El Congreso de PCCh ha generado mucho interés
internacional. Pero como sucede siempre, cada cual pone los ojos donde le
interesa. No digo con ello que los analistas de El País, por ejemplo, no sean objetivos en lo que dicen, sólo digo
que son interesados. No debe negársele la objetividad a la percepción, lo que
sí debe negársele es su neutralidad. Así concluiremos que la percepción del
mundo está mediada por los intereses económicos, sociales y políticos del
perceptor. Hay otro aspecto al que también me gustaría que los lectores le
prestaran atención: En la mayoría de
los análisis sobre el significado del XVIII
Congreso del PCCH están ausentes los conceptos estratégicos. Por
conceptos estratégicos entiendo aquellos conceptos que hablan de la caducidad
histórica del capitalismo y del necesario advenimiento del socialismo.
Desde 1978, año en que se inicia la reforma de la
economía china, Deng Xiaoping ya había advertido de la inviabilidad de un socialismo pobre. Un socialismo basado en
la escasez no podía tener atractivo para las grandes mayorías sociales. Luego
el socialismo debía ser rico. No obstante, hay muchos intelectuales tanto de la
derecha como de la izquierda radical que siguen atados a los viejos conceptos,
y creen que el verdadero socialismo es el socialismo asceta. Y por causa del predominio de estos antiguos
conceptos hay analistas que erróneamente confunden altos ingresos con
capitalismo, como si los trabajadores no tuvieran derecho a disfrutar de la
riqueza que crean, como si los comunistas tuvieran que llevar por principio una
vida carente de disfrutes. El principio del socialismo es a cada cual según su
trabajo, no a cada cual según su necesidad. Luego si hay personas que por su
papel en la sociedad ganan hasta 50.000 euros mensuales, por situar ahí el tope
superior de los ingresos en concepto de trabajo, no por ello se convierten en
capitalistas. Y mucho menos esos ingresos deben ser presentados como si fueran
signos de corrupción. Porque esta es otra: desde que estos analistas ven a una
persona que militando el PCCh tiene un buen nivel de vida, lo señalan como
corrupto. Aquí no sólo hay percepción interesada, sino también extrema
superficialidad.
Tanto en el siglo XIX como hasta los años setenta
del siglo XX se pensaba que el socialismo era algo simple de construir. Se
creía que decretando la propiedad pública sobre los medios de producción y sustituyendo las relaciones mercantiles
monetarias por la planificación económica, el socialismo sería una realidad en
su pleno sentido y demostraría su superioridad con respecto al sistema
capitalista. Pero la experiencia desmintió esta concepción: el mercado es un
mecanismo económico muy superior al plan para desarrollar las fuerzas
productivas que un socialismo avanzado necesita. Pero la cosa no quedó ahí: no
sólo era necesario crear un socialismo de mercado, sino también permitir la
existencia del pequeño y mediano capital nacional; y lo que iba a ser más
decisivo: había que permitir que el gran capital internacional se estableciera
en el interior de la economía china. Sucedió además que cuando China anexionó a
Hong Kong no modificó su sistema económico y tuvo que enarbolar la consigna “un
país, dos sistemas”. Así que en China, por una parte, predominan las relaciones
mercantiles monetarias, y por otra, las diversas formas de la economía
capitalista han echado poderosas y profundas raíces. Si ya Lenin advertía que
el principio de a cada uno según su trabajo era un principio burgués, mucho más
desarrollo deben tener los derechos y mentalidad burguesas en una economía
donde predominan las relaciones mercantiles monetarias. Esta penetración del
mercantilismo y del capitalismo es tan
profunda que los dirigentes del PCCh no han tenido más remedio que reconocer
que China no se encuentra ni tan siquiera en la primera etapa del socialismo,
sino en la primera fase de la primera etapa del socialismo. Los analistas que
hacen uso de los conceptos estratégicos no deberían perder de vista esta
situación, ya que no se debe pedir de la realidad lo que no se contiene en la
realidad.
Yo voy más lejos. La izquierda radical europea no
debe esperar de China la solución socialista del mundo. El socialismo en un
solo país no es posible. Tampoco debe ser la alternativa el socialismo basado
en la escasez. Recordemos las palabras escritas por Marx y Engels en su obra La ideología alemana: “El comunismo,
empíricamente, sólo puede darse como la acción coincidente o simultánea de los
pueblos dominantes, lo que presupone el desarrollo universal de las fuerzas
productivas y el intercambio universal que lleva aparejado”. Esto debe quedar
claro: el socialismo sólo será una realidad en el pleno sentido de la palabra
cuando se dé de forma coincidente en la Unión Europea, en EEUU y en China. No
se puede seguir albergando la ilusión de que un solo país y de forma aislada,
por ejemplo Venezuela, cree un sistema socialista superior al sistema
capitalista.
Hablemos ahora de la corrupción. Todo lo que sucede
se puede decir de distintos modos. No cuestionamos la objetividad de las
opiniones vertidas en los medios de comunicación occidentales respecto de la
corrupción que azota a China, sino su pretendida neutralidad. En todos los
lugares donde se produce crecimiento económico y predominan las relaciones
mercantiles monetarias y las relaciones capitalistas de producción, la
corrupción es inevitable. España con su boom inmobiliario y su crecimiento
turístico en la costa es un buen ejemplo de esto que afirmamos. La corrupción
que hay en China no es un fruto de las relaciones socialistas de producción,
sino de las relaciones capitalistas de producción. Por otro lado, como el PCCh
es el partido mayoritario y sus principales líderes ocupan los cargos
directivos del Estado, mayoritariamente los corruptos pertenecerán a las filas
del PCCh.
El modelo económico chino de los últimos treinta
años se ha basado en la mano de obra barata y en la exportación. Y justamente
han sido los bajos costos laborales lo que ha atraído masivamente al capital
internacional. No ha sido el socialismo el que ha explotado cruelmente a los
trabajadores chinos sino el gran capital proveniente fundamentalmente de
Occidente. Así que no sé a qué viene esa mirada de asombro y de preocupación de
los mandatarios occidentales cuando son los propios miembros de las clases que
ellos representan los que pueden obtener en China muchos mayores beneficios que
los que pueden obtener en sus propias naciones. Afortunadamente ese periodo ha
empezado a cambiar: los salarios de los trabajadores chinos han experimentado
un importante incremento en los últimos años. Hasta el punto que dos
importantes empresas españolas, por poner un ejemplo cercano, han vuelto a
España. Los gobernantes chinos quieren fortalecer el consumo interior, lo que
implica la necesidad del incremento de los salarios, y quieren que para 2020
China se convierta en una sociedad modernamente acomodada. Esto además de
representar una notable mejora en el bienestar de la sociedad china, representa
una disminución de la competencia entre todos los trabajadores del mundo. Y eso
es una buena noticia. Espero que el gran capital, tanto el internacional como
el nacional, no gane más terreno dentro de la economía china, que los
principios del socialismo, aunque adaptados a los tiempos modernos, sigan
primando en los dirigentes del PCCh, y que los conceptos estratégicos de ámbito
económico social ganen terreno dentro de la dirigencia de la Unión Europea.
En total desacuerdo con la idea de que el denominado Partido Comunista Chino esté dirigiendo (esto de “dirigir” también tiene su miga) ningún proceso incipientemente socialista. La sociedad china es una vergüenza para quienes todavía creemos el la igualdad, libertad y fraternidad. Mimbres con los que realmente se pueden abrir caminos socialistas. Digo caminos, porque según sean estos serán los destinos. Para mí es inexcusable, injustificable y mucho más grave el mal de los que van de buenos (supuestos socialistas o comunistas), que el de los malos de por sí (capitalistas). Estos ya sé de lo que son capaces, es a aquellos a los que tengo que exigirles una conducta intachable. ¿Y dónde quedan las libertades? Pienso que quienes se reclaman de algunos marxismos, sobre todo de los de con mando en plaza, no han hecho ni harán ya una reflexión sin ropajes sobre cómo su historia particular se llenó de atrocidades y cuáles fueron las razones internas, de su interior ideológico y práctico, que les llevó al desvío y el desvarío. Transcribo lo que escribí en el blog de Roca Jusmet sobre el “comunismo” chino:
ResponderEliminar“Espero que no “te echen el perro” por este artículo. Soy de la misma opinión. El caso es que ejemplos como los del “comunismo” chino, siguen perpetuando, con llamarse lo que no son, el mayor descrédito de cualquier proyecto de tipo realmente socialista. Son el enemigo en casa. La mejor propaganda del “no hay alternativas” al capitalismo de neoliberales y socioliberales. A la vez que ejemplo de ideal de poder no confesado hacia el que estos últimos quieren caminar. Yo pienso que hay que indagar a fondo (te estoy poniendo deberes) en el marxismo originario, por si ya contenía en sí los polvos que terminaron en estos lodos. No digo nada del leninismo (¿estaba ya condenada al estalinismo la vanguardia ilustrada bolchevique, por sus concepciones sobre el poder y por tomarlo en un vasto estado con una población “educada” en el absolutismo e ideológicamente “no preparada”?). Los ismos históricos posteriores remataron la faena de manera trágica. Hay gente catequizada que todavía cree que el socialismo lo es, en el mejor de los casos, por agitar la bandera de los logros en la educación y la sanidad generalizada (caso cubano). Algo que es básico y está muy bien si son ciertos, pero que no puede obviar que transversal y simultáneamente tiene que ser con libertades individuales y democracia plural de diferentes organizaciones sociales, sindicales y políticas. No los sucedáneos “populares” de los regímenes de partido-estado-sindicato único y su gran líder. Esto no es socialismo, es otra mala cosa. Echo en falta una autocrítica y revisión histórica, a calzón quitado, para explicárnoslo y aprender, sin caer en ninguna justificación de lo injustificable. Y que se tome a Marx como una importante aportación en un momento dado. Igual que Newton o Einstein lo fueron para la Física. O Freud para la psicología y Pavlov para la fisiología. Luego vinieron otros investigadores y otros saberes que enriquecieron las distintas ciencias y filosofías. El mismísimo Che Guevara (al que tampoco hay que mitificar), en un momento de gran lucidez, llegó a decir algo de esto. “
Saludos.