En el Archivo de Semiótica, en la sección “1. Manual de Estudios Semióticos”, he estado estudiando el apartado “1.2 Concepto y desarrollos de Semiótica general”. Mi intervención de hoy se inscribe en el marco del apartado señalado.
1. Dice Juan Magariños: “Desde la perspectiva peirceana todo es signo. Pero si todo es signo, el signo no puede ser objeto de conocimiento científico, ya que no tiene otro objeto de conocimiento del cual diferenciarse”. A esta crítica de Magariños, que la Semiótica no sería ciencia si todo fuera signo, yo añadiré la siguiente cadena de razonamientos. Si todo fuera signo, las personas, los animales y las cosas serían signos. También serían signos las percepciones, las representaciones, los sentimientos y los conceptos. Serían signos no sólo los objetos como totalidades, sino también las partes de un objeto. E igualmente serían signos las relaciones, las funciones y las interconexiones. En suma, no habría en la Tierra y en el Cielo nada que no fuera signo. Y como no hay nada que no sea signo, nada se distinguirá del signo. Si esta proposición fuera cierta, la única ciencia, metodología o saber que existiría sería la Semiótica. Y esto, claro está, es contrario a la verdad. En términos filosóficos la proposición “todo es signo” tiene carácter absoluto: pretende ser todo. Si en esa proposición introdujéramos un poco de relativismo, tal vez podría ser aceptada por la comunidad científica: todo tiene un componente sígnico o en todo hallamos signos. Yo afinaría aún más el relativismo de esta proposición y donde escribí “todo” pondría “casi todo”.
2. Dice Juan Magariños: “Creo que todo lo que “vemos” (o sea, conocemos, sentimos, intuimos, soñamos, etc.) lo “vemos” porque está semiotizado (o sea, porque significa)”. Si bien aquí no se dice que todo es signo, si se dice algo muy parecido: todo es conocido, sentido, intuido o soñado por causa o por medio de una semiosis. En términos filosóficos la proposición de Magariños tiene también un carácter absoluto: se pretende que la semiosis sea causa o medio de todas las funciones cognitivas del hombre. Así que en esta proposición yo también introduciría un poco de relativismo y diría: en todo lo que conocemos, sentimos, intuimos y soñamos hay semiosis (o entran en juego mecanismos semióticos). De esta manera la semiosis no se presentaría como causa o medio del conocer, sino como uno de sus componentes. Diremos entonces que en una totalidad cada parte desempeña su papel, y no que el papel de una de sus partes (las partes semióticas) sea la causa de la función del resto de las partes.
3. Quisiera indagar más en concreto en la necesidad de introducir el relativismo en las dos proposiciones que he catalogado como absolutas: una, todo es signo, y la otra, todo lo que “vemos” lo vemos porque está semiotizado. Estos días he estado estudiando a uno de mis adorados padres teóricos: Pavlov. En concreto he estado estudiando sus “Lecciones sobre el trabajo fisiológico de los hemisferios cerebrales”. Sus lecciones se inscriben en una determinada esfera del saber: la Fisiología. Les enumero a continuación algunas de las categorías específicamente fisiológicas que aparecen en su texto: sistema nervioso central, actividad nerviosa superior, vía nerviosa, apertura y cierre de circuitos nerviosos, influencias externas, reacciones externas del organismo animal, estímulo y respuesta, aparato receptor, excitación, etcétera. Junto a estas categorías específicamente fisiológicas aparecen dos categorías específicamente semiológicas: estímulo-señal y actividad señaladora de los hemisferios cerebrales. A este respecto dice Pavlov: “La actividad fundamental y más general de los hemisferios cerebrales consiste en señalar al organismo las variaciones del medio ambiente transmitidas por las correspondientes señales”. También dice que “la única misión de los estímulos señales consiste en señalar la presencia de los estímulos esenciales”. (Las propiedades físicas y químicas de las sustancias alimenticias que en contacto con la mucosa bucal provocan la segregación salivar, son estímulos esenciales; mientras que el gong de la campana que señala al perro la futura presencia de la carne, es un estímulo señal). Reflexionemos sobre lo dicho hasta aquí. El texto de Pavlov sobre el trabajo fisiológico de los hemisferios cerebrales pertenece a la esfera de la fisiología, no obstante, una parte de sus análisis tiene naturaleza semiológica. Dicho de otro modo: el estudio fisiológico de los hemisferios cerebrales incluye una componente semiológica. Y esto nos debe llenar de orgullo a los semiólogos: porque vemos que en la esfera de la Fisiología también están presentes los problemas semiológicos. Y esta circunstancia demanda el trabajo de los semiólogos. Faltaría entonces que los semiólogos desarrolláramos y le diéramos una forma mínimamente acabada a la filosofía semiológica contenida en el pensamiento fisiológico de Pavlov.
4. A modo de conclusión. En vista de lo dicho, de lo observado en el pensamiento fisiológico de Pavlov, soy más partidario de hablar de componentes o mecanismos semióticos de los fenómenos sociales que del significado de los fenómenos sociales. La primera tarea de los semiólogos sería depuradora: en todos los fenómenos sociales que analizaran tendrían previamente que destacar sus componentes semióticos o separar los fenómenos sociales genuinamente semióticos. (También sería partidario de hablar de fenómeno a secas en vez de fenómenos sociales, puesto que los componentes semióticos también los encontramos en fenómeno que no son sociológicos, como en el caso que nos ocupa, que son fenómenos fisiológicos) De otro modo los investigadores, regidos por las ideas de que todo es signo y de que todo lo que “ven” lo ven porque está semiotizado, no podrán hacer ninguna clase de distinciones y sus avances quedarán atrapados en las determinaciones generales de los fenómenos. Quien haya seguido con atención las serie de mis pensamientos, advertirá que mis ideas son las de Magariños llevadas por un camino relativista.
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