sábado, 17 de mayo de 2025

Pensamiento: movimiento y desarrollo

 

La vida, por causa del trabajo, tanto el que realizamos fuera como en casa, transcurre inevitablemente en la rutina: la repetición una y otra vez de lo mismo. Igual sucede con los conceptos, los repetimos una y otra vez, sin que experimenten el más leve cambio, y así encarcelamos al espíritu. Tanto en la vida práctica como en la vida teórica nos acecha la rutina. La rutina puede ser tan poderosa que preferimos que el mundo, sobre todo aquel que transcurre en la vida inmediata, no experimente modificación alguna. Vivimos más tranquilo si el mundo inmediato no cambia. Anhelamos paz y sosiego. Y así, inmersos en la rutina, dejamos de pensar, si por pensar entendemos lo que entendía Hegel, y que aclararé a continuación. La rutina mata al espíritu.

Por pensar entenderemos, siguiendo a Hegel, el trabajo que realizaron y realizan los héroes de la razón pensante, que también podemos denominarla, a la razón pensante me refiero, el Espíritu del Mundo. ¿Y en qué consiste la tarea principal de los héroes de la razón pensante? En penetrar en la esencia de la naturaleza y en la esencia del pensamiento, y que se presenta como conocimiento racional. Escuchemos a Hegel en Introducción a la historia de la Filosofía: “El espíritu universal no se está quieto; y es este espíritu universal lo que nos interesa examinar aquí. Puede ocurrir que en una nación cualquiera (yo añadiría en una familia cualquiera o en una persona cualquiera) permanezcan estacionarios la cultura, el arte, la ciencia, el patrimonio espiritual en su conjunto; tal parece ser, por ejemplo, el caso de los chinos, quienes probablemente se hallen hoy, en todo, como hace dos mil años. (Hegel se refiere a la China semifeudal y semicapitalista y semicolonial del siglo XIX. Pero desde 1978 el espíritu universal de China ha cambiado a lo contrario: un incesante y poderoso cambio que se manifiesta en todos los planos de la vida, incluido la vida política, aunque los liberales se nieguen a ver ese cambio). Pero el espíritu del Mundo no se hunde nunca en esta quietud y en esta indiferencia; por la sencilla razón de que, por su concepto mismo, su vida es acción”. Esta es la idea: el espíritu no se  está quieto, pero la rutina lo lleva a la quietud y mata a su esencia.

Así que el Espíritu del Mundo, y nosotros queremos ser representantes de ese Espíritu del Mundo y héroes, aunque en pequeña medida, de la razón pensante, es acción, no quietud e indiferencia. Sin duda que una parte de nuestra vida tiene que ser rutinaria, pero no conviertas todo en una rutina. Debes esforzarte por procurar pequeños cambios en tu vida y en todos los terrenos.  Las fuerzas productivas no cesan de desarrollarse y acelerarse, pero tú, atrapado en el estilo rutinario, haces las cosas todos los días, todos los meses y todos los años del mismo modo. No produces cambios en tu vida. Y si haces lo mismo, hazlo de distinto modo. Escapa de la rutina. No te quedes atrapada en ella. Y como no escapas o no sabes escaparte de la rutina, el Espíritu del Mundo no está en ti, solo lo está como una pequeña sombra, como una débil tendencia, en tu actividad teórica. En tu vida mediata, todo no cesa de cambiar y lo aceptas, pero porque no depende de ti; mientras que en tu vida inmediata haces lo imposible porque nada cambie. Porque tu espíritu, atrapado en la rutina, demanda sosiego y paz. Tu espíritu, sin darte cuenta, se ha vuelto feudal en el sentido histórico chino.

(Advierto que, en mis elaboraciones conceptuales, la realidad, siguiendo el criterio de Marx, obedece al concepto. El individuo, cualquier individuo con sus particularidades, es puramente accidental en el desarrollo del concepto. Así que no pretenda el individuo verse reflejado de modo adecuado y completo en el concepto. El concepto siempre será un reflejo parcial del individuo).

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