viernes, 11 de abril de 2025

La persona independiente

 

Hay personas que se consideran pensadores. Saben de los grandes acontecimientos que ocurren en la historia universal de la actualidad. Pero después resulta que lo más pequeño, lo más aparentemente insignificante, les pasan desapercibidos. No ven lo evidente en las pequeñas cosas de la vida inmediata, no aprecian su valor, y, en consecuencia, no extraen lección alguna. Pensemos en la exitosa serie Adolescencia. El padre, la madre y la hermana del niño asesino van en coche hacia su casa. Es el cumpleaños del padre. Quieren vivir ese día de forma normal y alegre. De hecho, cuando llegan a la casa, cada uno se esmera en la vestimenta para hacer de ese día un día especial.

Mientras regresaban a su casa en el coche, el niño asesino llama a su padre para felicitarlo. El niño quiere mucho a su padre y lo admira. Mientras el padre y el niño hablan entre sí, la madre y la hermana permanecen en silencio, no intervienen. Lección que hay que extraer: la madre y la hermana respetan hasta el infinito la independencia y la privacidad del padre y de su hijo asesino. Reflexión que hay que hacer: cada persona, cada uno de nosotros, debe pensar si defiende ese valor. La lucha cultural es hoy día muy importante. Pero la lucha cultural hay que librarla en la vida inmediata, en el seno familiar y en seno de nuestras amistades más habituales. Y si defendemos ese valor cultural, la independencia y la privacidad, entonces hay que luchar para que ese valor cultural impere en el seno familiar y en el seno de nuestros círculos de amistades. O puede suceder lo contrario, que no nos guste ese valor, que seamos más partidarios de la dependencia y la libertad para invadir la privacidad del otro. Cada cual que haga lo que quiera. Pero debe definir con claridad qué valores defiende y hacerlos públicos a los demás.

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