Es cierto, como tú señalas, que la expresión ‘aspectos semióticos del hecho experimentado’ es equivalente a la expresión ‘clases de signos del hecho experimentado’.
No obstante, yo prefiero hablar de forma semiótica o forma sígnica en vez de signo, aunque estas diferencias que afectan al modo en que nominamos los objetos de los conceptos nunca son decisivas. Peirce clasifica los signos atendiendo al modo en que se relaciona la forma sígnica con el contenido significado: por semejanza, por conexión física y por convención. Ya en otras ocasiones he señalado que esta clasificación es insuficiente, y que deberíamos aprovechar las ocasiones en que analizamos casos particulares para aumentar el número de las clasificaciones de las formas sígnicas, así como para su estudio al detalle. Así que voy a indagar un poco más en algunas de las formas sígnicas que señalé para el caso del taxista que no respetó el ceda el paso.Los signos pueden clasificarse, además de atendiendo al modo de relación entre la forma sígnica y el contenido significado, atendiendo a la clase del contenido significado. El conductor del taxi puede adelantar su coche en el ceda al paso con la intención de ver con claridad el estado de la circulación en la vía principal, o puede adelantar su coche con la intención de pasar primero que el coche que tiene la preferencia. Estas dos intenciones del taxista se manifiestan en los dos estados en que se encuentra su coche en relación con el ceda el paso: un poco adelantado en posición de parada, o más adelantado en posición de marcha. Por el lado del productor de la forma sígnica, por el lado del taxista, hay que atender a dos aspectos: la intención y la forma de manifestación de la intención. Y dos son también los aspectos que constituyen el contenido de la forma de manifestación de la intención del taxista: la magnitud de la parte adelantada del taxi respecto al ceda el paso, y la posición de parada o marcha. Ahora veamos cómo transcurren las cosas por el lado del conductor del coche que tiene la preferencia. Por un lado, está el estado en que se encuentra el taxi respecto del ceda al paso, percibido por el conductor del vehículo que tiene la preferencia, y por otro lado, está la representación que se hace este último de las intenciones del taxista. Así que por el lado del conductor que tiene la preferencia hay que tener en cuenta dos aspectos: la percepción de la posición del taxi respecto del ceda al paso y la representación de las intenciones del taxista. Examinando este proceso observamos que es un movimiento que va, por el lado del taxista, desde su intención hasta la forma objetiva de manifestación de su intención, y por el lado del conductor, desde la forma de manifestación de la intención del taxista hasta la representación de la intención del taxista. Es en este salto, cuando se pasa del productor de la forma sígnica al receptor de la misma, cuando la forma de manifestación de la intención del taxista se transforma en forma sígnica de la intención del taxista. La cuestión a resolver, en caso de accidente, es saber si la representación que se hace el conductor del coche que tiene la preferencia coincide con la intención del taxista. Esta es una discusión que se libra entre ellos mismos. Pero ara el policía de tráfico la cuestión se plantea así: observar la posición del taxi respecto del ceda al paso y la posición de los coches aparcados que impiden la visión de los conductores de los coches que tienen que pasar por el ceda el paso. Del análisis de esos hechos el policía dictaminará la intención del taxista: si adelantó su coche con la intención de mejorar su visión de la calzada principal o con la intención de pasar delante del coche que tenía la preferencia.
Aquí paro, pero no me despediré sin antes incidir en un aspecto de la investigación semiótica que es muy importante. Es necesario estudiar al detalle las distintas y variadas formas sígnicas antes de llegar a catalogaciones generales. La tarea de investigación no puede reducirse siempre a operaciones de generalización, donde nos limitamos a poner a los ejemplos particulares que estudiamos el ropaje de los conceptos que constituyen nuestro acerbo habitual. No digo que no sea necesaria esa operación del entendimiento, pero si señalo que es más básico estudiar los casos particulares al detalle e indagar al máximo. Con el mensaje de hoy he tratado de mostrar que todavía queda un trabajo enorme que hacer en el campo del análisis de las ricas y variadas formas sígnicas, y que debemos ampliar el abanico de nuestras catalogaciones, enriqueciendo así nuestro acerbo sensible y conceptual.
2 de noviembre de 2003.
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