“...la teoría del valor trabajo podría aun ser criticada porque los valores, a diferencia de los precios, no son observables ni existe ninguna institución que los determine, y parece razonable que la ciencia ignore un concepto tan metafísico” (p. 28)
Lo primero que deberíamos preguntarle a Morishima es si él ha tenido la oportunidad de ver en alguna ocasión a la fuerza de la gravedad. Estaría obligado a respondernos que no, que a lo largo de su dilatada vida jamás ha tenido la oportunidad de verla. Por lo tanto, y de acuerdo con el procedimiento que ha seguido Morishima con el concepto de valor de Marx, la ciencia debería ignorar el concepto de fuerza de gravedad porque el objeto de dicho concepto no es observable.
Pero la ciencia no haría tal cosa, no llegaría a tal extremo de insensatez y de falta de razón teórica. Lo que sin duda sí haría sería rechazar la afirmación crítica de Morishima, por su falta de fundamentos gnoseológicos y por ser contraria al desarrollo de la ciencia. Ya que el desarrollo de la ciencia, y muy en especial el de la ciencia matemática, se basa en el conocimiento de esencias no observables.
Avancemos un poco más en este camino. Si desde la ventana de un segundo piso dejamos suelta una manzana, ésta caerá hasta chocar contra el suelo. De la existencia de este hecho observable inferimos que en la Tierra hay una fuerza que atrae hacia ella a la manzana. Es decir, tomamos constancia de la existencia de la fuerza de la gravedad, no por medio de una percepción inmediata de la misma, sino por medio de la percepción de su expresión o manifestación objetiva. Y la caída de la manzana desde el segundo piso hasta el suelo es la manifestación objetiva de la existencia de la fuerza de la gravedad. Por lo tanto, el conocimiento de la fuerza de la gravedad es mediato y no inmediato.
Esta contradicción entre esencia y fenómeno (o manifestación) que se nos presenta en el conocimiento de la fuerza de la gravedad, también se nos presenta en el conocimiento del valor de las mercancías. En el mercado resulta imposible percibir de forma inmediata el valor de las mercancías, no obstante, si podemos observar su precio, que no es más que la manifestación objetiva de la existencia del valor. De hecho, hasta la propia economía contemporánea define el precio como la expresión (o manifestación) en dinero del valor de las mercancías. Por lo tanto, es un absurdo total que Morishima acepte la existencia objetiva del precio y al mismo tiempo rechace aquello de lo que es expresión el precio, esto es, el valor. Si Morishima quisiera hacer compatible su aceptación del precio con su rechazo del valor, debería dar una definición de precio que no incluyera la referencia al valor de las mercancías. Pero mientras esperamos a que nos dé tal definición, debemos declarar que Morishima no procede con rigor científico cuando crítica el pensamiento económico de Marx.
Si Morishima hubiera procedido con rigor, no debió haber afirmado que el valor no es observable, sino que de él no tenemos una percepción inmediata. Pero del hecho de que del valor no tengamos un conocimiento inmediato no podemos inferir que sea incognoscible y, por lo tanto, que su conocimiento sea metafísico. Puesto que la ciencia no sólo se compone de conocimientos inmediatos, sino también, y en mayor medida, de conocimientos mediatos. De manera que Morishima debió haber demostrado que del valor no sólo no tenemos conocimiento inmediato, sino tampoco podemos tener un conocimiento mediato. Sólo si hubiera hecho tal demostración, sería legítima su propuesta que el concepto de valor de Marx no tenga carta de ciudadanía en la economía contemporánea.
Pero tampoco es del todo cierto que el valor de las mercancías no es observable. Es totalmente cierto que las mercancías existen y se realizan como valores en el mercado, pero también es totalmente cierto que el valor no se crea en el mercado sino en la producción. ( Al menos esto es así en la concepción de Marx) Sin embargo, Morishima no se tomó la molestia de estudiar y someter a crítica el proceso de creación del valor que Marx elaboró en El Capital, donde resulta totalmente observable el valor. Surge una pregunta: ¿cómo es posible que Morishima afirme que el concepto de valor de Marx es metafísico sin haber estudiado y criticado la parte de El Capital donde Marx expone cómo se crea el valor? Sólo cabe una explicación: Morishima no es serio ni honesto, y como crítico del pensamiento económico de Marx es puro fraude.
Morishima se nos presenta como una persona que persigue el loable fin de darle expresión rigurosa al pensamiento de Marx. Aparentemente los marxistas deberíamos estar la mar de contentos con el hecho de que un economista de ese prestigio le dé rigor al pensamiento económico de Marx. Pero bajo ese loable fin se oculta una intención malvada: con dicha pretensión se presenta a sí mismo en el papel del científico, con todo el rigor que eso conlleva, y a Marx en el papel de metafísico e ideólogo, con toda la falta de rigor que eso conlleva. Pero según hemos podido ver en todo lo que llevamos dicho, Morishima ni es riguroso ni es honesto en la crítica al pensamiento económico de Marx. No es cierto que él represente a la ciencia y Marx a la ideología y a la metafísica. Nada es lo que parece en Morishima, aunque tenga engañado a propios y a extraños. Lo repito: Morishima, como crítico del pensamiento económico de Marx, es puro fraude.
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