Mi reflexión está motivada por el último mensaje de Alfredo Torrado. Me resultó interesante su reflexión, pero a mi juicio incurre en algunos errores teóricos. Todos esos errores están causados por falta de precisión en algunos conceptos. Y esta imprecisión se debe, en parte, a que no sigue el orden de los razonamientos de Marx. He insistido en varias ocasiones en este problema metódico.
Les transcribo en primer lugar una cita de Edmund Husserl que trata de una de las peculiaridades más importantes de las fundamentaciones: “Tienen, en primer término, el carácter de complejos fijos, por lo que respecta a su contenido. Para llegar a cierto conocimiento, no podemos escoger como puntos de partidas cualesquiera conocimientos de los inmediatamente dados; ni nos es lícito insertar en el curso restante del pensamiento, o excluir de él, cualesquiera miembros, si ha de brillar realmente la evidencia de la proposición a fundamentar, si ha de ser la fundamentación una verdadera fundamentación”.
Creo que Alfredo Torrado ha incurrido en estos errores que señala aquí Edmund Husserl. Se trata de fundamentar, de dejar claro, la naturaleza de la sustancia del valor. Se trata de demostrar que el concepto de valor está bien fundamentado y no, como opina Morishima, que es un concepto metafísico. Pero Alfredo Torrado incurre en tres errores: uno, no define bien el punto de partida, dos, excluye miembros importantes del curso del razonamiento, y tres, confunden la indeterminación con la indiferenciación.
El punto de partida es el valor de cambio, la relación de cambio entre las mercancías, el mercado. Y ahí observamos que el intercambio de mercancías se realiza haciendo abstracción del valor de uso. Pero si de las mercancías hacemos abstracción del valor de uso, no nos queda más que una propiedad: la de ser productos del trabajo.
Pero el proceso de abstracción no queda ahí y Marx lo advierte: “Pero también se nos transforma el producto del trabajo apenas lo tenemos en la mano”. Si hacemos abstracción del valor de uso, hacemos abstracción de las dos determinaciones del valor de uso: de las propiedades y de la utilidad. Pero si hacemos abstracción de la utilidad, debemos hacer abstracción del trabajo útil. Puesto que en la utilidad del valor de uso está representado el trabajo útil.
Así que Mercancía – Valor de uso = Producto de trabajo. Pero como Valor de uso= propiedades + utilidades + trabajo útil, al producto del trabajo hay que restarle el trabajo útil. Y si hacemos esto, sólo nos queda el trabajo abstracto, sólo nos queda el hecho de que en las mercancías se ha gastado trabajo humano sin tener en cuenta la forma de su gasto.
A este trabajo se le llama trabajo indiferenciado. ¿Por qué? Porque no sabemos la forma en que se ha gastado. No sabemos si se ha gastado en forma de tejeduría, de albañilería, etc. Pero no debe llamarse indeterminado. La determinación o contenido principal del valor es el gasto de fuerza de trabajo. Es una determinación que se da en el sujeto y no en el objeto. De modo que hay que verla en el sujeto y no en el objeto.
Después que se ha realizado el proceso de abstracción, Marx dice lo siguiente: “No ha quedado de ellos nada más que la misma objetividad espectral, una simple gelatina de trabajo humano indiferenciado, es decir, gasto de fuerza de trabajo sin tener en cuenta la forma de su gasto. Estas cosas no representan ahora más que el hecho de que en su producción se gastó fuerza de trabajo humana, que se ha acumulado trabajo humano”.
Para que todas las mercancías sólo representen que en ellas se ha gastado fuerza de trabajo humano, es necesario realizar el proceso de abstracción descrito anteriormente. Si no se realiza tal proceso de abstracción, entonces las mercancías no representan que en ellas sólo se ha gastado fuerza de trabajo humano.
Ahora presten atención a lo de “objetividad espectral”. El valor concebido así, como gastos de fuerza de trabajo cristalizado en la mercancía, carece de objetividad. Y, por lo tanto, no es perceptible. Sólo adquiere objetividad en la relación de cambio con otra mercancía. Y sólo así se hace perceptible. Pero este problema, la conquista de objetividad por parte del valor, pertenece a otra sección: la forma del valor.
El gasto de fuerza de trabajo es objetivo en el sujeto, pero no lo es en el objeto. Y a este respecto hay que recordar las sabias palabras de Marx contenidas en la sección dedicada al análisis del contenido de la forma relativa del valor: “La fuerza de trabajo humana en estado fluido crea valor, pero no es valor. Se convierte en valor en estado coagulado, en forma objetiva”. Así que hay que distinguir con claridad dos estados en la fuerza de trabajo humana: estado fluido y estado coagulado.
Así que es errónea la afirmación de Alfredo Torrado de que “el valor consiste en ser producto del trabajo”, puesto que el valor de uso también es producto del trabajo.
En otra ocasión hablaré de una categoría filosófica muy importante en El Capital: sustancia social.
1 de mayo de 2009.
La naturaleza del valor (2)
1. Supongamos que en una mesa un carpintero ha empleado 8 horas de trabajo social medio. Con estas 8 horas medimos el gasto de su fuerza de trabajo. Esto sucede en la producción y esta determinación del valor es plenamente objetiva.
2. Si bien es objetivo que el carpintero ha gastado su fuerza de trabajo en producir la mesa, lo que no es objetivo, no es perceptible, es que en la mesa exista ese trabajo acumulado. Podemos representárnoslo, pero no percibirlo. El valor concebido de este modo, existiendo de forma inmanente en la mesa, carece de existencia objetiva. Y la afirmación de que carece de existencia objetiva, no supone la afirmación contraria: que su existencia es puramente subjetiva.
3. Pero como la objetividad del valor es puramente social, y esto tú lo señalas, su objetividad sólo puede manifestarse en la relación de una mercancía con otra. Y esta relación es la que produce el valor en forma objetiva: el dinero. Por lo tanto, el valor sí existe en forma objetiva: como dinero.
4. El concepto de sustancia no es idéntico al de contenido y Marx no lo usa para el mismo fin. En El Capital de Marx es fundamental la concepción de la sustancia como sujeto. Y esta concepción la hereda de Hegel. Supongamos que en una mesa se ha gastado 8 horas de trabajo social medio, que en diez kilo de harina se han gastado 8 horas de trabajo social medio y que en un reloj se haya gastado la misma cantidad de trabajo social medio. Concebir la sustancia como sujeto supone la siguiente representación: 8 horas de trabajo social medio puede existir en forma de 1 mesa, de 1 reloj y de 10 kilos de harina. O expresado a la inversa: 1 mesa, 1 reloj y 10 kilos de harina son formas particulares de existencia de la misma cantidad de valor: 8 horas de trabajo social medio.
5. La concepción de la sustancia como sujeto aparece explicitado en la sección dedica a la circulación del dinero como capital. Allí Marx se expresa en los siguientes términos: “El valor deviene aquí el sujeto de un proceso en el que, bajo el continuo cambio de las formas de dinero y mercancía, varía su propia magnitud”.
5 de mayo de 2009.
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