sábado, 29 de marzo de 2014

El socialismo del siglo XXI y la conciencia de clase

Empiezo transcribiéndoles unas ideas de Rolando Astarita  contenidas en su trabajo titulado Chavismo e independencia de clase, http://rolandoastarita.wordpress.com/ :
“Como lo ponen en evidencia los intercambios que he tenido en “Comentarios” a raíz de la nota sobre control bonapartista, mis diferencias con la izquierda chavista son profundas. Alguna gente se sintió ofendida porque planteé que, de hecho, estamos en “veredas opuestas”, ideológica y políticamente, pero no hay otra manera de decirlo. Es que hay dos visiones contrapuestas: una que hace eje en que el movimiento obrero mantenga una actitud autónoma y hostil hacia el conjunto de la clase dominante y el Estado. Y otra que pone el acento en la colaboración con el proyecto del socialismo siglo XXI, dirigido desde el Estado. En esta entrada amplío sobre qué significa un accionar independiente, autónomo, de clase.

sábado, 22 de marzo de 2014

Palabra y esencia pura

En la página 84, editorial Gustavo Gili, de El lenguaje clásico de la arquitectura, John Summerson se expresa en estos términos: “En el caso de que alguien me preguntara: ¿está usted completamente seguro que todas estas obas –Piazza de San Pedro, fachada este del Palacio del Louvre y el Blienheim– son barrocas puras?, yo le respondería inmediatamente: no, por supuesto que no estoy seguro. Y es que no existe ese barroco puro, ya que el mero hecho de que exista una palabra no quiere decir que exista también la esencia pura que designa. Hay además otra razón: si bien puede demostrarse más allá de toda duda razonable que estos edificios tienen títulos suficientes para que los llamemos barrocos, podría demostrarse con idéntica certidumbre que hay en ellos elementos suficientes para descalificarlos como tales en ciertos contextos. Así que no nos calentemos más la cabeza. Miremos estos edificios en sí mismos y veamos lo que nos dicen”.

viernes, 7 de marzo de 2014

Pensar y actuar en grande

Llevo un tiempo desilusionado y desganado con lo que ocurre en la realidad. Lo que sucede en la realidad contradice mi fondo de esperanza, que no es otro que ver algún día una manifiesta y aplastante victoria del trabajo sobre el capital. Solo observando los conflictos sociales de Ucrania podemos comprobar que las luchas entre las grandes regiones económicas están determinando el curso del desarrollo social y no las luchas sociales entre capital y trabajo. Me desgana aún más ver a insignes representantes de la izquierda radical caer una y otra vez en el mismo error: tomar como punto de partida de sus análisis no lo que ocurre en la realidad, sino lo que gravita en su pensamiento. Siguen presa de la representación de la lucha de clases del siglo  XIX y principios del siglo XX: las diferencias entre el capital y el trabajo eran en ese entonces claras y sus contornos no se confundían. Pero aquel mundo ha dejado de existir. No en el sentido de que la lucha de clases y con ella las clases sociales hayan desparecido, sino en el sentido en que las transiciones entre las clases sociales y las formas mixtas de clase son lo dominante. Este mundo nuevo, que tomó cuerpo después de la segunda guerra mundial, fue lo que provocó el revisionismo de los partidos comunistas europeos y la volatilización de los principios de la izquierda radical, que sigue moviéndose en los márgenes de la historia. Sigue hablando de los trabajadores como si constituyeran una masa homogénea con intereses comunes fáciles de organizar, aunque la realidad, y la prueba la encontramos en las consultas electorales, sigue demostrándoles que dicha masa es enormemente heterogénea.