Lo exterior y lo interior

 

Te has dedicado a escribir. Narras historias. Escribes muy bien. Pero algunos críticos dicen que eres muy externo. Piensa primero en la historia que vas a contar. A lo mejor el error primero que cometes está en la historia que cuentas. Tal vez la historia sea muy corriente y poco significativa. No ocurren grandes cosas. Piensa en las obras de Shakespeare. Grandes acciones, enormes dramas, desgarradoras pasiones. Dedica más tiempo a seleccionar historias que cuenten cosas más impactantes: una mujer atropelló a una pareja vecina y la golpeó con una piedra hasta desfigurar sus caras. Investiga qué llevo a esa mujer a cometer esos asesinatos. Por muy exterior que seas, las acciones llevadas a cabo por esa mujer asesina ya expresan por sí mismas interioridad.

Eres un admirador de un escritor paraguayo y en parte lo imitas. Pero tú no eres paraguayo. Tú no te has educado en esa cultura. Tienes que elegir y desarrollar unos determinados valores culturales. No pueden ser otros que los de la propia cultura en la que has nacido y te has educado. Eres europeo. Tienes que vivir con mayor intensidad e interés lo que sucede en la Unión Europea. Tienes que tomar posición respecto a lo que ocurre en tu región económica. Tienes que sentir lo que sucede. No se trata de la verdad ni de la certeza. Se trata de vivir los sufrimientos, las desdichas, los dramas y las incertidumbres que vive la sociedad a la que perteneces. Tienes que fortalecer tu identidad cultural. Si no lo haces, siempre tendrás una visión externa de lo que sucede y nada sucederá en tu interior.

No escribas solo narraciones. Escribe sobre lo que piensas, sobre lo que sientes, sobre tus desdichas. Escribe sobre lo que te gusta y lo que no te gusta, sobre lo que tienes y lo que no tienes, sobre lo que rechazas y sobre lo que aceptas. Habla de tus sufrimientos, de tus limitaciones y de tus anhelos. Transparéntate. Escribe sobre tus valores, tus gustos y tus negaciones. No te disuelvas y te escondas en tus narraciones. Déjate ver.