viernes, 19 de enero de 2024

La elección de las palabras: discapacitado, disminuido y subnormal

 

 

Soy muy insistente y no dejo que las cosas queden ahí como estaban hace días. A las ideas les doy siempre nuevos desarrollos y argumento en distintas direcciones. Hay personas que me dicen que no están de acuerdo con mis posiciones y concepciones. Pero eso no basta, hay que argumentar. Y en todo argumento debe haber algunas pruebas. No debe decirse: yo no opino igual que tú. ¿Por qué? Porque es una opinión y no un concepto o argumento.

Según parece, a los discapacitados o las personas con capacidades especiales se les llamaba subnormal en los años sesenta, a partir de finales de los años setenta se les llamaba disminuidos, y en la actualidad, mediante un cambio legislativo se les llama personas con discapacidad. También se les llama personas con capacidades especiales. Es evidente que expresiones como “subnormal” y “disminuido” son ofensivas e hirientes. Recientemente una diputada de Sumar llamó subnormal a Feijó. Pidió disculpas. El mundo cambia y todos debemos estar en sintonía con los tiempos.

Una personalidad de renombre afirmó que ese término, el de discapacitado, terminará también por cambiarse. Prestó atención al cambio solo bajo el punto de   vista de la forma y no del contenido. No observó la evolución y, por tanto, no presentó los hechos bajo el punto de vista de la necesidad de la liberación, de la dignidad y del progreso a las que tienen derecho las personas con discapacidad. Otros presentan ese cambio de nominación como una simple operación nominativa; y hablan de que no debemos quedarnos solo en las palabras sino pasar a los hechos. Es evidente que nuestras ciudades y el mercado de trabajo deben cambiar para que las personas con discapacidad tengan autonomía e independencia, pero no debe pensarse que los cambios de los nombres es un puro acto nominativo.

Todas las palabras están   relacionadas, por una parte, con las percepciones y las representaciones, pero también están vinculadas con los conceptos. Luego con las nuevas nominaciones cambiaran nuestras percepciones, representaciones y conceptos sobre los discapacitados. Es cierto que hay personas, con escasa sensibilidad social y afectados por la superficialidad, que se toman las cosas como si solo se tratara de un asunto nominativo y que todo permanecerá igual. Pero lo cierto es que, si esas personas tuvieran más sensibilidad y conciencia sociales, si tuvieran una visión progresista del mundo, cambiarían sus percepciones, representaciones y conceptos sobre esa parte de los seres humanos que ahora reconocemos como discapacitados o personas con capacidades especiales. Las nuevas nominaciones es una oportunidad para cambiar nuestra concepción del mundo y, por consiguiente, nuestra forma de estar en el mundo. Y que no me venga después un escritor a decirme que su personaje prefiere emplear la palabra “disminuido” que la palabra “persona con discapacidad”. En el mundo se elige y se toma posición; y si el escritor tiene preferencia por un personaje reaccionario y desactualizado, problema suyo. Insisto: el personaje carece de vida propia. Así que todo lo que diga el personaje es de total responsabilidad del escritor. Al escritor no le asiste un derecho especial diferente a la diputada de Sumar que tuvo que pedir disculpas por emplear una expresión hiriente y reaccionaria como lo es la de subnormal. Yo he usado, y sigo usando muy a menudo, la palabra “subnormal”. Suelo emplearla en un sentido jocoso. Pero así y todo, la quitaré de formal radical de mi lenguaje. Hay que estar con los tiempos que corren y en el sentido del progreso.

 

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