Marx elaboró el concepto de valor de uso de dos modos. Primera elaboración: el valor de uso es una cosa que por sus propiedades satisface necesidades humanas. Segunda elaboración: cada una de estas cosas (el hierro, el papel, etcétera) es un conjunto de muchas propiedades y, por eso, puede ser útil en diversos aspectos. En todo concepto hay que distinguir dos aspectos: el objeto y el contenido. De modo que en el ámbito lingüístico hay que distinguir igualmente dos aspectos: el nombre del objeto del concepto y el sintagma que expresa el contenido del concepto. En nuestro caso el nombre del objeto del concepto es ‘valor de uso’ y las expresiones del contenido del concepto son dos: ‘cosa que por sus propiedades puede satisfacer necesidades humanas’ y ‘al ser cada cosa un conjunto de muchas propiedades, puede ser útil en diversos aspectos’.
La tarea científica, el trabajo propiamente conceptual, debe centrarse en la indagación, análisis y desarrollo del contenido del concepto, y no en el uso caprichoso y arbitrario del nombre del objeto del concepto. Y esta es la primera tarea que hace Marx en El Capital: elaborar el concepto de valor de uso. Y una vez que ha sido elaborado el concepto, el nombre del objeto del concepto (valor de uso) puede circular como categoría, como nombre que ha sido cargado previamente con un contenido conceptual o con un contenido informativo. Y quien no elabore previamente el concepto de valor de uso, empleara el nombre ‘valor de uso’, no como categoría, sino como simple palabra cargada de su significado general. Categoría es el uso que damos al nombre del objeto de un concepto una vez que hemos elaborado su contenido.
Pero reflexionemos sobre los dos contenidos conceptuales. Empecemos por el segundo: como cada cosa es un conjunto de muchas propiedades, puede ser útil en diversos aspectos. Representemos la lógica de este juicio: como cada cosa es A, puede ser B. Observamos que la lógica de este juicio le asigna a A (las propiedades) y a B (la utilidad) dos papeles distintos. Analicemos esos dos papeles en el ámbito de la dialéctica formal. Una cosa puede ser útil, si tiene propiedades. Si la cosa no tiene propiedades, no puede ser útil. Una cosa puede tener propiedades y no ser útil, por ejemplo, el polvo que recogemos todos los días en nuestras casas, pero nunca una cosa podrá ser útil sino tiene propiedades. Por lo tanto, las propiedades constituyen la parte independiente del valor de uso, puede existir sin que exista la otra parte, la utilidad. Mientras que la utilidad constituye la parte no independiente del valor de uso, no puede existir si la otra parte no existe, las propiedades. Marx lo expresa así: la utilidad no flota en el aire, condicionada por las propiedades del cuerpo del valor de uso, no existe sin ellas.
Reflexionemos ahora sobre el segundo contenido del concepto: una cosa que por sus propiedades puede satisfacer necesidades humanas. Representemos la lógica de este juicio: una cosa que por ser A, puede ser B. Observamos que la lógica de este juicio le asigna a A (las propiedades) y a B (la satisfacción de necesidades humanas) un papel distinto. Analicemos estos dos papeles en el ámbito de la dialéctica formal. Una cosa sólo satisface necesidades humanas, si tiene propiedades. Si no tiene propiedades, la cosa no puede satisfacer necesidades humanas. Una cosa puede tener propiedades y no satisfacer necesidades humanas, pero nunca una cosa podría satisfacer necesidades humanas si no tuviera propiedades. Por lo tanto, las propiedades constituyen la parte independiente del valor de uso, puede existir sin que exista la otra parte, la satisfacción de las necesidades humanas. Mientras que la satisfacción de las necesidades humanas constituye la parte no independiente del valor de uso, no puede existir si no existe la otra parte, las propiedades.
Vemos pues que el contenido del concepto de valor de uso tiene tres aspectos, partes o momentos: las propiedades, la utilidad y la satisfacción de las necesidades. Uno de esos aspectos, las propiedades, tiene una existencia independiente, mientras que los otros dos, la utilidad y la satisfacción de las necesidades humanas, tienen una existencia dependiente. De ahí que sea erróneo concebir la utilidad como si constituyera una existencia independiente y no como una parte que depende en su existencia de las propiedades. Y ese error lo comete Baudrillard.
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