Escuchemos primero las tres últimas ideas del Tractatus Logico-Philosophicus de Ludwig Wittgenstein:
6.53 El verdadero método de la filosofía sería propiamente éste: no decir nada, sino aquello que se puede decir; es decir, las proposiciones de la ciencia natural; y siempre que alguien quisiera decir algo de carácter metafísico, demostrarle que no ha dado significado a ciertos signos en sus proposiciones. Este método dejaría descontentos a los demás, pero sería el único estrictamente correcto.
6.54 Mis proposiciones son esclarecedoras de este modo; que quien me comprende acaba por reconocer que carecen de sentido, siempre que el que comprenda haya salido a través de ellas fuera de ellas.
Debe superar estas proposiciones; entonces tiene la justa visión del mundo.
7 De lo que no se puede hablar, mejor es callarse.
Analicemos la idea 6.53. De acuerdo con Wittgenstein sólo podemos decir las proposiciones de las ciencias naturales, todo lo que no sean las proposiciones de las ciencias naturales no puede decirse. Es decir, no podemos decir nada de economía, de historia y de sociedad. No podemos decir nada donde el hombre esté por medio como objeto y agente de los fenómenos que investiguemos. Wittgenstein peca gravemente de reduccionista y de engreimiento naturista. Pero dentro de las ciencias naturales, de las únicas que podemos decir de Wittgenstein que está cualificado son dos: la lingüística y la lógica formal. Del resto de las ciencias naturales no es ningún especialista ni dijo nada interesante. Y sobre las ciencias sociales no tiene ninguna cualificación. La pregunta que debemos hacernos ahora es la siguiente: ¿Cómo un pensador con una especialización tan unilateral pretende hacer afirmaciones tan universales? Porque los lógicos formales son así. Porque los lógicos formales creen que la lógica es la lógica formal. Porque los lógicos formales desconocen por completo a Hegel y a Marx. La lógica formal es una de las ciencias más formales y externas que existen, cuyos progresos se deben al vaciado de contenido del mundo, y, sin embargo, sus representantes quieren formular ideas decisivas sobre el mundo.
Pensemos sólo por un momento en lo que dice Wittgenstein sobre el mundo, comprobemos que vaciedades dice, comprobemos cuanta ausencia de vida y realidad hay en sus palabras. Todo esto lo dice en el inicio de su Tractatus: “El mundo es todo lo que acaece. El mundo es la totalidad de los hechos, de las cosas. El mundo está determinado por los hechos y por ser todos los hechos. Porque la totalidad de los hechos determina lo que acaece y también lo que no acaece. Los hechos en el espacio lógico con el mundo. El mundo se divide en hechos. Cualquier cosa puede acaecer o no acaecer y todo el resto permanece igual. Lo que acaece, el hecho, es la existencia de los hechos atómicos. El hecho atómico es una combinación de objetos (entidades, cosas)”. Pregunta inevitable: ¿De qué está hecho el mundo del que nos habla Wittgenstein? Respuesta: de hechos, de hechos que acaecen, de hechos atómicos, de combinaciones de objetos, cosas y entidades. Repitamos entonces la pregunta: ¿De qué está hecho el mundo del que nos habla Wittgenstein? Respuesta: de abstracciones, de las abstracciones más vacías que haya parido el pensamiento humano. Segunda pregunta inevitable: ¿Es el mundo humano tan vacío y abstracto? Yo creo que no. Sólo basta con pasear por una gran ciudad, ir a unas grandes almacenes o asistir la a sufrida Irak para comprobar que el mundo tiene una riqueza de contenido infinita.
Sigamos con el análisis de la idea 6. Según Wittgenstein, para demostrar que alguien ha dicho cosas de carácter metafísico, sólo basta con demostrar que no ha dado significado a ciertos signos en sus proposiciones. La cuestión ahora es saber qué se cataloga como metafísica y quién realiza esa catalogación y qué le da ese derecho o capacidad al catalogador. Les pongo un ejemplo. Marx dice que las mercancías tienen valor porque en ellas se ha gastado una determinada cantidad de trabajo humano, más estrictamente, se ha gastado la cantidad de trabajo socialmente necesario. Sin embargo, los economistas convencionales, esto es, los economistas burgueses, dicen que el concepto de valor de Marx es metafísico. Supuestamente ellos han demostrado que algunos signos de las proposiciones de la teoría del valor de Marx no tienen significado. Y si no lo han demostrado, sencillamente dicen que ciertos signos de las proposiciones de Marx carecen de significado. Pero formulemos una pregunta oportuna: ¿Son los intereses de la ciencia los que mueven a los economistas burgueses a hacer esa catalogación o son los intereses económicos de los capitalistas? Sin duda que son lo intereses de clase lo que mueven a formular esa catalogación. ¿Qué sucedería si los economistas convencionales aceptaran la teoría del valor de Marx? Que tendrían que aceptar la expropiación de los capitalistas de su patrimonio empresarial y de buena parte de su patrimonio personal. Vemos como en su inocencia lógico formal las ideas de Wittgenstein sirve a los intereses de los capitalistas.
Marzo 2010
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