hay que olvidar que la sociedad civil estadounidense también es muy religiosa. Es el consuelo de una sociedad donde la violencia, fruto en parte por la libertad que tienen los ciudadanos de portar armas, forma parte intrínseca de su vida civil.  La historia no siempre, al menos en algunos ámbitos, marcha hacia adelante, en ocasiones se producen periodos de franco retroceso.  Y actualmente, junto al enorme progreso tecnológico, vivimos un claro proceso de retroceso civilizatorio. En el ámbito de las ciencias naturales vamos muy bien, sin embargo, en el ámbito de las ciencias sociales, políticas e históricas vamos bastante mal.

miércoles, 5 de marzo de 2025

La interrelación entre percepción y concepto

 

Cuando estudiamos psicología del conocimiento, lo hacemos estudiando de forma separada cada función psicológica: sensación, percepción, atención, memoria, lenguaje y pensamiento. Pero en la realidad estas funciones no se dan en el sujeto de forma separada, sino de forma conjunta e interrelacionada. Siempre hay que tener en cuenta que el desarrollo de una de las funciones psicológicas modifica a las otras funciones psicológicas. Por ejemplo, una aguda y detallada memoria modifica los rendimientos de la percepción y del concepto. Otro ejemplo: las emociones mejoran el rendimiento de la memoria. Pero además de estas funciones psicológicas superiores, en el sujeto se dan también otras fuerzas subjetivas de nuestra actividad mental o espiritual: la voluntad, los intereses, las necesidades, la ambición, la disciplina, la sensibilidad, las ilusiones, los sueños, la naturalidad, la espontaneidad, el nerviosismo, la empatía, la sociabilidad, la delicadeza, la finura, la elegancia y un largo etcétera.

martes, 4 de marzo de 2025

Cuando la realidad desborda al concepto

 

Recientemente un círculo de pensadores debatía acerca del sentido práctico. Al momento empezó el periodo de etiquetación: nombramos a personas a las que considerábamos muy prácticas y a personas que considerábamos poco prácticas. Pero al instante yo hice una advertencia: Todo hay que relativizarlo. Podemos catalogar a la persona A de poco práctica, pero resulta que   en otros ámbitos no considerados por nosotros resulta que la persona A tiene un sentido práctico muy desarrollado. Y al revés: puede que una persona B a la que catalogamos como muy práctica, solo lo sea en ámbitos muy reducidos. Puede resultar que su pareja o su hija caiga enferma y necesite hospitalización y la persona B se muestre muy torpe o poco resolutivo. Así que siempre hay que relativizar. Hay que evitar ponerle etiquetas a las personas que nos haga creer que son válidas en todas las ocasiones y que lo son para siempre. Es una forma muy cómoda y poco comprometida encapsular al otro bajo una etiqueta. Como si la persona en cuestión no cambiara dependiendo de las situaciones y de la época de su vida. Es un error no ver que todas las personas cambian y que nosotros seguimos teniendo de ellos la misma representación. En este caso somos poco perceptivos y no captamos los pequeños cambios que se producen en el otro. Tendemos a ser metafísicos: empleamos los mismos esquemas de hace años. No vivimos en la época feudal china, donde nada cambiaba en el cielo ni en la tierra durante siglos.