sábado, 23 de julio de 2022

No busques dentro de ti lo que encontrarás fuera de ti

 

Todos los creadores, pensadores y artistas, viven duros momentos de crisis de creatividad. Son momentos de insatisfacción y de sufrimiento. Pero se empecinan en buscar en su interior la respuesta y someten a su espiritualidad a tensiones infructuosas. Deberían cesar en sus intentos y olvidarse de sí mismos. Deberían pensar: ya que no tengo en estos momentos la capacidad de crear algo nuevo que me satisfaga, disfrutaré de lo que los otros crean. Pero al buscar fuera de ti, debes tener un espíritu abierto. Debes aceptar que los caminos espirituales son muchos y que las metas y contenidos son muy variados. No debes ser exigente en el sentido de encontrar los caminos por los que tú habitualmente transitas. Busca lo que es distinto de ti, tenga la naturaleza que tenga.

Olvídate de ti mismo

Olvídate de vez en cuando de ti mismo. Deja a un lado cómo sientes y cómo piensas. Que tus oídos escuchen a los demás. Deja de hablarte a ti mismo. Deja que el sentir y el pensar de los otros te dominen y te atrapen. Eres ateo, pero no huyas de la religión. Deja que aquellos que durante toda su vida leen el Nuevo Testamento te hablen de la vida y de su sentido. De esa manera tu ateísmo se llenará de contenido y de verdad. Haz como si no fueras nada y deja que los otros lo sean todo. Déjate llevar. Libérate de tus objetivos trascendentales y de tu misión de elevarte. Déjate caer. Sé indisciplinado; tal vez, como dice Peter Brook, brote algo en ti de forma inesperada y te sorprenda. (A mí me cuesta horrores ser indisciplinado y es muy difícil que pueda serlo, pero tal vez otros puedan lograrlo. Puesto que no se trata de mí, sino de la totalidad, donde hay de todo).

Las lecturas

En el último año he seguido la siguiente trayectoria espiritual. Estoy estudiando el libro El inversor inteligente, que tengo a medias. Un objetivo teórico que me he trazado y que se desprende de la lectura de este libro es hablar del capitalismo semiótico. Lo hago porque muchos semiólogos hablan de las propiedades semióticas del mundo de la Bolsa en la época de la globalización con un escaso o nulo conocimiento económico de la Bolsa. Después he pasado a estudiar un libro titulado Analogía, que también lo tengo a medias. Me servirá para reflexionar de manera crítica sobre problemas vinculados a la Filosofía del lenguaje y a la teoría del conocimiento, en especial sobre la naturaleza de los conceptos. Acabo de terminar de leer El espacio vacío de Peter Brook, uno de los directores de teatro más importante del teatro contemporáneo. Me enseñó un mundo que desconozco. Y me ha comprometido a leer a un autor tan decisivo como Shakespeare. Sé que tengo que estudiar, por ejemplo, El rey Lear. De Shakespeare he leído una sola obra: Sueño de una noche de verano. También sé que tengo que leer alguna obra de teatro de Bertolt Brecht, un autor que desconozco por completo. El otro día vi una película por televisión que me impresionó y me hizo sufrir: la calumnia. El lenguaje me resultó de tal calidad y la descripción de la psicología de los personajes fue de tal calibre, que al momento busqué en internet quién era el guionista: Hayes. Tengo pedido en una librería un compendio de entrevistas a guionistas de los años sesenta, donde se incluye a Hayes. Y hace unos días me he hecho con un libro, que ya estoy leyendo, titulado El poder del mito de Joseph Campbell. Pero como nunca me dejo atrapar ni por mismos propios objetivos teóricos, estoy estudiando con celeridad El patrón Bitcoin de Saifedean Ammous. Con todo esto que les digo, solo quiero mostrarles que siempre estoy buscando fuera de mi la inspiración, el pulso y la tensión para elaborar mis propios pensamientos. Para mi este camino es una liberación. No propongo que me imiten, sencillamente que busquen fuera de ustedes lo que quieren encontrar en su interior. Después de alimentarse espiritualmente de lo que encuentren fuera de ustedes, encontrarán en su interior lo que anhelan y desean.

Pensar y leer

Le he dado un consejo a Ramón Galán. No estés continuamente leyendo y leyendo cualquier cosa y a cualquier autor. Selecciona pocos libros, preferentemente clásicos, y léelos durante toda la vida. Esto no quita que siempre debes estar al día de lo que ocurre en el mundo, pero sin dispersarte ni cargarte. Evita la angustia que genera la idea de que todavía tienes que estudiar un sinfín de textos. Y mide bien lo que eres capaz de digerir. No leas más de lo necesario y aporta lo que puedas aportar. Si no, te volverás infeliz y resabiado. Hay que evitar estar continuamente caminando y sin llegar a ningún lugar. Y ya es hora, a la altura que estás de la vida, de dedicar más tiempo a pensar y menos a leer.

La religión

La religión, en su sentido estricto, es el cultivo y desarrollo de la vida espiritual, de la vida interior. Pero en la realidad, tal y como mayoritariamente son religiosas las personas de la UE y de EEUU, la religión se ha vuelto instrumentalista o finalista, para controlar éticamente a las creyentes y para tener poder político e ideológico. El segundo Mandamiento de la Iglesia Católica, sin duda el más importante, “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, ha perdido valor y sentido entre la inmensa mayoría de los católicos. Y los sacerdotes, en las homilías de los domingos, se dedican en lo fundamental a hacer ideología política. La religión católica, que debería ser el ámbito de lo sagrado, se ha convertido en una religión profana y utilitarista. Es un verdadero absurdo religioso, una verdadera aberración del mundo espiritual, ver a los jugadores de fútbol encomendarse a Dios para ganar el partido que lo enfrenta al equipo rival. Es como si Dios, que debiera estar pendiente de resolver los graves problemas que aquejan al mundo, como son el hambre y la guerra, tuviera que estar pendiente de algo tan insignificante bajo el punto de vista espiritual y humano como es el fútbol.

También resulta de una inconsecuencia total que tantas personas de ciencia, ingenieras, arquitectas, biólogos y resto, crean en Dios y jamás empleen la razón para preguntarse sobre la existencia de Dios. Como la teología prácticamente ha desaparecido de la religión, estas personas supuestamente “científicas” se niegan a emplear la razón en aquello que constituyen una de sus esencias interiores. Así que creen en Dios por necesidad y por costumbre, y no por la razón.

El sistema

Todas las personas tienen su propio sistema de creencia, de valores, de principios y de conceptos. Las personas que se dedican al ámbito teórico tienen sus sistemas mejor organizados y fundamentados. Si en el ámbito de la ideología política y religiosa se quiere estar fuerte, es necesario fundamentar mejor el sistema del que se dispone. Pongo algunos ejemplos. Hablemos de los individuos y de la historia. Los materialistas históricos defienden la idea de que son las épocas históricas las que crean las grandes personalidades históricas y que es imposible explicar el significado histórico de las grandes personalidades, sea para bien o para mal, sin enmarcarlos en su época. No obstante, hay muchos documentales con clara ideología idealista que presentan las cosas al revés: son las grandes individualidades quienes determinan el sentido y el contenido de una época histórica. Si dentro de tu propio sistema tú tienes el principio sobre las relaciones entre individuo e historia bien fundamentado al que te acoges, la información que recibes de un documental se colocará dentro de tu sistema de forma organizada. Otro ejemplo. Supongamos que quieres conocer más a fondo la historia de la Roma de la antigüedad. Puedes recurrir a los libros de Dionisio de Halicarnaso. De esa amanera no solo conocerás la historia de la Roma clásica, sino que la conocerás con los conceptos de esa época. Si, además, tienes una concepción de clase del mundo, tendrás en cuenta que la lucha entre patricios y plebeyos y entre esclavistas y esclavos constituyen la quintaesencia de los conflictos de esa época. Si, por el contrario, estudias la historia de Roma acudiendo a un “historiador” moderno, de esto que abundan en los documentales emitidos por la televisión, donde se hace un uso abusivo del concepto de élite, no solo habrá hechos esenciales que desconocerás, sino que te representarás el mundo de hace dos mil años con los conceptos de la actualidad. Podría poner más ejemplos. Pero solo quería poner de manifiesto la importancia de estar dotado de un sistema bien fundamentado.

La ideología

La ideología está en todo lo que se hace y se piensa. Cuando Pedro Sánchez invitaba a Podemos a dejar de lado las cuestiones ideológicas y aprobara la partida presupuestaria para aumentar el gasto militar, no estaba planteando las cosas como son en realidad. Hablaba como si quienes estaban a favor de aumentar el gasto militar, lo hicieran al margen de cuestiones ideológicas. Pero esto no es cierto. Quienes estaban a favor del aumento del gasto militar estaban a favor de considerar que la UE y EEUU están en relación con la guerra de Rusia y Ucrania en “el lado correcto de la historia”, y que la ayuda militar a Ucrania significa apostar por el mundo libre frente al mundo autocrático. Así que en todo es ideología.

Pero no se debe tener cualquier clase de ideología. Si eres religioso y defiendes una concepción cristiana del mundo, debes leer y estudiar de forma regular el Nuevo Testamento. Si no lo haces, tu ideología cristiana será pobre y falsa. Si eres liberal y defiendes una concepción liberal del mundo, cuanto menos debes estudiar La riqueza de las naciones de Adam Smith y Los fundamentos de la libertad de Hayek. Si no lo haces, tu ideología liberal será pobre y falsa. Eso es lo que sucede con Isabel Díaz Ayuso: se presenta como una firme defensora de la libertad y de la ideología liberal. Pero su concepción liberal del mundo es pobre y falsa. Carece de conceptos bien fundamentados y promociona de ese modo el pensamiento reaccionario.

Si tienes una concepción marxista del mundo, cuanto menos deberías conocer un poco El Capital de Karl Marx y algunas obras teóricas más. Si no lo haces, tu ideología marxista será pobre y falsa. Los marxistas no extraen las ideas del socialismo de su cabeza sino del propio capitalismo.  Son los socialistas utópicos los que extraen su concepción del socialismo de su cabeza y de razones abstractas. Pensemos en las sociedades anónimas. Escuchemos lo que dice Marx a este respecto en el tomo II del libro III de El Capital de la editorial AKAL:

“III. Formación de sociedades anónimas. De donde:

1)    Expansión enorme de la escala de producción y de las empresas que eran imposibles para los capitales individuales. Al mismo tiempo se convierten en sociales las empresas que antes eran empresas del gobierno.

2)    El capital que descansa de por sí sobre un modo social de producción y presupone una concentración social de medios de producción y de fuerzas de trabajo, adquiere aquí, directamente, la forma de capital social (capital de individuos directamente asociados) en contraste con el capital privado, y sus empresas aparecen como empresas sociales en contraste con las empresas privadas. Es la supresión del capital como propiedad privada dentro de los límites del propio modo capitalista de producción.

Este es un ejemplo excelente sobre lo que anuncia el título de este trabajo: “No busques dentro de ti lo que encontrarás fuera de ti. Eso es lo que encontró Marx en las sociedades anónimas: uno de los gérmenes del socialismo creado por el propio capitalismo, que echa por tierra, no solo los idealismos del socialismo utópico, sino también los idealismos del liberalismo utópico. Por mucho que los liberales se desgañiten afirmando que los individuos son el centro del mundo y que todos los avances de la humanidad solo han sido posible gracias a las grandes individuales, lo cierto es que el individuo necesita asociarse con otros individuos para crear lo nuevo, que la producción en su sentido amplio es social y que el gran capital es capital social. La crisis generada por la pandemia y por la guerra en Ucrania pone en primer plano la necesidad imperiosa de lo social y pone en evidencia que el mercado capitalista permite, como siempre, que los que controlan los grandes medios de producción vean aumentadas sus ganancias de manera desproporcionada y egoísta. El mercado capitalista será el menos malo de los sistemas, comparado con el modelo soviético de socialismo, pero es malo. Y como es malo, habrá que reformarlo de manera radical y no seguir escudándose en los errores del viejo socialismo.

Así que no busques dentro de ti lo que encontrarás fuera de ti.

 

 

 

 

 

 

1 comentario:

  1. Es cierto. El pensar que son numerosos los textos que debo aún leer, me causa ansiedad.
    ¡Gracias por el consejo!

    Ramón Galán

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