“El fundamento de la crítica irreligiosa es: el hombre hace la religión; la religión no hace al hombre”.
Esta es la posición marxista ante la religión. El marxista no se pregunta si Dios existe o no existe. Si se lo preguntara e intentara una repuesta, entonces estaría moviéndose en el marco conceptual de la religión. Si aceptara esa pregunta como válida, estaría aceptando la posibilidad de que es la religión la que hace al hombre. Pero la posición de Marx es la contraria: el hombre hace la religión. Por lo tanto, en la religión no encontramos otra cosa que al hombre. Dios no es más que la imagen del hombre idealizada. Luego no tiene sentido para el marxista preguntarse si Dios existe o no existe, puesto que su premisa es que Dios es una creación del hombre. Marx lo expresó así: “El hombre sólo encontró en la realidad fantástica del cielo, donde busca un superhombre, el reflejo de sí mismo”.
“La religión es, bien entendido, la autoconciencia y el autosentimiento del hombre que aún no se ha adquirido a sí mismo o ya ha vuelto ha perderse”.
Es importante esta definición de la religión. Es autoconciencia y autosentimiento. Luego la religión tiene un contenido humano donde el marxista puede reflejarse, debe mirar y debe aprender. No debe el marxista caer en posiciones sectarias. No debe creer que su autoconciencia y autosentimiento sean perfectos y que las de los demás estén colmadas de imperfecciones. Es cierto que en la autoconciencia y autosentimiento religiosos el hombre no se ha adquirido a sí mismo. Y que en consecuencia los marxistas y ateos en general buscamos una autoconciencia y autosentimiento donde el hombre se adquiera a sí mismo. Pero eso es una meta y un deseo, de momento no es una conquista.
“Pero el hombre no es un ser abstracto, agazapado fuera del mundo. El hombre es el mundo de los hombres, el Estado, la sociedad. Este Estado, esta sociedad, producen la religión, una conciencia del mundo invertida, porque ellos son un mundo invertido”.
Muy sabias estas palabras de Marx. La religión la producen la sociedad y el Estado. La religión es una conciencia del mundo invertida, donde el creador y objeto creado invierten su posición. El hombre es el creador y Dios es el objeto creado. Pero la religión invierte esta situación: Dios se presenta como el creador y el hombre como el objeto creado. Pero añade Marx una idea fundamental: el creador, esto es, la sociedad y el Estado, son un mundo invertido. La ganancia se presenta como una creación del capital global y fruto de las habilidades del capitalista en el mercado, cuando en realidad sólo es creado por el capital variable. El salario se presenta como el pago de todo el trabajo realizado por el obrero, cuando en realidad sólo le pagan el valor de su fuerza de trabajo. Y así un sinfín de cosas: el mundo capitalista es un mundo invertido.
“La misión de la historia consiste, pues, una vez que ha desaparecido el más allá de la verdad, en averiguar la verdad del más acá. Y, en primer término, la misión de la filosofía, que se halla al servicio de la historia, consiste, una vez que se ha desenmascarado la forma de santidad de la autoenajenación humana, en desenmascarar la autoenajenación en sus formas no santas. La crítica del cielo se convierte con ello en la crítica de la tierra, la crítica de la religión en la crítica del derecho, la crítica de la teología en la crítica de la política”.
En 1848 Marx consideraba que había desaparecido la verdad del más allá, que el hombre ya se había desengañado de la existencia de un mundo que no es de este mundo, y que se había desenmascarado la forma de santidad de la autoenajenación humana. De manera que consideraba que las tareas ahora eran otras: la búsqueda de la verdad del más acá -la búsqueda, por ejemplo, de porqué unos hombres son tan ricos y otros tan pobres-, y el desenmascaramiento de las formas no santas de la autoenajenación. De ahí que propusiera un cambio radical en la crítica filosófica: había que dejar atrás la crítica al cielo, a la religión y a la teología, había que transformarlas en la crítica a la tierra, al derecho y a la política.
4 de marzo de 2009.
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