Las citas de Peirce las he tomado del trabajo
de Robert Marty titulado “Las 76
definiciones del signo de Peirce”, en concreto del apartado identificado como
“Caracteres de los signos: 5 – 1873 – C.P. 7-356 – Lógica. Capítulo 5”. http://perso.numericable.fr/robert.marty/semiotique/76def-sp.htm
Escuchemos por primera vez a Peirce: “En primer
lugar, un signo debe poseer en sí ciertas cualidades que sirvan para
distinguirlo. Por ejemplo, una palabra debe tener un sonido peculiar diferente del de otra, pero no interesa de
qué sonido se trate, siempre y cuando sea algo distinguible”.
Primera objeción: Todo objeto tiene unos rasgos que
lo identifican. A eso lo llamo yo valor referencial o valor de identidad de un
objeto. No es privativo de los signos tener un valor de identidad. Todas las
cosas, todos los entes, deben tener un valor de identidad. Y justamente el
valor de identidad de cada cosa permite distinguirla del resto. Por lo tanto,
el valor de identidad o valor diferencial no es un valor que caracterice
específicamente al signo.
Segunda objeción: No veo adecuado, resulta confuso,
que Peirce emplee la palabra
“cualidad” para hablar de los
rasgos de identidad de un objeto. La palabra cualidad tiene muchos contenidos
conceptuales. De ahí que, en caso de
emplearse, deba acotarse su extensión. Operación
que Peirce no realizó. Pero en todo caso no es necesario su empleo para hablar
del valor referencial o valor de identidad.
Creo que es más pertinente hablar de rasgos. También sucede que Peirce,
como muchos otros pensadores, plantea el concepto de identidad bajo el punto de
vista de la diferencia. Dicho de otro modo: no llegó a captar la necesidad del
concepto de identidad para la semiótica. De ahí que no llegara jamás a plantearse su
elaboración. Y el valor de identidad o valor referencial, de acuerdo con mi
concepción, es el concepto primero de la Semiótica.
Escuchemos a Peirce por segunda vez: “En segundo
lugar, un signo debe tener una verdadera conexión física con la cosa a la que
significa, de manera que sea afectado por esa cosa. Así, una veleta, que es
signo de la dirección del viento, debe girar realmente con el viento”. Aquí
sale a relucir uno de los grandes defectos de Peirce: habló primero de una
palabra y a continuación habló de una veleta, sin saberse de antemano si ambos
entes pueden ser incluidos en un mismo conjunto. Y en caso de que puedan ser
incluidos en el mismo conjunto, pues esto es lo que hace Peirce, debe decirse
cuáles son los aspectos que lo diferencian. Pues estos aspectos que lo
diferencian no deben ser constitutivos de la definición específica del signo. Pero
Peirce es así: salta de un objeto particular a otro objeto particular sin
realizar el necesario proceso de abstracción, que nos dé lo que hay de común
entre ambos objetos y reste lo que hay de diferente. Resulta además que lo que
señala para el segundo ejemplo como rasgo constitutivo de un signo, “un signo
debe tener una verdadera conexión física con la cosa a la que significa, de
manera que sea afectado por esa cosa”, no se cumple para el primer ejemplo que
ha escogido de signo, para la palabra. No existe conexión física entre la
palabra y el objeto significado. Esto es lo sorprendente de Peirce: su falta de
rigor y de precisión. Y resulta aún más sorprendente que sus seguidores no
adviertan estas manifiestas deficiencias.
Otro defecto de Peirce es que los casos particulares
que usa de ejemplos no los analiza al detalle. Carece de concreción. Y esto le
pasa con el ejemplo de la veleta. Leamos en Wikipedia lo que se dice sobre la
veleta: “Una veleta es un dispositivo giratorio que consta de una placa que
gira libremente, un señalador que indica la dirección del viento y una cruz
horizontal que indica los puntos cardinales”. Como puede observarse, la definición de veleta
es más compleja que la suministrada por Peirce: signo de la dirección del
viento. En la definición suministrada por Wikipedia tenemos varios aspectos que
destacar: mecanismo giratorio, placa sobre la que realmente actúa el viento, el
señalador unido a la placa, y la cruz horizontal donde lleva en sus extremos
las cuatro iniciales de los puntos cardinales: Norte, Sur, Este y Oeste. Además
la veleta es un objeto donde se
manifiesta el efecto de una causa: el viento. De modo que el concepto universal
al que pertenece el ejemplo de la veleta es el de la relación causa y efecto. Luego de modo
genérico podríamos decir que dado que cada efecto lo es de una determinada
causa, todo efecto es signo de su causa. Así que vemos dos claros defectos en
el segundo ejemplo propuesto por Peirce: uno, no haberlo analizado en sus
detalles concretos, y dos, no haberlo ubicado en el concepto universal al que
pertenece.
Buenos días Sr.
ResponderEliminarMe llamo Jorge Filatov. Soy productor de la cadena rusa internacional RT departamento español.Nuestra cadena transmite 24 horas en 3 lenguas (inglés, español y árabe). Soy representante del departamento español. A nosotros nos gustaron y interesaron mucho sus artículos. Y por eso nosotros quisiéremos proponerle hacer una entrevista.
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