Escuchemos a Jonathan Dancy en la sección Percepción: la elección de una teoría, de su libro Introducción a la Epistemología contemporánea: “Supongamos que, en cierta ocasión, le parece al lector que hay una pared enfrente de él, y que está en lo cierto; hay una pared y él la puede ver. ¿Qué explicación puede darse del hecho de que le parece que está enfrente de la pared? ¿Cómo explicar que suceda una determinada experiencia perceptiva? El realista tiene una respuesta con enorme atractivo, y la cuestión es la de si podemos o debemos resistirnos a su poder de atracción. La explicación parte de la existencia continuada de un objeto material con ciertas propiedades y del suceso nuevo consistente en que un perceptor se ponga en contacto (aunque sólo sea visual) con dicho objeto. La pared estaba ahí todo el tiempo, lo que explica por qué le parece a alguien, cuando llega y abre sus ojos, que ve una pared”
Antes que nada debemos preguntarnos si el modo en que plantea el problema Jonathan Dancy es adecuado. Si nos guiamos por su representación, debemos imaginarnos que en un espacio vacío, rural o urbano, hay una pared y enfrente una persona, a la que llamaremos Pedro. Si una persona corriente, a la que llamaremos Luís, pasara por ese lugar, se haría dos preguntas: una, ¿a quién se le ocurrió hacer esa pared en medio de ese cercado?, y dos, ¿qué hace esa persona enfrente de esa pared? Como es una persona corriente, Luís se confeccionó la siguiente respuesta: “Ese pobre hombre quería hacerse una pequeña casa para pasar los fines de semana; pero cuando levantó la primera pared, la policía local, como no tenía licencia, se la precintó. Y seguro que está ahora ahí pensando qué hacer o mostrando su disgusto. Porque mucho me temo, pues creo que esta zona del territorio es rural, que el Ayuntamiento envíe un tractor y le derribe la pared. No hace un mes que derribaron una casa a un kilómetro de aquí”.
Como Luís era buena persona, se acercó al lugar donde a Pedro le parecía estar viendo una pared, y le dijo: ¿Qué le pasa buen hombre? ¿Quería hacerse una casita y el Ayuntamiento no se lo permite? Nada de eso, respondió Pedro, no soy un hombre práctico sino un epistemólogo. Medito sobre un problema epistemológico de vital importancia para la ciencia: “Me parece estar viendo una pared y creo estar en lo cierto que veo una pared. Quiero dar cuenta de esta experiencia perceptiva para la posteridad”. Sin duda alguna, respondió Luís, acercándose a la pared y golpeándola, es una pared. Después sacó una cuchilla y raspó el muro y dejó al desnudo los bloques, y le reafirmó a Pedro que aquello era una pared. Luego miró a lo lejos y vio que se acercaba un tractor y un camión. En menos de diez minutos la pared había desaparecido. Luís confirmó que estaba en lo cierto, que aquella pared había sido construida de manera ilegal y que por esa razón fue derribada. Por su parte, Pedro se dirigió entonces hacia un árbol y se preguntó si estaba viendo un árbol o le parecía que estaba viendo un árbol.
Con esta pequeña narración he querido poner de manifiesto que ciertos epistemólogos modernos siguen concibiendo el mundo de forma contemplativa y no de forma práctica. Además son pobres, muy pobres, en la descripción del mundo. Pues aquella pared recibió su ser de los albañiles que contrató el propietario del terreno, y recibió su no ser de los empleados del Ayuntamiento. Tanto su construcción como su demolición tuvieron su sentido. Y así figurará en los archivos del consistorio.
La experiencia perceptiva de ver una pared (2)
No hace muchas semanas que, apoyándome en un libro de Vygotski, hablé de las relaciones existentes entre el material empírico y las premisas teóricas y metodológicas en los procesos de investigación. También señalé que toda teoría está marcada por una determinada filosofía. De estos aspectos hablaré hoy en relación con las posiciones mantenidas por Jonathan Dancy sobre la experiencia perceptiva de ver una pared, de las que di cuenta en la anterior comunicación.
Les recuerdo una parte del texto de Jonathan Dancy: “Supongamos que, en cierta ocasión, le parece al lector que hay una pared enfrente de él, y que está en lo cierto; hay una pared y él la puede ver. ¿Qué explicación puede darse del hecho de que le parece que está enfrente de la pared? ¿Cómo explicar que suceda una determinada experiencia perceptiva?”.
El material empírico en esta reflexión la constituye el hecho de que una persona está viendo una pared, y el problema teórico consiste en cómo explicar esta experiencia perceptiva. ¿Cuáles son las premisas teórico filosóficas de Jonathan Dancy que le hace representarse esa experiencia perceptiva de ese modo? A mi juicio dos fundamentales: una, que concibe la pared bajo el punto de vista del ser y no bajo el punto de vista del hacer, y dos, que concibe las cosas de forma muy abstracta o muy pobre en determinaciones. Cuando nos representamos el material empírico suministrado por Jonathan Dancy sólo vemos eso: una pared, que no sabemos de ella más que es una pared, y una persona enfrente cuya actividad se reduce a verla. Es una evidencia que esta representación tanto bajo el punto de vista del sujeto como del objeto es pobre y artificial.
Yo le daré un giro a esa representación: la haré más real y más concreta. También la presentaré bajo el punto de vista del hacer y no sólo bajo el punto de vista del ser. La representación se llenará de dinamismo y se enriquecerá con muchas determinaciones. De este modo las reflexiones sobre la naturaleza de la percepción así como sobre las formas semióticas presentes en esa experiencia estarán más próximas a la realidad. Desaparecerá esa forma enigmática de la que se dotan las reflexiones filosóficas construidas desde la contemplación y desde la metafísica. También se pondrá de manifiesto que la concepción epistemológica, cómo el sujeto conoce, está estrechamente vinculada con la concepción ontológica, con el modo de concebir la existencia de los objetos.
En una ciudad hay un solar lleno de basura. Los vecinos se han quejado al Ayuntamiento por los riesgos que comporta para la seguridad de los niños y para la salud de todos los transeúntes. El Ayuntamiento escribe una carta al propietario del solar y le comunica que tiene que limpiar el solar, levantar un muro de dos metros de altura y pintarlo de blanco. En dicho escrito se le comunica al propietario las leyes de embellecimiento de la ciudad en la que se apoya el Ayuntamiento para exigirle dicha demanda.
El propietario del solar contrata primero una compañía de limpieza y después a una constructora para hacer el muro. Hablemos sólo de la construcción del muro. Desde las ocho de la mañana llegan al lugar donde está el solar camiones cargados de bloques, arena y cemento. Otros camiones descargan la amasadora, palas, flotas, listones, y otras herramientas y materiales. La constructora envía un total de seis peones y un maestro. Y a partir de ahí empieza un frenético movimiento de factores objetos y de factores subjetivos: vemos cómo el muro empieza con las primeras filas de bloques hasta llegar a la última, cómo lo recubren con arena y cemento y cómo lo pintan. (Esta descripción puede llenarse de muchísimos más detalles, pero para los fines de la exposición con estos bastan).
De acuerdo con esta experiencia, cuando hablamos de la percepción, hablamos de la percepción de los seis operarios y del maestro de obra. Y en esta percepción compartida, en esta percepción social, intervienen todos los sentidos: la vista, el tacto, el olfato y el oído. Vemos de ese modo cumplirse dos condiciones de la percepción: que tiene por base la participación mancomunada de todos los sentidos y que tiene naturaleza social, que no se trata de la percepción aislada de un individuo sino de la percepción de varios individuos.
Esta percepción es una percepción continuada, que refleja cómo nace el muro, cómo se va haciendo poco a poco y como culmina, capta al objeto en la forma del movimiento y no en la forma del ser. Si seleccionamos epistemológicamente un individuo aislado que se limita a contemplar una pared, capta a dicha pared en la forma del ser, como quietud. Mientras que si seleccionamos epistemológicamente los individuos que hacen la pared, se capta a dicha pared en forma de movimiento. De este modo se demuestra que la concepción epistemológica determina la concepción ontológica.
El modo metafísico de concebir la pared, esto es, la forma de concebir las cosas de modo aislado, nos da una visión muy unilateral y abstracta de cómo son las cosas. Mientras que el modo dialéctico de concebir la pared, esto es, la forma de concebir las cosas en su conjunto y en sus interdependencias, nos da una visión integral y concreta de la pared. No sólo vemos una pared, sino todo lo que participa en el proceso de su creación: camiones, amasadoras, palas, carruchas, arena, listones, brazos, espaldas, manos, etcétera. Y creo que el modo dialéctico de concebir las cosas nos aproxima mucho más a cómo son las cosas en la realidad que el modo metafísico.
Si reflexionáramos sobre las formas semióticas presentes en la creación de la pared y sólo en las de naturaleza auditiva veríamos que son muchísimas y muy interesantes de analizar. También veríamos el carácter social y práctico del lenguaje, su engranaje con la práctica, con el quehacer, y no sólo como discurso interno de un lector que reflexiona sobre su experiencia perceptiva de ver una pared.
Las reflexiones en los ámbitos de la epistemología, ontología y semiótica podrían seguir, pero creo que con las que hoy he apuntado bastan para hacer evidente lo que planteé en el inicio de este trabajo.
La experiencia perceptiva de ver una pared (3)
Mariano me plantea muy atinadamente dos cuestiones: una, si la dialéctica, la concepción de las cosas como procesos, no debe incluir a la metafísica, la concepción de las cosas en la forma del ser, y dos, si la contemplación de la pared no está vinculada a la realización de la pared. (Les recuerdo que Jonathan Dancy se preguntaba sobre la experiencia perceptiva de ver una pared, y que mi crítica se dirigía a mostrar que dicho pensador sólo captaba la pared en la forma del ser y no como resultado de un proceso de trabajo)
El aspecto ontológico: dinamismo y ser
En la sección “El proceso de trabajo” de “El Capital”, podemos leer lo siguiente: “Así, pues, en el proceso de trabajo la actividad del hombre opera, a través del medio de trabajo, un cambio en el objeto de trabajo, cambio perseguido desde el principio. El proceso se extingue en el producto. El trabajo se objetiva y el objeto se elabora. Y lo que en el trabajador era dinamismo, se presenta ahora en el producto como quietud, en la forma del ser”.
De aquí podemos extraer dos ideas claves de naturaleza ontológica: una, lo que en el producto, en la pared, se presenta en la forma del ser, en el trabajador se presenta previamente como dinamismo. De manera que a la hora de concebir las cosas debemos concebirla bajo dos formas, como dinamismo y como ser; y en un determinado orden temporal: primero el dinamismo y después el ser. Y es más, la forma del ser, el producto, es resultado del proceso, del dinamismo. Lo que yo criticaba del pensamiento de Jonathan Dancy es que sólo concebía la pared en la forma del ser, dejando de lado el aspecto dinámico de la cuestión, esto es, el quehacer de los trabajadores.
La segunda idea ontológica a tener en cuenta es la siguiente: el proceso se extingue en el producto. La forma del dinamismo, esto es, el proceso de trabajo, es pasajera. La duración del trabajo tal vez no alcance la semana, mientras que el producto, el muro, la forma del ser, puede durar muchos años. Este hecho, que la forma del ser sea duradera y la forma del movimiento sea pasajera, es la causa del predominio de la forma metafísica sobre la forma dialéctica en el pensamiento de la mayoría de los filósofos.
El aspecto epistemológico: forma contemplativa y forma práctica
En la primera de las “Tesis sobre Feuerbach” de Marx podemos leer lo siguiente: “El defecto fundamental de todo el materialismo anterior –incluyendo el de Feuerbach –es que sólo concibe el objeto, la realidad, la sensoriedad, bajo la forma de objeto o de contemplación, pero no como actividad sensorial humana, como práctica, no de un modo subjetivo. De aquí que el lado activo fuese desarrollado por el idealismo, por oposición al materialismo, pero sólo de un modo abstracto, ya que el idealismo, naturalmente, no conoce la actividad real, sensorial, como tal”.
De aquí podemos extraer las siguientes ideas: una, la realidad puede ser concebida bajo la forma de objeto o como actividad sensorial humana, dos, concebir la realidad como actividad sensorial humana es concebirla de forma práctica y de modo subjetivo, tres, ha sido el idealismo quien preferentemente ha desarrollado el lado activo de la realidad, cuatro, el idealismo ha desarrollado el lado activo de la realidad de forma abstracta, y cinco, el idealismo no conoce la actividad real, sensorial, como tal. No otra cosa he pretendido con mi comunicación anterior: presentar la realidad, tomando como ejemplo la construcción de un muro, como actividad sensorial humana, como práctica, de un modo subjetivo.
La relación entre la contemplación de la pared y su realización
La producción le da el ser a los valores de uso o cosas útiles. Supongamos que sean prendas de vestir en vez del muro del que estábamos hablando. Los comercios las exponen en sus escaparates y los consumidores las contemplan. Esta es la fase en que la percepción del objeto crea la necesidad del objeto. Después el consumidor compra la prenda de vestir. Y, por último, la usa. Así que distinguiremos tres fases: una, la producción le da el ser a los vestidos, dos, en los escaparates los vestidos existen como objetos y bajo el punto de vista del consumidor en forma contemplativa, y en el consumo el vestido se realiza como valor de uso. Dicho en forma más filosófica: creación del ser, contemplación del ser y realización del ser. Entre filósofos y semiólogos predomina la visión de las cosas desde el punto de vista de la contemplación en exclusividad, olvidándose por completo de los otros dos puntos de vista: el de la creación y el de la realización.
Enero 2008
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