jueves, 15 de agosto de 2013

¿Los de abajo?

Aconsejo al lector que lea previamente el artículo de Pablo Iglesias titulado ¿Quiénes son los de abajo? http://blogs.publico.es/pablo-iglesias/291/quienes-son-los-de-abajo/ ¿Es correcto llamar “los de abajo” a ciertos sectores de la clase obrera tal y como hace Pablo Iglesias? Creo que no. La sociología burguesa, caracterizada justamente por su superficialidad y por emplear el nivel de ingreso y de patrimonio para establecer las clases sociales, las divide en tres: alta,  media y baja. Esta clasificación no sólo tiene una connotación económico-política, tiene además una connotación cultural. Esta actitud de sentirse miembro de la clase baja corresponde a la época de los señores feudales y a las grandes familias dotadas de una enorme servidumbre en la época capitalista. Así que caracterizar a ciertos sectores de la clase obrera como “los de abajo” es éticamente hiriente. Es un atraso ideológico. La clase obrera, al menos una buena parte de ella, se siente culturalmente, y entiendo aquí lo de cultura en sentido amplio y en especial en el sentido de saber vivir y saber sentirse libre, a la misma altura que la clase capitalista. Voy más lejos: muchos sectores de la clase capitalista pueden considerarse culturalmente bajos. Por lo tanto, esa forma de nominar a ciertos sectores de la clase obrera por parte de Pablo Iglesia representa un atraso ideológico y una gran falta de ética.
 
Pablo Iglesias hace daño sin saberlo. Su situación personal acomodada –pertenece sociológicamente a la pequeña burguesía aunque políticamente puede estar muy a la izquierda –no le permite comprender lo que es perder el empleo, verse sin recursos y que el futuro se llene de incertidumbre. Es muy hiriente en sus afirmaciones. Escuchen lo que dice: “…es conmovedor ver a la izquierda más nostálgica llegar al orgasmo, cuando trabajadores sindicados de los astilleros o de la minería defienden con sus familias los puestos de trabajo y a sus comunidades frente a los antidisturbios”. ¿Cómo es posible que en vez de mirar a los trabajadores de los astilleros y de la minería mire a lo que él considera una izquierda nostálgica? ¿No es ofensivo y vulgar hablar de que la izquierda llega al orgasmo al contemplar las movilizaciones de estos trabajadores? ¿Qué es aquí lo fundamental? No creo que sea dirimir teóricamente si este sector debe desempeñar un papel dirigente en el conjunto de la clase obrera, sino si logra el objetivo de su lucha: conservar el puesto de trabajo. No luchan por el socialismo ni por definir cuál es la naturaleza de la clase obrera actual, sino por conservar su puesto de trabajo. De eso se trata. Lo demás es puro pavoneo y falta de sensibilidad. No se trata de conmoverse, se trata de ayudar a las familias a conservar su nivel de vida.
Escuchemos de nuevo Pablo Iglesias: “Los que hoy están en la base de la estructura económica son irreductibles a una sola unidad simbólica; son teleoperadores parados, empleadas del hogar, camareros, enfermeros, trabajadores públicos que cobran menos de mil euros,…”. Desde siempre las clases sociales no son homogéneas ni monolíticas. Entre los miembros de las clases sociales hay muchas diferencias: por el sector económico en el que participan, por el nivel de ingreso que poseen, por su nivel cultural y por su poder político. Las clases están llenas de capas, sectores y grupos. Y dentro de ellas las diferencias individuales pueden ser extremas. Hay una división social aún mayor entre las clases: entre su sector práctico y sus representantes políticos e ideológicos. ¿A qué viene esto de decir que no puede haber unidad simbólica entre las clases –observar la extravagancia de la expresión “unidad simbólica” –cuando desde siempre hay diferencias en su seno? La unidad de una clase se obtiene en  la lucha política –la forma expresa de la lucha de clases –por los siguientes medios: las organizaciones empresariales, los sindicatos, los partidos políticos y el propio Estado. Así que la unidad de una clase es una lucha y no algo que viene dado. Y la realidad así lo pone de manifiesto: una buena parte de la base social del PP son trabajadores.
Pablo Iglesias parece que está descubriendo el mundo al desgajarse –tengo esa impresión –del sector teoricista en el que estuvo anclado o cercano durante tiempo.  Desde que participa en los debates de la Sexta ha ganado popularidad, ha observado quiénes son las personas  que lo apoyan, y ha sacado la conclusión de que a esas clases de personas son a quienes tiene que dirigirse cuando expone sus ideas. Esto lo sabe el PP, el PSOE y todos los partidos parlamentarios desde hace mucho tiempo.  También lo saben los periodistas. Y lo sabe todo el mundo que tenga los pies en la tierra. Los teoricistas, los que viven del socialismo pensado y los dogmáticos por supuesto que no: todos estos sectores siguen viviendo en la luna.
Creo francamente que el artículo de Pablo Iglesias carece de forma teórica y está ausente de pensamiento conceptual. Es un ideograma vulgar. Sólo  ve lo más aparente, lo que más sale a la luz, lo que ve todo el mundo. Lo que sucede es que Pablo Iglesias quiere extraer conclusiones generales sobre la clase trabajadora a partir de su limitada y unilateral experiencia personal. Algún día le llegará la humildad y tal vez en esa ocasión diga las cosas con menos arrogancia y admita que lo que dice no supera el mundo de las apariencias.
Creo, por último, que quienes se le han opuesto han visto más de lo que hay y están poniendo más teoría abstracta de la necesaria. Pablo Iglesias se ha vuelto práctico y mucha gente de izquierda y gente común lo quiere. Dice cuatro cosas claras y no se achica. Su valentía es admirada y, en parte, ayuda a la causa general de la izquierda. Pero de ahí a suponer que sus afirmaciones se pueden tomar como base crítica para elaborar el concepto de clase obrera de la actualidad es un desatino.
 
 

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