jueves, 1 de noviembre de 2018

Algunas cuestiones sobre los debates filosóficos


Yo tengo la impresión de que los trabajos que presento a este foro (Filosofía y Pensamiento) no se leen al completo o se hace de manera muy superficial, sin entrar en detalles y matices. Así que enumeraré mis objeciones al método de debatir.


Primero. En el ámbito de la teoría del conocimiento o epistemología Luis Ledo solo habla de la existencia y no dedica ni una palabra al ser en sus múltiples modos, manera de manifestarse y variadas interrelaciones. Así sucede con la belleza: solo habla de que no existe como propiedad externa de las cosas sino como sensación o vivencia interna del sujeto. En ningún momento habla de los múltiples modos del ser de la belleza aunque sea en sus modalidades abstractas como son la regularidad, la armonía o la conformidad a fin.

Segundo. En el ámbito de la psicología del conocimiento solo habla de la sensación, sin dedicar una sola palabra al resto de las funciones psicológicas superiores: la percepción, la atención y la memoria, y el pensamiento y el lenguaje. Pues las sensaciones son los reflejos de aspectos aislados de los objetos y las percepciones son reflejos de los objetos en su totalidad. Además las percepciones están mediadas por los conceptos y los conceptos se objetivan en juicios, esto es, en el lenguaje.

Tercero. En su último mensaje cuando yo hablaba de desayunar, Sergio volvió a darle un giro subjetivista a esta actividad práctica y lo definía como un concepto que contenía sensaciones como la de tener hambre. De ese modo conecta la práctica del desayuno con el sistema nervioso central. Sin duda que el sistema nervioso central, el cerebro, desempeña un papel rector en la actividad del ser humano, pero que desempeñe un papel rector no puede significar que sea todo. Así el hambre debe quedar vinculada en primera instancia con el sistema digestivo y no al sistema nervioso central, de manera que debe ser en primera instancia objeto de la fisiología y no de la neurología. Además el hambre, que afecta a 700 millones de personas en el mundo, es uno de los problemas más graves de la humanidad y afecta específicamente a la esfera de la economía.

Cuarto. En la obra de Hegel sobre la Estética las páginas sobre la belleza son como mucho cuatro de un total de setecientas o más. En la obra de Wölfflin dedicada a estudiar las diferencias entre el Renacimiento y el Barroco no dedica ninguna palabra a la belleza. Así que cuando hablamos de Filosofía del Arte o Estética cuanto menos habría que hablar de Arquitectura, de Escultura y de Pintura y ver cuáles son los conceptos fundamentales de esa esfera de saber. Es poco riguroso, como hace Francisco Mora y lo secundan Sergio y Luís, hablar de la belleza sin definición conceptual previa y sin hablar de sus principales manifestaciones, por ejemplo, la producida en la época del Renacimiento y en la época del Barroco. Tampoco puede hablarse del concepto de belleza sin vincularlo a otros conceptos fundamentales de la Filosofía del Arte.

Y quinto. Cuando salimos a la calle y observamos el mundo sin las gafas del filósofo abstracto, viendo los edificios modernos y antiguos, las carreteras, los medios de transportes, las grandes obras de la ingeniería, y la frenética actividad industrial y comercial, comprendemos lo superpoderoso que es el mundo objetivo. Pero Luís y Sergio en vez de hablar de cómo en la práctica se ha construido ese mundo, se retrotraen al sujeto y solo ven sensaciones y actividad neuronal. De ese modo reducen al ser humano a un ser abstracto que de forma enigmática solo tropieza con las apariencias de las cosas y no alcanzan a saber lo que son las cosas en sí. Siendo la cosa en sí, como herencia kantiana, una pura sombra, que por mucho que intentemos atraparla jamás lograremos asirla. Otra cosa es el concepto de cosa en sí en Hegel, quien lo concibe como potencia y posibilidad y lo vincula al concepto ser para sí.

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