Los partidos marxistas se llamaban originariamente partidos obreros socialdemócratas. Como consecuencia de las diferencias de táctica durante la primera guerra mundial, Lenin propuso llamar partidos comunistas a los partidos marxistas.
Pero dado la experiencia del socialismo real la palabra “comunista” está estrechamente vinculada a represión y fascismo. Las palabras, en este caso la palabra “comunista”, no tienen un significado de por vida, sufren cambios de significados porque son reflejos del mundo donde se emplean. De ahí que yo, a mi juicio, no me guste presentarme como comunista. Y no creo que el ser de una cosa dependa del nombre que se le ponga. Así que creo totalmente legítimo que los marxistas podamos declararnos y reconocernos como socialistas.
Hay personas que siguen atadas a un nombre como si con ello estuvieran asegurando una esencia, pero en verdad sólo están asegurando un símbolo. Pero los seres humanos no viven de símbolos sino de realidades. Algo parecido sucede con los trabajadores cubanos: quieren vivir mejor, disfrutar de una mayor riqueza, no de banderas rojas con la hoz y el martillo. No siempre es época de revolución, hay también época de construcción. Y en la época de la construcción no se puede estar pregonando continuamente que se está en la época de la revolución. Se agotan así las energías del pueblo trabajador.
3 de junio de 2010.
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