1. La necesidad del socialismo. Los marxistas o socialistas en general deberían tener una visión más optimista sobre el futuro del socialismo. Pero esta visión optimista debería basarse en los hechos y no en ilusiones o fantasías. Somos materialistas, no idealistas. Debemos buscar en el propio capitalismo la prueba de que el socialismo es una necesidad, y no en visiones utópicas del futuro o en ciertos ideales de justicia. Si pensamos el capitalismo y el socialismo como polos que sólo se oponen y que siempre se mantienen distantes, en medio sólo habrá vacío. Y así no sabremos cómo pasar de un polo a otro. No hay país capitalista en el mundo cuya economía estatal no represente el 48 o el 50 por ciento de la economía total. No hay gobierno capitalista del mundo, por muy de derecha que sea, que pueda prescindir de la economía estatal. Pero la economía estatal es una economía de propiedad pública. Por lo tanto, el propio capitalismo demuestra la necesidad del socialismo. Dicho de otro modo: el capitalismo necesita del socialismo para poder existir. Nosotros luchamos contra los capitalistas y sus representantes teóricos. De ahí que no haya mejor forma de demostrar la necesidad del socialismo que haciendo ver que el capitalismo no puede existir sin economía pública. De este modo nos ahorramos un sinfín de disquisiciones teóricas y somos más directos, más prácticos. No obstante, dada esta interdependencia de capitalismo y socialismo, hay que aclarar que la diferencia entre los capitalistas y los socialistas estriba en que los socialistas quieren que el resto de la economía sea también socialista, mientras que los capitalistas quieren que siga siendo capitalista. No hay que perder nunca de vista que todas las economías del mundo son economías mixtas, con elementos socialistas y elementos capitalistas. Por lo tanto, son economías de transición. La izquierda radical, aprendiendo de Marx, debe ser muy materialista. Y esto no significa otra cosa que descubrir en el propio capitalismo los elementos del socialismo, en germen o con cierto desarrollo. De esta manera no apareceremos ante la derecha como una fuerza social ilusa, que no tiene los pies en la tierra y que sólo sabe soñar. El socialismo, esto es, la propiedad pública, no es una utopía sino una realidad.
2. Del capitalismo al socialismo. Hay gente de la izquierda radical que cree que del capitalismo al socialismo sólo se puede transitar mediante un salto revolucionario. Piensa que hay que crear un mundo absolutamente distinto al capitalista, como si fuera una sociedad pura que crece y se desarrolla sobre sus propias premisas, libre de las huellas de las sociedades precedentes. Pero esto es un gravísimo error. El socialismo debe construirse sobre los resultados del capitalismo y el paso del capitalismo al socialismo requiere de un largo y tortuoso proceso de transición. Que esto es así lo atestigua la propia historia del socialismo: la extinción de la URSS es una prueba de cuan tortuoso es el camino al socialismo. Esto es lo que dice la práctica, pero también la teoría lo dice. La prueba de la necesidad de esta actitud teórica la tenemos en el propio Marx. No se dedicó a imaginar cuál podría ser la ley económica del socialismo, sino que dedicó todas sus fuerzas teóricas a estudiar el capitalismo y a descubrir en él los gérmenes del socialismo. Esta es la misma tarea teórica que debe realizar la izquierda radical en la actualidad: conocer muy bien las leyes económicas capitalistas, tarea para la cual es imprescindible el conocimiento de El Capital, y descubrir los elementos socialistas. No vendría mal que escucháramos a Marx a este respecto en su investigación sobre el papel del crédito en la producción capitalista: “En las sociedades anónimas la función está separada de la propiedad del capital y, por lo tanto, también el trabajo está totalmente separado de la propiedad sobre los medios de producción y sobre el plustrabajo. Este resultado del máximo desarrollo de la producción capitalista es un punto necesario (anoten con claridad que Marx dice “punto necesario”) de transición hacia la reversión del capital a propiedad de los productores, pero ya no como propiedad privada de productores aislados, sino como propiedad de éstos en cuanto asociados, como propiedad social directa. Por otro lado, es punto de transición hacia la transformación de todas las funciones del proceso de reproducción vinculadas hasta ahora con la propiedad del capital en simples funciones de los productores asociados, en funciones sociales”. Esta es la actitud teórica que debemos copiar: Marx descubre en las sociedades anónimas un punto de transición al socialismo. Se puede conservar la forma de sociedad anónima, pero con dos cambios importantes: ningún accionista podrá tener un número de acciones más allá de lo razonable y ningún directivo debe tener un sueldo más allá de lo razonable. Puede ser razonable que un directivo gane cinco, ocho o diez veces más que un trabajador medio, pero no que gane cien o mil veces más. Pero vuelvo a la idea inicial. La actitud teórica correcta de la izquierda radical debe ser la siguiente: descubrir en el capitalismo los gérmenes del socialismo. Y esto es lo que la izquierda radical debe decirle con voz muy sonora a los capitalistas y a sus representantes teóricos: el socialismo no es un invento de los marxistas, los blanquistas y los anarquistas, sino un fruto del capitalismo. Lo que sucede es que los capitalistas no quieren desarrollar ese fruto hasta convertirlo en el más frondoso de los árboles. Mientras que la izquierda radical sí lo quiere. Quiere convertir los frutos capitalistas en árboles socialistas.
3. Lucha de clases y lucha por la producción. Tradicionalmente la izquierda radical ha entendido que la lucha de clases es la principal práctica social. Pero esto es un grave error: la práctica social principal es la lucha por la producción. Y la lucha de clases sirve a la lucha por la producción. Dicho de forma más clara: la lucha de clases actual sirve para transformar la producción capitalista de la riqueza en producción socialista. Hay razones históricas que explican la altísima preferencia que tiene la izquierda radical por la lucha de clases y su olvido de la lucha por la producción. Si preguntáramos a los principales líderes de la izquierda radical cuáles son las obras teóricas más importantes de Ilích Ulianov, dirían las siguientes: “El Estado y la revolución”, “¿Qué hacer?”, “Dos tácticas de la socialdemocracia” y “El imperialismo fase superior del capitalismo”. Estas son las obras teóricas más conocidas y recurridas del líder de los bolcheviques, todas referidas a la lucha de clases. Sin embargo, hay una obra que sería de lectura básica en la actualidad y a la que no se le presta la atención debida: “Sobre el impuesto en especie”. Esta es una obra teórica dedicada a la lucha por la producción. Ahí demuestra Ilích Ulianov su genio, su tener siempre los pies en la tierra, su capacidad para abandonar las ideas que ya no cuadran con el nuevo momento, y su poderoso olfato para atisbar el futuro. No concibió la lucha de clases de forma absoluta, como pura lucha que se alimenta a sí misma, como si no tuviera ningún fin fuera de ella. De ahí el contenido económico de su Nueva Economía Política: libertades mercantiles para los campesinos y alianza económica con los grandes capitales extranjeros para crear empresas mixtas o para cederles en arriendo las grandes empresas del Estado. Esta es una sabia lección acerca de la construcción del socialismo que debemos a Ilích Ulianov: para crear el socialismo necesitamos del capitalismo. Había que electrificar e industrializar al país y a los campesinos no se les podía sacrificar más, que bastante aportaron en tiempos del comunismo de guerra. Y esto sólo se podía hacer concediendo libertades mercantiles a los campesinos y logrando alianzas económicas con el capitalismo. Esto es lo que en la actualidad le ocurre a China: sólo puede construir un socialismo moderno y avanzado con la ayuda del capitalismo.
4. Minorías y mayorías sociales. Los grandes cambios sociales, las revoluciones, sólo pueden hacerse teniendo en cuenta las mayorías sociales. La izquierda radical, sobre todo en los países miembros de la UE, debe tomar conciencia de que sólo representa tendencias minoritarias y de que tiene muy poca base social. Y esto no se debe a que las grandes mayorías sociales sean contrarrevolucionarias, sino a que la izquierda radical no ha sabido conquistárselas. En la historia del socialismo, por razones históricas que no vienen a cuento tratar, siempre se ha penalizado más los errores de derecha que las desviaciones de izquierda. Los textos de Ilích Ulianov destinados a corregir los errores de izquierdas, que son muchos y muy interesantes, han sido poco leídos por los radicales de izquierda. Y una de las grandes lecciones que se pueden extraer de esos textos es que una vanguardia, pretendiendo como pretende transformar el capitalismo en socialismo, tarea compleja donde las haya, no puede aislarse de las grandes masas sociales. La izquierda radical ha caído muchas veces en errores de izquierda y ha padecido la enfermedad del infantilismo de izquierda durante muchas décadas. Su presencia se hace todavía notar. Si la izquierda radical representa en la mayoría de casos fuerzas minoritarias y marginales, es obvio que está obligada a replegarse y a hacer concesiones. Pero sí hay algo a lo que se ha mostrado negada la izquierda radical es a hacer concesiones, como si al hacerlo atentara contra los principios del socialismo. Es bueno que la izquierda radical mantenga su identidad, pero es urgente que establezca alianzas con otras fuerzas sociales para salir del aislamiento. Y para establecer estas alianzas hay que hacer concesiones. Esto hoy día es más necesario por causa de la extinción de la URSS y de la del resto de países del Pacto de Varsovia. Debemos considerar que somos un ejército derrotado, que hemos cometido graves errores, y que en consecuencia estamos obligados a replegarnos para coger fuerza y empezar de nuevo la andadura. No podemos comportarnos como gallitos, como si lo ocurrido con la URSS no representara lo que representa: una contundente derrota del socialismo a manos del capitalismo. Tenemos que coger fuerza. Para ello hay que salir del aislamiento y hacer concesiones. Ya llevamos bastante tiempo replegados. Los pueblos de la UE no sienten el socialismo como una necesidad, menos como un bien, así que en este terreno todavía hay mucho que hacer.
5 de octubre de 2004.
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