sábado, 23 de marzo de 2013

La crisis económica y Chipre


Las políticas de austeridad hegemonizadas por Alemania constituyen la respuesta a la crisis económica desde el sector más conservador de los capitalistas. El sector reformista de esa clase tal vez hubiera adoptado políticas más keynesianas, pero seguro que hubiera incluido muchas decisiones que ha tomado el sector conservador. No nos engañemos por la lógica partido del gobierno y partido de la oposición. Lo que dice un partido en la oposición, incluido los partidos socialdemócratas, no es lo mismo que hace cuando está en el gobierno. La política sirve a la economía y no al revés. De manera que por muy socialdemócrata que sea un partido, cuando está en el gobierno se pone al servicio de la clase dominante; y en las sociedades capitalistas la clase dominante no puede ser otra que la propia clase capitalista.

La lógica gobierno oposición va determinando tanto los discursos políticos que muchos pensadores de izquierda terminan por invertir la relación causa respuesta. De manera que presentan la política de austeridad como causa de la crisis y no como la respuesta. Esta inversión les puede tanto que terminan por olvidarse de la verdadera causa de la crisis económica: la burbuja inmobiliaria. Es obvio que en las sociedades modernas donde todo está mediado por el sistema de crédito, la burbuja inmobiliaria tenga necesariamente que manifestarse en el momento del estallido como un crack del crédito. También es cierto que esta burbuja inmobiliaria fue posible y fue alimentada por el sistema de crédito. Pero esto solo pone de manifiesto la interdependencia de los distintos sectores económicos y el papel hegemónico que desempeña el sistema de crédito en el engranaje económico.

Lo que ha pasado en Chipre tiene que ver fundamentalmente con las clases dominantes en Chipre. Si su sistema bancario representa siete veces su producto interior bruto, será responsabilidad de la clase dominante chipriota y no de Merkel. No debemos presentar a Chipre como una entidad abstracta víctima del euro y de la troika. No debemos sustituir la contradicción entre las clases sociales por la contradicción entre naciones. Tampoco nos debemos olvidar que en la época del boom inmobiliario hubo muchos sectores sociales no muy pudientes que se enriquecieron  notablemente en su condición de propietarios del suelo. El enriquecimiento desproporcionado tiene grados y no hay que circunscribirlo solo a las clases más adineradas. El enriquecimiento desproporcionado debe ser un concepto  relativo. Debería medirse cómo ha aumentado el patrimonio de todos los ciudadanos chipriotas durante los últimos quince años. Nos daría una idea de que la injusticia en el sistema capitalista es infinita. El dinero no desaparece, solo cambia de manos; y el sistema capitalista se caracteriza justamente por hacer posible que cualquiera pueda enriquecerse de mala manera, esto es, pueda apropiarse de trabajo social en cantidades ingentes.   Esta posibilidad es la que hace que el sistema capitalista tenga tantos adeptos.

No es correcto decir que los bancos son los causantes de la crisis. Los bancos son una categoría de la división del trabajo no una categoría de clase. La izquierda radical debe hablar en términos de clases sociales. Así que si se quisiera señalar a los causantes de la crisis en términos de clases sociales, deberían señalarse varias: los dueños del capital bancario, los dueños del suelo y los constructores. Y estos últimos también son dueños del capital monetario. Cuando sube la prima de riesgo, quienquiera puede decir que la culpa la tiene Merkel, pero lo cierto es que son los propietarios del capital monetario quienes se aprovechan de esa coyuntura económica y se enriquecen. Si en Chipre se ofrecían tipos de interés del 10 por cien y se pagaba poco a hacienda, muchos se habrán beneficiado de esa situación. Pues sobre ellos debería recaer todo el peso de la quita.

Es un error hablar de los depósitos en general como también lo es hablar de los ciudadanos en general. Bajo el punto de vista de la filosofía del derecho un rico es lo mismo que un pobre: un ciudadano. Pero bajo el punto de vista de la sociedad civil no: un pobre es un pobre y un rico es un rico. Igual sucede con los depósitos: los habrá pequeños y los habrá grandes. Los habrá que son frutos del trabajo propio y los habrá que son frutos de la apropiación del trabajo ajeno. Los habrá que son frutos de la especulación y los habrá que son fruto de una casualidad del mercado. Los habrá en general que son frutos de la propiedad privada. Así que a la izquierda radical no nos preocupa la inseguridad jurídica de los depósitos, los que nos preocupa es que la riqueza sea tan injustamente repartida.  

 

 

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