miércoles, 28 de octubre de 2015

La fotografía de Billy El Niño: precio de monopolio y desigualdad

Recientemente hemos tenido conocimiento de una noticia de sabor millonario: Randy y Linda Guijarro compraron por 1,75 dólares una fotografía de 1878 en una tienda de objetos de segunda mano de la localidad de Fresno, California. Después se supo que una de las personas que aparecían en la fotografía era el mítico Billy El Niño, y sobrevino la magia: la fotografía tiene ahora un precio de 5 millones de dólares. Al momento la gente corriente dice: ¡Qué suerte! Pero otras personas pensando más detenidamente dicen: ¡Qué mala suerte tuvieron quienes la vendieron! Y añaden: si el vendedor hubiera sabido que era Billy El Niño quien aparecía en la foto, los cinco millones de dólares hubieran sido para él. Y culminan afirmando que lo más justo sería que el dinero se lo repartieran el vendedor originario y Randy y Linda.

Los comunicadores oficiales reflexionan sobre el valor de uso de la foto y no sobre su valor. Su valor, que unas personas por pura azar, casualidad o suerte se embolsen 5 millones de dólares, les parece natural. Así que hablan de las hazañas de Billy El Niño, de su significado dentro de los forajidos del lejano Oeste, y de que solo se disponga de dos fotografías del afamado pistolero. Algunos llegan al concepto de valor histórico. Y les parece natural que quien es propietario de una fotografía de enorme valor histórico se embolse en razón una enorme cantidad de dinero. Nos tendríamos que preguntar ahora cómo se crea el valor histórico de esa fotografía. Le comunico al lector de antemano que los economistas convencionales y defensores del capitalismo le dan a la propiedad privada tanta legitimidad como al trabajo, mientras que los marxistas defendemos que la sustancia del valor es el trabajo y que la propiedad privada permite a los propietarios apropiarse de trabajo ajeno. El valor histórico de esa fotografía se la aporta el propio Billy El Niño, no sus actuales propietarios. Lo que sucede es que sus propietarios se han apropiado de ese valor histórico. La propiedad privada siempre manda y se apropia de lo propio y de lo ajeno, y más de lo ajeno que de lo propio.
Seamos ahora más precisos. Analicemos este fenómeno económico bajo el punto de vista de los conceptos. Recurramos a Marx y a su concepto de precio de monopolio. En la sección Renta de solares. Renta de minas. Precio de la tierra de El Capital, Marx se expresa en los siguientes términos: “Cuando hablamos de precio de monopolio, nos referimos generalmente a un precio que se determina únicamente por el deseo de compra y la solvencia de los compradores, independientemente del precio determinado por el precio general de producción o por el valor de los productores. Una viña que produce vino de extraordinaria calidad, vino que solo puede producirse en una cantidad relativamente pequeña, produce un precio de monopolio. Debido a este precio de monopolio, cuyo remanente sobre el valor del producto viene determinado exclusivamente por la riqueza y la preferencia de los bebedores distinguidos, el cosechero podrá obtener una plusganancia considerable”. Estas mismas condiciones, las del viñedo que produce un vino de extraordinaria calidad pero en pequeñas cantidades, concurren en el caso de la fotografía de Billy El Niño. Cuando un producto, en este caso una fotografía de Billy El Niño, adquiere un precio de cinco millones de dólares, eso significa que por el lado de la demanda hay compradores muy ricos que desean poseer esa fotografía, y por el lado de la oferta, que hay muy poca cantidad del producto ofertado; y así es: solo hay dos fotografías de Billy El Niño.
Los economistas reformistas quieren un mercado regulado. De hecho presentan como causa principal de la crisis económica desatada en 2008  a la desregularización promovida por el neoliberalismo. Pero ¿hasta dónde llega su propuesta de regularización? Hasta el punto de que no cuestione en sus principios a la propiedad privada, que para ellos es sacrosanta, y a los precios de monopolio que se dan ocasionalmente en la economía. He hablado en otras ocasiones de que las ventas televisivas de los partidos de fútbol están afectadas por el precio de monopolio, ya que el seguidor de un equipo de fútbol lo es para siempre. No cabe duda de que el enriquecimiento súbito de Randy y Linda es una manifestación de desigualdad. No se premia el trabajo sino la propiedad privada sobre un bien. No defiendo el igualitarismo. El principio socialista enunciado por Marx dice que quien más trabaja, más debe ganar; al igual que quien realiza un trabajo de calidad debe ganar más que quien realice un trabajo simple. Un ingeniero debe ganar más que un simple peón; tal vez debe ganar diez y veinte veces más, pero no un millón de veces más. Luchar contra la desigualdad injusta y desproporcionada significa premiar el trabajo frente a la propiedad. Y para ello hay que regular el mercado de modo que cuestione los principios de la propiedad privada, cuya base se encuentra en la apropiación de trabajo ajeno. Randy y Linda se han apropiado del valor histórico de una fotografía y han burlado el libre mercado al poner en práctica un precio de monopolio.
 
 
 
 
 

1 comentario:

  1. Aseguras que "el principio socialista enunciado por Marx dice que quien más trabaja, más debe ganar". ¿No te estarás confundiendo con Nicolas Sarkozy y su eslogan de la campaña electoral francesa de 2007?
    No recuerdo ningún escrito de Marx, de los que están más al alcance de cualquiera, comentario alguno en el que haga tal apología del capitalismo.
    Por el contrario, en una carta suya a Engels, aquél opina que "el trabajo asalariado es la base de toda la mierda contemporánea".
    La suposición de la existencia de un lapsus en lo "enunciado" por Marx, o en quien así lo traduce, nos evitaría la confrontación con su tesis sobre el capitalismo como contradicción en proceso, según la cual éste se esfuerza en reducir al mínimo el tiempo de trabajo a la vez que sitúa dicho tiempo como única medida y fuente de riqueza, lo que provoca, como es el caso actualmente, la crisis del trabajo abstracto y, por lo tanto, del valor; dejando sin opciones, desde un punto de vista global, la posibilidad de trabajar más para ganar más.

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