jueves, 30 de septiembre de 2010

Señor y siervo

                                                  
(Leyendo y entendiendo a Hegel)

La mayor dificultad a la que nos enfrentamos cuando leemos a Hegel es que nos resulta muy difícil representarnos lo que nos dice. Es sin duda uno de los pensadores más abstractos que han existido jamás. Por abstracto entendemos aquí lo opuesto a lo sensible o lo que hace dejación de lo sensible. Persigo dos cosas con en este trabajo: una, que el lector se familiarice con los conceptos de Hegel, y dos, traducir al plano de la sensibilidad el pensamiento del filósofo alemán. Lo primero que haré será transcribir el texto de Hegel en su conjunto, y después pasaré a analizarlo por partes. El lector puede ahorrarse la lectura de la cita de Hegel e ir directamente a la parte analítica, pero yo le recomiendo que la lea en su conjunto para que observe la riqueza categorial del texto y el predominio absoluto de las categorías abstractas. El libro del que he tomado la cita de Hegel pertenece a la obra que Marx catalogó como la verdadera cuna y el secreto de la filosofía hegeliana: Fenomenología del espíritu. En concreto la he tomado de la sección  Señor y siervo  del  capítulo dedicado a la autoconciencia.





La cita de Hegel



“…una es la conciencia independiente que tiene por esencia el ser para sí, otra la conciencia dependiente, cuya esencia es la vida o el ser para otro; la primera es el señor, la segunda el siervo.



3. Señor y siervo



El señor es la conciencia  que es para sí, pero ya no simplemente el concepto de ella, sino una conciencia que es para sí, que es mediación consigo a través de otra conciencia, a saber: una conciencia a cuya esencia pertenece el estar sintetizada  con el ser independiente o la coseidad en general. El señor se relaciona con estos dos momentos: con una cosa como tal, objeto de las apetencias, y con la conciencia para la que la coseidad es los esencial; y en cuanto que él, el señor, a) como concepto de la autoconciencia, es relación inmediata del ser para sí, pero, al mismo tiempo, b) como mediación o como un ser para sí que sólo es para sí por medio de otro, se relaciona a) de un modo inmediato, con ambos momentos y b) de un modo mediato, a cada uno de ellos por medio del otro. El señor se relaciona con el siervo de un modo mediato, a través del ser independiente, pues a esto precisamente es a lo que se halla sujeto el siervo; ésta es su cadena, de la que no puede abstraerse en la lucha, y por ella se demuestra como dependiente, como algo que tiene la independencia en la coseidad. Pero el señor es la potencia sobre este ser, pues ha demostrado en la lucha que sólo vale para él como algo negativo; y, la ser la potencia que se halla por encima de este ser y este ser, a su vez, la potencia colocada por el encima del otro, así en este silogismo tiene bajo sí a este otro. Y, asimismo, el señor se relaciona con la cosa de un modo mediato, pro medio del siervo; el siervo, como autoconciencia en general, se relaciona también de un modo negativo con la cosa y la supera; pero, al mismo tiempo, la cosa es para él algo independiente, por lo cual no puedo consumar su destrucción por medio de su negación, sino que se limita a transformarla. Por el contrario, a través de esta mediación la relación inmediata se convierte, para el señor, en la pura negación de la misma o en el goce, lo que la apetencia no lograra lo logra él: acabar con aquello y encontrara la satisfacción en el goce. La apetencia no podía lograra esto a causa de la independencia de la cosa; en cambio el señor, que ha intercalado al siervo entre la cosa y él, no hace con ello más que unirse a la dependencia de la cosa y gozarla puramente; pero abandona el lado de la independencia  de la cosa al siervo, que la transforma”.





Ser para sí y ser para otro como relación externa



“…tenemos que estos dos momentos son como dos figuras contrapuestas de la conciencia; una es la conciencia independiente que tiene por esencia el ser para sí, otra la conciencia dependiente, cuya esencia es la vida o el ser para otro; la primera es el señor; la segunda el siervo”. Pág. 115.



Hegel define la conciencia independiente como la conciencia que es para sí y la conciencia dependiente como la conciencia que es para otro. Luego debemos antes que nada aclarar que significan las expresiones  “ser para sí” y “ser para otro” aplicados al señor y al siervo respectivamente. El siervo representa el ser para otro en cuanto  trabaja no para sí mismo sino para el señor; mientras que el señor representa el ser para sí en tanto el siervo trabaja para él. El esclavo también sería una conciencia que es para otro, como el esclavista sería una conciencia que es para sí. Ocurre lo mismo en el moderno capitalismo: el capitalista es una conciencia que es para sí, mientras que el trabajador es una conciencia que es para otro.



Algunos pensadores creen, por haber estudiado de forma superficial estas categorías filosóficas, que la forma lógica “ser para sí” supone la negación del otro, que nadie puede ser para sí sin negar al otro, pero según Hegel, tal y como hemos leído en este primer fragmento de su texto,  nadie puede ser para sí sino por medio del otro. Dicho de otro modo: el ser para sí incluye la mediación del otro. Esta es una de las grandes virtudes del pensamiento de Hegel: destacar de forma notable el papel de la interdependencia en la construcción del individuo y de su conciencia.





Ser para sí y ser para otro como relación interna



Apliquemos estos dos conceptos, ser para sí y ser para otro, a la jornada laboral y a sus dos partes: trabajo necesario y plustrabajo. Durante tres días de la semana el siervo trabaja en sus propias tierras para sí mismo, es la parte de la jornada laboral durante la cual produce sus medios de subsistencia; mientras que durante los otros tres días de la semana el siervo trabaja en las tierras del señor, es la parte de la jornada laboral durante la cual produce riqueza  para el otro.



Al principio la división entre ser para sí y ser para otro se presentaba como una contradicción externa y se repartían entre dos personas distintas: el señor y el siervo. Pero al observar la jornada laboral, nos hemos dado cuenta que la división entre ser para sí y ser para otro se presenta también como una contradicción interna que afecta a una sola persona: el siervo.





La mediación y la coseidad



“El señor es la conciencia que es para sí, pero ya no simplemente el concepto de ella, sino  una conciencia que es mediación consigo a través de otra conciencia, a saber: una conciencia a cuya esencia pertenece el estar sintetizada con el ser independiente o la coseidad en general”. Pág. 117.



Enumeremos las ideas aquí contenidas para no llevarnos a confusión. El señor es la conciencia que es para sí y el siervo es la otra conciencia. El señor es la conciencia que es para sí de dos modos: una, como concepto, y dos, como mediación consigo a través de otra conciencia. Y la esencia de esta otra conciencia, el siervo, consiste en estar sintetizada con la coseidad en general. Pasemos ahora a aclarar estos conceptos.



Empecemos por el concepto de mediación. En toda relación cada uno de los extremos lo es por medio del otro. Así en la relación social entre el señor y el siervo, el señor es tal señor por medio del siervo, y el siervo es tal siervo por medio de la relación con el señor. El señor en sí mismo, fuera de la relación con el siervo, no es más que un hombre en general; lo mismo sucede con el siervo. De ahí que Hegel diga que el señor es la conciencia que es para sí por medio de otra conciencia, esto es, por medio del siervo. Este concepto de mediación es extensible a cualquier clase de relación: la del capitalista con el trabajador, la del esclavista con el esclavo, la del esposo con la esposa, la del padre con el hijo, etc. 



¿Qué es el ser independiente o la coseidad en general? La tierra, las semillas, los aperos, el ganado y resto de medios de producción. Hegel habla del siervo como de la otra conciencia y de ella dice que a su esencia pertenece el estar sintetiza con el ser independiente o la coseidad en general. ¿Cuál es entonces la esencia del siervo expresándola de forma sensible? Estar sintetizado con la tierra, la semilla, los aperos, el ganado y el resto de los medios de producción. Jamás se me hubiera ocurrido a mí hablar de la forma en que lo hace Hegel: el trabajador es una conciencia a cuya esencia pertenece estar sintetizada con los medios de producción. Y en el caso del siervo esta síntesis es mayor que en el caso del trabajador asalariado en la época capitalista, puesto que en la época feudal el campesino no era libre de abandonar la tierra  que el señor le había asignado.  Y en el caso del esclavo esta síntesis llega a tal extremo que el propio esclavo es también coseidad y se le trata como tal: se le compra y se le vende.



Es un error, en el que incurren muchos autores influenciados por Lacan,  hablar del señor y del siervo en términos de amo y esclavo. De forma accidental o contingente se podría afirmar que en determinados periodos y lugares,  los siervos o los trabajadores asalariados son tratados como esclavos  y los señores feudales y los capitalistas pueden ser correspondientemente catalogados de amos. Pero bajo un punto de vista esencial no debe establecerse tal equivalencia: hay diferencias cualitativas entre el régimen esclavista y el régimen feudal, y muchas más las hay entre el régimen esclavista y el régimen capitalista. Así que el uso de las categorías de amo y esclavo debe circunscribirse en exclusividad a la época esclavista. La confusión nunca es buena y la presentación de los hechos accidentales y contingentes como expresión de relaciones esenciales es un error teórico que debe evitarse a toda costa.



Hegel no presenta al señor como una  conciencia que es para sí de modo inmediato, sino que es para sí a través de otra conciencia: el siervo. “El señor se relaciona con estos dos momentos: con una cosa como tal, objeto de las apetencias, y con la conciencia para la que la coseidad es lo esencial;…” Hay tres momentos a destacar aquí: el señor, el siervo y la coseidad. Hablé antes sólo de la coseidad como medios de producción, pero también los productos del trabajo son coseidad. Y aquí Hegel se refiere específicamente a los productos del trabajo que son objetos de consumo, por eso habla de ellos como objetos de las apetencias. Los medios de trabajo y las materias primas son también coseidad, pero no son objetos de las apetencias.



Lo que señala aquí Hegel es que el señor se relaciona con los dos momentos restantes: el siervo y la coseidad de forma inmediata y de forma mediata: “…y en cuanto que él, el señor, a) como concepto de la autoconciencia, es relación inmediata del ser para sí, pero,  al mismo tiempo, b) como mediación o como un ser para sí que sólo es para sí por medio de otro, se relaciona a) de un modo inmediato con ambos momentos, y b) de un modo mediato, a cada uno de ellos por medio del otro”. Para entender este párrafo es necesario fijarse en la siguiente pareja de contrarios: inmediato y  mediato. La autoconciencia en tanto relación del ser para sí es inmediata y mediata. En tanto concepto es para sí de forma inmediata, pero en tanto realidad externa la autoconciencia es para sí por medio de otra conciencia.



Paso a aclarar estos últimos contenidos conceptuales. El señor se relaciona de un modo inmediato tanto con el siervo como con los frutos de la tierra: por una parte,  se relaciona de forma inmediata con los siervos cuando estos habitan en el castillo y reciben toda clase de órdenes de trabajo del señor, o cuando el señor se presenta en la casa del siervo y hace todo lo que su arbitrariedad le dicte; y por otra parte, se relaciona directamente con los productos del trabajo del siervo cuando los consume.  Pero también se relaciona de forma mediata con los dos: por una parte, se relaciona con el siervo  a través de la tierra de la cual es su propietario, y por otra parte, se relaciona con los productos de la tierra por medio del siervo que es quien los produce. 







El ser independiente como la cadena del siervo



El señor se relaciona con el siervo de un modo mediato, a través del ser independiente, pues a esto es a lo que se halla sujeto el siervo; ésta es su cadena, de la que no puede abstraerse en la lucha, y por ella se demuestra como dependiente, como algo que tiene su independencia en la coseidad”.



El señor se relaciona con el siervo de modo mediato, a través del ser independiente, esto es, a través de los medios de producción. Esto ya lo habíamos dicho antes. Lo nuevo es que el siervo se halla sujeto a la coseidad –a la tierra-, y por ello se demuestra su dependencia. La coseidad es la cadena del siervo. Si bien el siervo tiene su dependencia en la coseidad, el señor tiene su independencia.  Afirmar que la coseidad es la cadena del siervo es afirmar que el siervo no puede libremente abandonar las tierras del señor. Y afirmar que el señor tiene su independencia en la coseidad es afirmar que el señor es su propietario. No hay ser más independiente que aquel que es propietario de los medios para producir riquezas: los otros han de trabajar para él si quieren vivir. Por el contrario: no hay ser más dependiente que aquel que carece de medios para producir riquezas: ha de trabajar para el otro si quiere estar vivo.





El silogismo entre el señor, la coseidad y el siervo



“Pero el señor es la potencia sobre este ser –la coseidad –, pues ha demostrado en la lucha que sólo vale para él como algo negativo; y, al ser la potencia que se halla sobre este ser y este ser, a su vez, la potencia colada por encima del otro –el siervo –así en este silogismo tiene bajo sí a este otro”.



El señor feudal es la potencia sobre la tierra: es su dueño. A su vez la tierra es la potencia sobre el siervo: no es libre de abandonar las tierras del señor y, además, tiene que trabajarla para producir bienes para el señor y para él mismo. De manera que en este silogismo el señor tiene bajo sí al siervo. Esto sucede de forma idéntica en el capitalismo: el obrero sólo puede vivir si trabaja, y para trabajar tiene que caer bajo el poder de medios de producción ajenos, y estos medios de producción son de propiedad del capitalista. Así el capitalista tiene bajo sí al obrero por medio de los medios de producción.





Consumo y transformación de la coseidad



“Y, a sí mismo, el señor se relaciona con la cosa de un modo mediato, por medio del siervo; el siervo, como autoconciencia en general, se relaciona también de un modo negativo con la cosa y la supera; pero, al mismo tiempo, la cosa es para él algo independiente, por lo cual no puede consumar su destrucción por medio de su negación, sino que se limita a transformarla”.



Para el siervo los productos de la tierra, los que él obtiene trabajando, son independientes de su ser, puesto que no es su propietario. Al igual que la tierra  no es de su propiedad, del mismo modo no lo son los productos que se obtienen de ella. No puede consumar la destrucción de estos productos por medio de la negación, esto es, no puede consumirlos. Y no puede hacerlo porque pertenecen al señor, igual que el producto de la empresa capitalista pertenece al capitalista. Lo único que puede hacer el siervo es transformar la tierra en medios de consumo.



“Por el contrario, a través de esta mediación la relación inmediata se convierte, para el señor, en la pura negación de la misma o en el goce, lo que la apetencia no lograra lo logra él: acabar con aquello y encontrar satisfacción en el goce.”



El siervo se relaciona de un modo inmediato con la coseidad –la tierra, los aperos y los productos del trabajo –trabajando. Mientras que el señor se relaciona con los productos del trabajo del siervo también de un modo inmediato, pero en otra modalidad de movimiento: consumiendo. En la apetencia la coseidad conserva su independencia y no se puede consumar su negación. Esto sí se logra en el consumo o goce. Es como cuando vemos a los pobres mirar desconsolados los escaparates repletos de alimentos: sólo pueden apetecerlos. Y así, bajo esa modalidad del ser, los alimentos conservan su independencia.



Para los intelectuales educados en exclusividad en la lógica formal la negación sólo puede ser expresada con rigor por el adverbio “no” y bajo las condiciones de esa ciencia. Así si digo: el cielo es azul. Su negación sería: el cielo no es azul. Pero el lenguaje con su rico acervo de categorías y su multivocidad significativa no puede limitarse a los estrechos límites y dictados de la lógica formal. Tampoco debe admitirse que toda definición de significados que no se encuentre en los marcos de la lógica formal no es lógica y carece de sentido riguroso. Ninguna ciencia puede ejercer el papel de imperialismo sobre las otras. Y eso va también por la Lógica Formal. Vayamos pues al significado de negación en el ámbito de los problemas que nos ocupa. Quien consume un pan, quien lo hace desaparecer, niega de forma práctica su existencia. No se trata de la negación formal de “eso no es pan”, sino de la negación existencial de los medios de subsistencia, esto es, de su consumo.





La dependencia y la independencia de la cosa



“La apetencia no podía lograr esto a causa de la independencia de la cosa; en cambio, el señor, que ha intercalado al siervo entre la cosa y él, no hace con ello más que unirse a la dependencia de la cosa y gozarla puramente; pero abandona el lado de la independencia de la cosa al siervo, que la transforma”.



¡Qué formas tan ocurrentes y peculiares tiene Hegel de hablar de la realidad! La cosa es independiente y la cosa es dependiente. Aquí la cosa son dos cosas: la materia prima y los productos elaborados. Para el siervo la cosa, esto es,  la materia prima,  se conserva en su independencia, no puede unirse a ella, por eso no le queda más remedio que transformarla. Mientras que el señor no la transforma, sino que se une a la dependencia de la cosa, esto es, a los medios de consumo,  y así la goza puramente. ¿Y por qué el goce de la cosa por parte del señor es puro? Porque no se ha manchado las manos elaborándola.





Conclusión



A tenor de lo dicho parece que lo deseable para el trabajador es que se convierte en un ser para sí. Pero según vimos al analizar el caso del señor feudal es que éste era para sí por medio del siervo que trabajaba para él. De lo cual concluimos que nadie puede ser para sí, si otro no trabaja para él. ¿Cómo resolver esta cuestión? Pensemos en una sociedad socialista con predominio absoluto de la propiedad pública. El otro tiene aquí un significado distinto que el otro en las sociedades donde predomina la propiedad privada sobre los medios de producción. El otro somos todos. Siempre habrá necesidades colectivas que satisfacer: sanitarias, educativas, infraestructuras, etc. Luego  una parte de la jornada laboral tiene que destinarse a producir la riqueza necesaria para cubrir las necesidades colectivas. Llegamos a este punto las cosas quedarían como sigue: durante una parte de la jornada laboral el obrero trabajaría para sí mismo, y durante la otra parte trabajaría para el otro. Pero en este caso  el otro no es un individuo o un conjunto de individuos propietarios privados de los medios de producción, sino la totalidad de la sociedad. Luego las formas lógico filosóficas “ser para sí” y “ser para otro” se conservan en el socialismo, pero varía el contenido del ser para otro: en el caso de las sociedades divididas en clases el otro son las clases explotadoras, mientras que en las sociedades socialistas el otro sería la totalidad de la sociedad. Es decir: el otro no es más que cada uno  junto a los demás.






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