En el presente trabajo haré uso de tres obras teóricas: ECONOMIA de Samuelson y Nordhaus, La teoría de la Economía Política de William Stanley Jevons, y Análisis Económico de Kenneth E. Booulding. A partir de aquí cuando me refiera a ellas sólo indicaré el autor y la página.
Con el propósito de determinar el uso correcto de la palabra “valor”, Jevons habla de si en un mercado 1 tonelada de hierro se cambia por una onza de oro, “la expresión más correcta y segura es que el valor de la tonelada de hierro es igual al valor de la onza de oro, o que sus valores están en relación uno a uno”. (p. 121) Dicho en términos de Marx, el intercambio entre la tonelada de hierro y la onza de oro se puede representar por medio de la ecuación: 1 tonelada de hierro = 1 onza de oro, esto es, 1 tonelada de hierro/1onza de oro = 1. Esta es la primera idea que queremos dar por sentada: Jevons afirma que la relación de intercambio entre dos mercancías es una relación de igualdad. A esta afirmación de Jevons la denominaremos primera tesis de la economía oficial.“En un sistema de mercado, todo tiene un precio, que es el valor del bien expresado en dinero”. (Samuelson y Nordhaus, p. 27) En esta definición de precio está contenida la idea de que entre las mercancías y el dinero hay una relación de expresión. Y en esta relación de expresión se ve con claridad que la mercancía y el dinero no desempeñan el mismo papel: la mercancía desempeña un papel activo, puesto que es el miembro de la relación que expresa su valor, mientras que el dinero desempeña un papel pasivo, puesto que es el miembro de la relación que sirve de material de expresión de la mercancía. A esta afirmación de Nordhaus y Samuelson, que entre la mercancía y el dinero hay una relación de expresión, la denominaremos segunda tesis de la economía oficial.
Supongamos que 1 tonelada de hierro tenga un precio de 1000 pesetas. De acuerdo con la definición de precio, las 1000 pesetas sirven para expresar el valor de 1 tonelada de hierro. Pero que 1 tonelada de hierro tenga un precio de 1000 pesetas implica que, en condiciones normales, la tonelada de hierro se cambiará por 1000 pesetas. Pero en economía siempre necesitamos “atravesar el velo” del dinero para expresar las verdaderas consecuencias de las distintas decisiones”. (Samuelson y Nordhaus, p. 27) Sigamos entonces el consejo de Samuelson y Nordhaus y atravesemos el velo del dinero. Si una tonelada de hiero vale o es igual a 1000 pesetas y una onza de oro vale o es igual a 1000 pesetas, entonces una tonelada de hiero vale o es igual a una onza de oro. Por lo tanto, la relación de cambio entre la mercancía y el dinero no es más que una caso especial de la relación entre dos mercancías. Por lo tanto, la afirmación de que la relación de cambio entre las mercancías y el dinero es una relación de expresión, nos lleva a la afirmación de que la relación de cambio entre las propias mercancías también es una relación de expresión.
Resumiendo: cuando se analiza el fenómeno del cambio, y de acuerdo con la economía oficial, hay que tener en cuenta dos determinaciones fundamentales: primera, que la relación de cambio es una relación de igualdad, y segunda, que la relación de cambio es una relación de expresión. Pero la economía oficial, a pesar de establecer estas dos tesis como premisas de su teoría del cambio, no dedica página alguna a analizar el cambio entre mercancías ni como relación de igualdad ni como relación de expresión. Por lo tanto, procede de una forma totalmente inconsecuente. Lo peor del caso es que encima, cometiendo esta flagrante inconsecuencia, la economía oficial se presenta en sociedad como el no va más del rigor científico.
Pero la economía oficial no sólo es inconsecuente con las premisas que establece, sino que va más allá y llega al absurdo: “Cuando una persona acepta comprar un Ford a un concesionario por dos millones de pesetas, eso indica que para ella el Ford vale más que dos millones de pesetas y que para el concesionario los dos millones de pesetas valen más que el Ford”. (p. 27) Esta interpretación del fenómeno del cambio tira por los suelos la primera tesis de la economía oficial, aquella que dice que la relación de cambio entre dos mercancías es una relación de igualdad. Si el Ford vale para el comprador más de dos millones de pesetas, debemos suponer que para él vale, por ejemplo, dos millones doscientas mil pesetas. Si a esta situación aplicamos la primera tesis de la economía oficial, obtenemos la ecuación absurda de que 2.000.000 pesetas = 2.200.000 pesetas. Es decir, el comprador cambia un valor en pesetas de dos millones de pesetas por un valor en Ford de 2.200.000 pesetas. No hay que ser muy listo para descubrir que esto es un disparate. Y si para el vendedor los dos millones de pesetas valen más que el Ford, debemos suponer que para él el Ford vale, por ejemplo, 1.800.000 pesetas. Si a esta situación aplicamos la primera tesis de la economía oficial, obtenemos la ecuación igualmente absurda de que 1.800.000 pesetas = 2.000.000 pesetas. Es decir, el concesionario cambio un valor en Ford de 1.800.000 pesetas por un valor en pesetas de 2.000.000 de pesetas. ¡Otro disparate!
Si analizamos las cosas más en detalle, comprobamos que el Ford no tiene un valor sino tres: el que paga el comprador y recibe el vendedor, dos millones de pesetas, el que se imagina el comprador, 2.200.000 pesetas, y el que se imagina el vendedor, 1.800.000 pesetas. En verdad que no hay por donde coger esta teoría que se presenta como excelente en el rigor. Pero lo cierto es que el único valor objetivo, perceptible y externo, es el de dos millones de pesetas, el que paga el comprador y recibe el vendedor. Mientras que el valor que se imagina el comprador y el que se imagina el vendedor son fenómenos inmanentes a la psicología del vendedor y del comprador. Resulta curioso comprobar cómo la economía oficial pone el grito en el cielo porque Marx concibe el valor como algo inmanente a las mercancías y, sin embargo, habla de dos inmanencias psicológicas de muy difícil contrastación. De todos modos, y procediendo con sentido común, cabe preguntarse: ¿qué importancia práctica tienen los precios que se imaginan el comprador y el vendedor frente al precio que en verdad paga el comprador y cobra el vendedor? Ninguna.
Lo peor del caso es que el señor Boulding quiere presentar esta interpretación del fenómeno del cambio como la interpretación apropiada, frente a la interpretación inapropiada de Marx. Esto es ser cara dura y nada más que cara dura. Puesto que, como ha quedado demostrado, la teoría sobre el fenómeno del cambio por parte de la economía oficial es, en parte, inconsecuente con las tesis que establece, y en parte, un disparate y una irracionalidad. Pero dediquémonos ahora a examinar las excelencias mentales del señor Boulding.
Boulding parte de un ejemplo análogo al de Samuelson y Nordhaus para analizar el fenómeno del cambio. Habla de una tal señora Jones que le compra a un tendero un kilo de mantequilla por trescientas pesetas. “...la señora Jones cree que un kilo de mantequilla vale más que trescientas pesetas y el tendero piensa que trescientas pesetas valen más que 1 kilo de mantequilla” (p. 51) Aunque Boulding rechaza la idea de un valor intrínseco a la mercancía, en su análisis del fenómeno del cambio presupone dos hechos intrínsecos: la creencia de la señora Jones y el pensamiento del tendero. Me gustaría saber qué método utiliza la economía oficial para verificar la existencia de esos hechos inmanentes a los agentes del cambio, puesto que a primera vista no resultan observables. Marx a este respecto habla del motivo material del intercambio: como la señora Jones necesita comer y el dinero no le vale para ese fin, cambia el dinero por un valor de uso que le sirva para tal fin, la mantequilla. Por su parte, el tendero no ha comprado la mantequilla para comérsela sino para hacer negocio, esto es, para venderla por una suma de dinero superior a la que le ha costado. Así que cambia su mercancía por dinero. Esta explicación proporcionada por Marx sobre el motivo material del intercambio, a diferencia de los supuestos psicológicos de la economía oficial, si es totalmente contrastable.
Boulding se pregunta: ¿Cómo es posible que algo valga más para una persona que para otra? Y responde: “cuanto más tengamos de una cosa, menos necesitamos de ella. Si sólo tenemos 60 gramos de azúcar a la semana, recibiremos con alegría otros 30 gramos adicionales. Sin embargo, si tenemos 300 gramos de azúcar por semana, 30 gramos significarán muy poco. Cuanto más azúcar tengamos, menos necesitaremos otros 30 gramos. Cuanto menos azúcar poseamos, más necesitaremos esos 30 gramos de azúcar”. (p. 51)
Aquí, en el razonamiento de Boulding, hay un truco de orden lógico teórico. En todo concepto cabe distinguir el objeto del contenido. Según Boulding el objeto del concepto que él está analizando es el de valor y el contenido del concepto que él presenta es, por una parte, la cantidad que una persona posea de un determinado bien, y por otra parte, el grado en que esté satisfecha su necesidad de ese bien. ¿En qué consiste entonces el truco lógico de Boulding? En que al objeto del concepto le pone un nombre, el de valor, que nada tiene que ver con el contenido conceptual que expone, cantidad que se posee de un bien y grado de satisfacción de la necesidad. ¿Cómo deshacer el truco de Boulding? Muy fácil: donde Boulding pone la palabra “valor” nosotros pondremos la palabra “necesidad”, demostrando que con este cambio de palabra el sentido de sus afirmaciones no cambia en nada. Donde Boulding dice que para la señora Jones 1 kilo de mantequilla vale más que trescientas pesetas, nosotros diremos que la señora Jones necesita más la mantequilla que el dinero, puesto que la mantequilla se come y el dinero no. Y cuando Boulding dice que para el tendero las trescientas pesetas valen más que 1 kilo de mantequilla, nosotros diremos que el tendero necesita más el dinero que la mantequilla, puesto que compró la mantequilla no para comérsela sino para sacar más dinero del que invirtió en su compra. Está claro que las expresiones de Boulding “es más valiosa” y “tiene más valor” no son más que metamorfosis mal intencionadas de las expresiones “es más necesaria” y “tiene más necesidad”.
Profundicemos un poco más en estas metamorfosis lingüísticas. Boulding dice: ¿cómo es posible que la mantequilla valga más para la señora Jones que para el tendero? Esta pregunta es una expresión metamorfoseada de esta otra: ¿cómo es posible que la mantequilla sea más necesaria para la señora Jones que para el tendero? A lo que Boulding responde: cuanto más tengamos de una cosa, menos necesitamos de ella; y cuanto menos tengamos de una cosa, más necesitamos de ella. Como la señora Jones tiene poca o ninguna mantequilla, necesita mantequilla; y como el tendero tiene mucha, no la necesita. Está clarísimo del contenido conceptual del que habla Boulding: de los valores de uso, de la cantidad que poseamos de ellos y del grado en que satisfacen nuestras necesidades. ¿Por qué entonces Boulding denomina al objeto de este contenido conceptual “valor” cuando el que le corresponde en propiedad es el de valor de uso? Por una razón muy sencilla: para escamotear el estudio de la verdadera naturaleza del valor.
“Esta proposición (el hecho de que algo valga más para una persona que para otra) puede aparecer incluso demasiado evidente para hacerla, pero resulta sorprendente comprobar las dificultades que ha dado origen en los estudios económicos el no comprender la verdad que encierra. Así, Carlos Marx argumentó que como un cambio es una ecuación, las dos cosas que son iguales deben de tener un atributo en común. Marx decidió que el atributo común era el trabajo. Este error, que se extiende a toda la escuela “clásica” de la Economía, podría haberse evitado si se hubiese interpretado con más propiedad el fenómeno del cambio” (Boulding, p. 51)
Empecemos primero por enmendar las tergiversaciones del pensamiento económico de Marx llevadas a cabo por Boulding. No es cierto que Marx afirmara que el cambio es una ecuación, sino que la relación de cambio entre dos mercancías se puede representar por una ecuación. Es obvio que “ser” y “representar” no son palabras de igual significación. Tampoco es cierto que Marx decidiera que el atributo que comparte las mercancías en común fuera el trabajo, sino que lo demostró. Es obvio también que decidir cuál es el atributo común de las mercancías y demostrarlo son actividades intelectuales muy distintas. Pero tampoco es cierto que Marx demostrara que el atributo común de las mercancías es el trabajo, sino el trabajo humano abstracto. En economía marxista es esencial distinguir entre trabajo útil y trabajo humano abstracto, circunstancia que Boulding pasa totalmente por alto. Por lo tanto, está claro que Boulding es un tergiversador del pensamiento económico de Marx.
Resumamos las críticas a la economía oficial, que tanto se las da de rigurosa y científica frente a la supuesta naturaleza ideológica y carencia de rigor del pensamiento económico de Marx. Primera: la economía oficial no es consecuente con las premisas que establece, puesto que determinando que la relación de cambio es una relación de igualdad y una relación de expresión, no analiza el intercambio entre mercancías ni como relación de igualdad ni como relación de cambio. Segunda: combina de forma fraudulenta en un mismo pensamiento el objeto del concepto de valor con el contenido del concepto de valor de uso. Para ello metamorfosea la palabra “necesidad” en la palabra “valor”, evitando así analizar la verdadera naturaleza del valor. Y tercera: tergiversa de forma burda y descarada el pensamiento económico de Marx para facilitar “su crítica rigurosa”, que así y todo no deja de ser superficial.
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