El 28 de diciembre de 2011 fue publicado en Rebelión un artículo de Roberto Herrera titulado El sectarismo, ¿enfermedad congénita del marxismo leninismo? De todas sus afirmaciones entresaco aquella donde expone lo que a su juicio constituye la naturaleza y causas del sectarismo: “Como podemos constatar empíricamente, el sectarismo político deviene por exceso de conocimiento o por su carencia, por fortaleza o debilidad, por soberbia o estupidez”. En prácticas sectarias pueden incurrir todos los partidos políticos y todas las personas de este mundo. Del mal nadie se libra. Pero una cosa es incurrir esporádicamente en prácticas sectarias y otra muy distinta es ser sectario por naturaleza y por toda la vida. De esta última clase de sectarismo participan los partidos de la extrema izquierda: los partidos autoproclamados marxistas leninistas y trotskista. De estos partidos se puede decir que el sectarismo lo llevan en la sangre. No obstante, no creo que las causas del sectarismo sean aquellas que enumera Roberto Herrera. Así que sin más dilación paso a darles mi propia visión del problema.
La pequeña burguesía
El término “pequeñoburgués” está muy desacreditado. Los partidos de la extrema izquierda han hecho muy mal uso de ese término. Es tal vez una de las etiquetas más usadas para desacreditar al oponente. Cualquier acción podía ser catalogada de pequeño burguesa: comprar un automóvil de cierta calidad, vestir bien o cuidar la imagen. El verdadero revolucionario, a ojos de los extremistas, se presenta como un hombre mal vestido, barbado y desaliñado. Todo esto es ya muy antiguo, pero todavía esta mentalidad sigue predominando en muchos grupúsculos. Y claro está: con esta mentalidad y con este estilo de vida no atraen a nadie.
Nosotros queremos recuperar el sentido verdadero del concepto de pequeño burgués. Se trata de un pequeño capitalista o de un profesional con un ingreso superior al del obrero común, cuya característica ideológica fundamental es no saber ver más allá de las cuatro paredes de su negocio o de su profesión. Si observamos a los llamados partidos marxistas leninistas y trotskista, veremos que son muchos y pequeños. En España podemos contar hasta más de cincuenta. Carecen de representación parlamentaria y sus seguidores sólo se cuentan por centenares. Sin duda que los dirigentes de estos partidos son incapaces de mirar más allá de sus cuatro paredes e inevitablemente, aunque sean obreros, estudiantes y parados, se hacen con la mentalidad del pequeño burgués. Esta es la naturaleza de clase del sectarismo estructural de los partidos de extrema izquierda: representan a la pequeña burguesía de visión limitada.
El mundo y la representación del mundo
Pertenece al abecé del materialismo marxista saber distinguir con claridad entre el mundo y la representación del mundo. El gran error político de la pequeña burguesía extremista es tomar su representación del mundo por el propio mundo. Es propio de los partidos de la extrema izquierda no tener una visión realista del mundo, aunque se declaren materialistas de pura cepa, y ver las perspectivas de la revolución en cualquier lugar y en cualquier momento. Sólo hay que oírlos hablar. Están en otro mundo. Usan un lenguaje generalista y abstracto. Aunque se llenan la boca con la palabra “masa” en realidad no saben lo que las masas sociales quieren. Y se arrogan el derecho de representar a los trabajadores y a sus intereses económicos e históricos. Son quijotes. Siguen creyendo que los trabajadores son los del siglo XIX y hablan de ellos como si no tuvieran nada que perder y como si estuvieran dispuestos potencialmente a hacer la revolución socialista mañana mismo, si se presentara la ocasión. Creen en la producción espontánea de la conciencia. Son soñadores. Y esta ideología, la de tomar la representación del mundo por el propio mundo, es una de las causas de su envenenado sectarismo.
Ideas y poder
Todos estos partidos carecen de poder político. No sólo carecen de representación parlamentaria sino que también carecen de base social. Se mantienen sobre su escueta militancia. Sin embargo, lanzan a la calle consignas desproporcionadas respecto del poder político que ostentan: huelga general, toma del poder, boicot de las elecciones. Esta es otra de las causas de su enfermizo sectarismo. Divorcio total entre sus ideas programáticas y su poder político. Cuanto menos poder tienen, más cambios radicales y profundos pretenden. Son idealistas. Creen que el poder les llegará un día de sorpresa, cuando se acumulen las contradicciones en el sistema capitalista y la gente no pueda más. Creen que llegados ese momento la gente los va a reconocer como vanguardia, como alternativa, como futuro. Y como resulta que las grandes mayorías sociales no los conocen, no los podrán reconocer como vanguardias. Seguirán siendo fuerzas marginales. Seguirán soñando. Seguirán llenándose la boca con la palabra “revolución”. Y seguirán vaticinando la caída del capitalismo todos los años, todos los meses, todos los días. Seguirán hipnotizados.
Resumen
Las causas del sectarismo en la izquierda radical son tres: uno, dominio de la visión limitada del pequeño burgués y predominio del partido pequeño; dos, quijotismo: tomar la representación del mundo por el propio mundo; y tres, divorcio entre las ideas programáticas y su poder político.
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