jueves, 23 de octubre de 2014

La perversa ideología capitalista sobre los ingresos personales

Risto Mejide es un producto mediático, como Belén Esteban y tantos otros. Se crece. Ocupa un papel que no merece. Se ha buscado un sofá donde realiza entrevistas. Su audiencia no se la debe a él solo, sino tambien a las personas que entrevista. Y como todo el mundo tiene necesidad de ser mediático, los entrevistados también están interesados en sentarse en ese sofá. Se crea un interés mutuo entre los entrevistados y Risto Mejide. Teje su red de influencias en el sistema. Y él aparece incluso bajo la apariencia de una persona de izquierda y progresista. Está en contra de que las empresas del Ibex 35 paguen a Hacienda menos del cinco por ciento. Qué fácil es estar en contra de lo que todo el mundo está en contra. En medio de la reacción contra el Estado, que en parte lidera Podemos,  aparecen toda clase de elementos oportunistas y reaccionarios. Incluso el nacionalismo burgués catalán quiere legitimar su lucha bajo la idea de que el Estado español es democráticamente deficitario.

Risto le pregunta a Celia Villalobos: “¿Cuánto ganas?”. No sé por qué los periodistas tienen derecho a preguntarle a los parlamentarios cuánto ganan  sin que ellos estén en la obligación de informar sobre sus propios ingresos. Los periodistas se creen con un poder especial sobre los servidores de lo público. Me gustaría que todos los que participan en el debate de La Sexta de los sábados dijeran cuánto ganan. También todos los que participan en el programa Sálvame. La gente, o mucha parte de ella, cambiaría su percepción de los que allí se desgañitan en críticas a los políticos. ¿Por qué ha de ser público lo que ganan los parlamentarios y no lo que gana todo el mundo? ¿Por qué la transparencia solo tiene que alcanzar a lo público? ¿Por qué la corrupción en la esfera de lo público ha de saberse mientras que en la esfera de lo privado no? ¿Por qué se ceban tanto en lo público? Todo esto es un cultivo para el pensamiento reaccionario.
Celia Villalobos sin pensárselo responde: “Como diputada y como miembro de una mesa gano cinco mil cien euros. Después cuando solo sea diputada ganaré tres mil. Le dedico muchas horas  a esto”. Celia Villalobos, no entiendo por qué, trata de justificar su sueldo. O si lo entiendo: solo los servidores públicos tienen que justificar que lo que ganan se lo merece. Belén Esteban gana muchísimo más y no se ve en la necesidad de justificarlo. Es más: nadie cuestiona lo que ingresa. Resulta indignante. Hay inversión de valores. Pero Celia Villalobos parece reaccionar y afirma dirigiéndose a Risto Mejide: “Seguro que tú ganas más dinero que yo”. Y Risto replica: “Sí, pero a mí me lo paga una empresa privada, mientras que tu sueldo te lo pagamos todos los españoles”. Y Celia Villalobos aceptando esa lógica perversa de lo público y lo privado claudica: “Por eso tengo un concepto mucho más duro de lo que es dinero público, por eso soy totalmente transparente”.
Esta es la perversa lógica capitalista sobre los ingresos personales. Como trabajador público, como representante de los intereses generales, usted tiene que ganar un sueldo moderado, mientras que como trabajador de una empresa privada usted puede ganar sin límites. Lo privado se pone por encima de lo público. Peor: lo público se presenta como medio para el desarrollo y fortalecimiento del interés privado. Lo cierto es  que Mediaset   tiene un capital social de 406 millones de acciones. Tal vez esto no lo sabe Risto: se habla de capital social no de capital privado. Así aparece en todos los ejercicios contables. No sé cuánto accionistas puede tener Mediaset, pero es muy posible que supere el millón o sean solo unas decena de miles. Así y todo la propiedad en todas las grandes empresas privadas es social, la producción es también social y el mercado al que abastecen es igualmente social. Lo privado, como propiedad de una sola familia o de dos familias, solo se da en la pequeña empresa. Así que seguro que todos los accionistas de Mediaset no habrán votado democráticamente el sueldo que se le paga a Risto. Tampoco el que le pagan a todos los directivos. ¿Por qué ha de estar bajo la lupa de la crítica los sueldos de los servidores públicos y no los sueldos de todos los directivos y empleados de las empresas cuyo capital es social? ¡Ay!, qué critica más débil y superficial aquella que solo ve la superficie de la injusticia, que las empresas del Ibex 35 tributen menos del cinco por ciento, y no vea el fondo de esa injusticia: los ingresos que perciben los directivos, consejeros y jefes intermedios  de todas esas grandes empresas. Ya lo dije en otro trabajo que elaboré: la desigualdad no solo está en la oposición entre el 1 por cien de los super ricos y el resto, sino en todos los ámbitos y escalones de la actividad económica. Y el concepto que más se adecúa a esa realidad es el de multidesigualdad.

 

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