viernes, 23 de mayo de 2003

La necesidad de la Filosofía

Nelson Tepedino habla de la que la crisis de la Filosofía está en la ciencia, en su notable desarrollo e impresionante aplicación tecnológica. Esta idea es confusa y nos lleva a errores de apreciación. Aunque Nelson nos habla de la ciencia, en realidad sólo se refiere a las ciencias naturales, se olvida por completo de las ciencias sociales, entre las que se incluye la Filosofía. La verdadera crisis del saber humano no se encuentra especialmente en la Filosofía, sino en todas las ciencias sociales. Las ciencias naturales han progresado muchísimo, pero las ciencias sociales sufren un estancamiento enorme. Y así nos va: en cualquier hogar podemos encontrar un potente ordenador, un prodigioso equipo de sonido, y en le garaje un impresionante coche. Pero las personas que habitan en esa casa son, en muchos casos, muy pobres de espíritu, y que no quieren pensar más allá de lo que les afecta de modo inmediato, esto es, quieren vivir enajenadas de los graves y terribles problemas sociales. La crisis que padece el saber humano, vuelvo y me repito, es la crisis de las ciencias sociales en su conjunto. Se dice que nadie toma en serio la Filosofía, pero otro tanto ocurre con la Sociología. Y debemos albergar muchísimas dudas acerca de la supuesta cientificidad de la Economía oficial,  cuando es incapaz de solucionar el problema de la pobreza. Nos quieren confundir, y no lo debemos permitir.


Hablemos de la Física. Desgraciadamente muchos filósofos han hecho de la Física la ciencia primera, la que nos puede ofrecer la más adecuada certeza del mundo exterior, y a partir de la cual se inicia la Filosofía. Pero resulta que la Física es incapaz de distinguir una mesa de una piedra y un pan de un ladrillo. Si le preguntamos a la Física qué es un pan, nos dirá que tiene un determinado volumen y peso, que se le puede aplicar fuerzas y provocarle movimientos, y cosas por el estilo. Pero será incapaz de decirnos que el pan expresa la conexión eterna entre el hombre y la naturaleza, o formular  verdades tan elementales como esta: el que no come se muere. Y esta formulación, que el que no come se muere, es de naturaleza filosófica, y es una premisa fundamental  para  la Fisiología, como ejemplo de ciencia natural, y para  la Economía, como ejemplo de ciencia social.

Quien haya estudiado con cierta profundidad El Capital de Karl Marx, debe ver claro lo siguiente: para estudiar científicamente las formas económicas –el valor, el salario, el beneficio, el capital, etcétera- es necesario estar muy bien pertrechado de conocimientos filosóficos, en concreto, de conocimientos en Fenomenología  o, como a mí me gusta denominar a esta disciplina filosófica, Lógica Fenoménica. Ya Vladimir Ilích afirmó que quien no conociera La Lógica de Hegel, no podría comprender El Capital. Yo necesité, además de a Hegel, a Husserl. Cuando empecé a estudiar El Capital tuve que pararme en la tercera página, no tenía suficiente preparación filosófica para seguir, y entonces recurrí a Husserl. Y después de estudiar sus Investigaciones Lógicas y su idea de la Fenomenología, continué con el estudio de El Capital.  Es justamente este componente filosófico en el que se apoya la economía convencional para descatalogar a Marx del campo de los economistas científicos, y para catalogarlo como ideólogo. Y la defenestración de El Capital del campo de las ciencias económicas ha significado la defenestración de la Lógica Fenoménica  del campo de la Filosofía. Y llegan más lejos aún: afirman que si a El Capital le restamos su componente filosófico y le añadimos un mayor componente matemático, tal vez estaríamos hablando de una obra verdaderamente científico. Ignoran que la Lógica Filosófica, más en especial La Lógica Fenoménica, es muy rica en distinciones y movimientos categoriales, y que la verdad que alcanza es más profunda y amplia que la verdad que abarca la Lógica Matemática.

Así que la lucha contra El Capital ha sido y es la lucha contra la participación ineludible de la Filosofía en las ciencias sociales, más especialmente en Economía. Aquí, en esta conjunción de las ciencias sociales que representa El Capital, la conjunción de la economía con la filosofía, debemos ver una de las grandes oportunidades para que la Filosofía vuelva a renacer en su necesidad y en su función social. La Filosofía es necesaria para el estudio de las formas económicas y no se puede prescindir de ella. Y su ausencia ha llevado que la Economía convencional sea una economía formal que nunca se pregunta nada que vaya más allá de que la economía capitalista funcione del modo más óptimo. Todo lo que va más allá del formalismo económico y de a parar en preguntas como, por ejemplo,  por qué hay pobres, se considera un problema ético. La economía convencional es la negación de la necesidad del conocimiento filosófico en el estudio de las distintas formas económicas. La necesidad de la Filosofía no sólo se hace manifiesta en la Economía, se hace manifiesta en todas las ciencias y en todas las personas. La Filosofía es una necesidad, como lo es la Física, para el normal y exitoso desarrollo del ser humano. Vivimos en un periodo de estancamiento filosófico y tal vez con más incertidumbres que certezas en el terreno de la Filosofía. Pero no debemos olvidar que esta crisis abarca a todas las ciencias sociales. Así que la contradicción no es la existente entre ciencia y filosofía, sino la existente entre ciencias naturales y ciencias sociales. Y si bien las ciencias naturales pueden prescindir del conocimiento filosófico, aunque no del todo,  las ciencias sociales no pueden hacerlo.  

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