domingo, 4 de junio de 2000

Sobre los límites de nuestro debate



01) Nuestro debate se centró, desde un principio, en la catalogación de la teoría del valor de Marx. En concreto te solicité información sobre economistas que de modo explícito criticaran dicha teoría. Tú afirmastes que la teoría del valor de Marx estaba desechada, que tenía inconsistencias formales reconocidas por todos, y en especial me hablaste de Maurice Dobb como reputado economista marxista.

Yo te respondí de forma concreta: me referí a la Nota Introductoria que hizo Dobb para la Contribución  y al primer capítulo de El Capital. Dicho de forma más gráfica: puse sobre la mesa de debate 16 páginas de texto teórico de Dobb y 45 páginas de texto teórico de Marx. La mayoría de mis afirmaciones se basaron en el conocimiento concreto y al detalle que tengo de esos dos textos. Y no se trata, como tú dices, de un coto cerrado, de heurística, de exégesis y cosas por el estilo, sino sencillamente de delimitar con precisión el debate. Tú, sin embargo, has transformado este debate rigurosamente acotado en un debate exageradamente amplio, que abarca muchísimos aspectos de la realidad y varias esferas de saber.
 02) Por ejemplo, me planteas el tema de lo que ha significado el fracaso del socialismo real. Te diré, de pasada, que seguí muy atentamente los cambios económicos y políticos que se  produjeron en China y en la extinta URSS desde inicio de los años 80 hasta mediado de los años 90. Fui lector regular de las revistas soviéticas STP y Ciencias Sociales y de la revista china Beijin Informa. Pero has de reconocer que si nos pusiéramos a debatir un tema de esta magnitud, no terminaríamos ni en diez años. Por eso, seamos más sencillos y más prácticos y debatamos sobre cosas más sencillas y poco extensas.
03) Tú afirmas que los textos de Marx deben de valorarse de acuerdo con el contexto en que nacieron y en relación con los dilemas contemporáneos. Pero antes de situar un texto en relación con determinados contextos, es necesario conocer previamente el texto. Té niegas a estudiar  las primeras 45 páginas de El Capital y, sin embargo, me propones que estudiemos dicha obra, que se compone de más de 2000 páginas, de acuerdo con su contexto. No es seria ni rigurosa tu postura, aunque quieras dar a entender que procedes de un modo más científico que yo.
04) Té gusta hablar de la “contrastabilidad empírica”, de la “robustez teórica”, de la “capacidad analítica”, etc. Creo que me quieres dar a entender que tú estas del lado de la ciencia, que te mueves en los carriles de la ciencia, y que en este debate deberíamos proceder con métodos científicos. No dudo que estudies ciencia y de que gran parte de la literatura que lees sea ciencia, pero la cuestión clave aquí es la siguiente: ¿cuánto de esa ciencia existe en ti y de qué modo? Las ciencias habrán avanzado muchísimo, todo lo que tú quieras, pero aquí se trata en  concreto de lo que tú y yo hayamos avanzado en este terreno y de demostrarlo en este debate.
05) Veamos un ejemplo. Hablas del carácter “no observable” que adopta la categoría “valor” y de la incompletitud del método de transformación de dichos valores en datos observables. Pero esto es una simple afirmación y no una demostración. Y en la ciencia se trata de demostrar y no sólo de afirmar. Si  procedieras en este tema de modo científico, deberías cubrir los siguientes pasos: primero, exponer cuál fue la naturaleza que Marx le atribuyó al valor y por qué resulta inobservable, segundo, exponer cuál fue el método de transformación del valor en datos observables que empleó Marx en El Capital, tercero, exponer cuáles son los errores de ese método, y cuarto, exponer una solución mejor que la que propuso Marx. Pero tú no has hecho nada de eso,  sencillamente te has limitado a formular una afirmación. (Quisiera comentarte muy someramente otro aspecto muy emparentado con este asunto: Te refieres de forma regular a la capacidad analítica de las teorías económicas que tú compartes, pero hasta el momento no has analizado ninguna, pero ninguna, categoría económica.)
6) Me he fijado en un aspecto de tu forma de concebir y pensar. El otro día, cuando conversábamos en casa de tu madre, me hablaste de la neurobiología y de la inteligencia artificial, y de todo lo que habían progresado estas disciplinas y sus grandes repercusiones en la teoría del conocimiento. Me atrevería a conjeturar que desconoces a Paulov y el funcionamiento elemental del sistema nervioso superior, así como la fisiología de los órganos de los sentidos y aspectos tan elementales de los procesos cognitivos humanos como  son la sensación, la percepción, la atención, la memoria y el pensamiento concreto figurativo. Esta es una de tus características como pensador: prefieres lo complejo y lo amplio y desprecias lo sencillo y lo pequeño. Escucha lo que dice Jevons en su Teoría de la Economía Política, pg. 6:  “Como han observado casi todos los escritores económicos, es al tratar los elementos simples cuando requerimos el máximo cuidado y precisión, puesto que el menor error de concepto puede viciar todas nuestras deducciones”.

7) Tú dices “Lo que sí resulta cuestionable, desde el punto de vista científico, es el método heurístico de una suerte de eterno retorno a las fuentes en busca de una verdad perdida que los demás no han sabido entresacar. Al final, todos equivocados menos uno mismo, o unos pocos, ¿pero es que alguien se salva de la quema?”. Tal vez con expresiones como “heurística”, “exégesis” y “epitomen” puedas engañar a  terceros y presentarme como una especie de iluminado, pero las cosas son más sencillas y concretas que como tú las presentas.
A los 22 años, y estando en Melilla, leí a Nietzche. Concluí rápido: toda la literatura marxista que había leído, a excepción de la  de Marx, Lenin y Mao, la tiraría a la basura cuando regresara a las Palmas. Y así lo hice. Quería empezar de cero y conocer por mí mismo El Capital  de Marx y no a través de intermediarios. Tal vez sea ésa una de las diferencias esenciales que hay entre nosotros: yo conozco El Capital por mí mismo, mientras que tú lo conoces por medio de otros.
En Melilla pensé: si quiero saber lo que es la moral y lo que es un ateo de verdad, mi hombre es Nietzche. Cuando estudié a Husserl, ya en Las Palmas, concluí: si quiero saber lo que es la lógica teórica y lo que es pensar de forma dialéctica, mi hombre es Husserl. Cuando estudié a Bertrand Russell concluí: si quiero saber lo que es el empirismo y a expresarme con la limpieza del lenguaje matemático, mi hombre es Bertrand Russell. Cuando estudié a Einstein concluí: si quiero saber cuáles son los fundamentos básicos de la teoría de la relatividad y conocer una forma novedosa de construcción teórica, mi hombre es Einstein. Cuando estudié a Luria concluí: si  quiero conocer los procesos psicológicos de la actividad de la conciencia y el funcionamiento del cerebro, mi hombre es Luria. Y así podría mencionarte más nombres de científicos, filósofos y escritores. Pero no quiero emborracharte.
Lo que te quiero dar a entender con esto último, estimado Jacinto, es que yo he estudiado El Capital bien pertrechado científicamente. Y he estudiado a los autores que antes te referí y a muchos otros  por mí mismo, sin mediación de terceros. Lo que sucede es que yo no procedo en este debate como tú, mencionando mil temas y mil autores. Yo podría decirte, por ejemplo, que no distingues entre Estado de derecho y democracia, que no presta la atención debida a la división sectorial entre producción de medios de producción y producción de medios de consumo cuando estudias el fracaso del socialismo real, o que no tienes en cuenta el carácter sígnico  del dinero de papel.  Si procediera así, aumentaría aún más el número de temas a debatir. Pero lo que yo intento, y desde el principio, es que debatamos pocas cosas y poco extensas.
8) Hablas de que a ti poco te sirve una teoría del dinero que no es capaz de darte una explicación atinada de una realidad tan característica, cotidiana y de honda repercusión económica como es la inflación.  El dinero, que yo sepa, es lo más cotidiano que existe y es un de los valores fundamentales en la vida de los hombres y mujeres de hoy. Sin embargo, tú desprecias conocer su naturaleza porque Marx no te da una explicación atinada de la inflación. No creo que una actitud así tenga algo que ver con la ciencia. Es como quien se niega a estudiar Aritmética porque en el texto en cuestión no se estudia Algebra.
9) Hablas de una significativa lista de formas económicas modernas como el cambio tecnológico, el trabajo intelectual, el sector servicio, el bienestar,  y el peso mayoritario de las clases medias. Ninguno de estos aspectos que mencionas son formas económicas: el cambio tecnológico tiene que ver con las fuerzas productivas, el trabajo intelectual tiene que ver con la división social del trabajo en físico y espiritual, el sector servicio tiene que ver con la división social del trabajo por ramas, el bienestar tiene que ver con el consumo, y el peso de las clases medias tiene que ver con un problema político que ya fue tratado en su tiempo por Aristóteles. Tú confundes las fuerzas productivas con las relaciones de producción, el valor de uso con el valor, el contenido material de la riqueza con su forma económico social. La mercancía, el dinero, el capital constante, el capital variable, el capital fijo, el capital circulante, el salario, el beneficio, el interés, las acciones, los dividendos, etc., si son formas económicas. Y son las formas económicas las que nos informan de las relaciones de producción que hay entre los hombres. (Por eso es tan importante su estudio y tan útil para los trabajadores y defensores del socialismo. Lo que yo pretendo con mi esfuerzo de estudio y popularización de El Capital no es suministrar técnicas de negociación de convenios laborales, sino dotar a los trabajadores de una ideología independiente de la ideología capitalista.)
10) Podría seguir valorando críticamente muchas de las cosas que afirmas en tu último trabajo, pero entonces no terminaría nunca. De hecho,  no me gusta nada el camino que está siguiendo este debate: demasiada dispersión. Yo quisiera reconducirlo hacia metas más sencillas, claras y efectivas. Tú hablas de la teoría económica de raíz neoclásica (si se quiere, de inspiración utilitarista), y que hay pocas dudas de su superioridad, en términos científicos de robustez teórica y contrastabilidad empírica, respecto a la teoría marxista. Aquí vuelves sencillamente a formular una afirmación, a querer legitimar tu postura con la expresión impersonal “hay pocas dudas”, y a reincidir en la idea de que tú estas del lado de la ciencia.
Yo, por mi parte, no te hablaré del utilitarismo en general, sino en particular de uno de sus fundadores: Jevons. Pero no voy a hablarte de la totalidad de la producción teórica de Jevons, sino en concreto y en particular de su obra La Teoría de la Economía Política. Pero tampoco voy a hablarte de toda esta obra, sino solamente de su teoría de la utilidad, y en sus primeros y básicos postulados. Te propongo que estudiemos lo pequeño y que midamos nuestras fuerzas intelectuales en el estudio de lo pequeño y rigurosamente delimitado.

Crítica a la teoría de la utilidad de Jevons

Las tesis fundamentales de Jevons sobre la  naturaleza de la utilidad son las siguientes:
Primera: La utilidad no es una cualidad inherente a las cosas, sino una propiedad circunstancial de las mismas que nace de su relación con las necesidades humanas.
Segunda: En consecuencia, nunca podremos afirmar de forma absoluta que unos objetos tienen utilidad y otros no. Así, por ejemplo, la fruta no recolectada para los consumidores no tiene la más mínima utilidad.
Tercera: todas las partes de una misma mercancía no tienen el mismo grado de utilidad. Así, por ejemplo, un litro de agua diario tiene la máxima utilidad, pues evita que nos muramos de sed; varios galones de agua tienen gran utilidad, puesto que nos permite satisfacer las necesidades de bañarnos, fregar el suelo, lavar la losa, etc.; pero por encima de estas cantidades la utilidad empieza a descender hasta llegar a cero.
Podríamos incluir algunas tesis más de Jevons sobre el particular, pero con estas nos basta para nuestro propósito. Ahora paso a exponerte las tesis fundamentales de Marx sobre el mismo tema,  para luego pasar a  compararlas con las tesis de Jevons:
Primera: Marx proporciona dos definiciones de valor de uso: una, es una cosa que por sus propiedades puede satisfacer necesidades humanas, y dos, es una cosa que por sus propiedades puede ser útil en diversos aspectos.
Segunda: La utilidad de una cosa no flota en el aire. Condicionada por las propiedades del cuerpo de la mercancía no existe sin ellas.
Tercera: Los valores de uso se realizan en el uso o en el consumo.
Cuarta: En todo valor de uso se encierra una determinada actividad productiva conforme a un fin, esto es, trabajo útil.

Crítica

De acuerdo con Jevons diremos que una manzana, por ejemplo, es útil porque satisface necesidades humanas, pero de acuerdo con Marx diremos que una manzana satisface necesidades humanas porque tiene propiedades nutritivas. El hombre primitivo, en su calidad de cazador, tuvo necesidad de lanzar objetos a sus presas. Fue la necesidad de cazar la que le obligó a usar piedras como elementos arrojadizos. Pero la utilidad de las piedras como elementos arrojadizos no dependía de que él las necesitara, sino del peso, volumen y configuración de las mismas. Por lo tanto, la utilidad  no es una  propiedad circunstancial de las cosas que nace de su relación con las necesidades humanas, sino una cualidad inherente a las cosas que depende en su existencia de las propiedades naturales de las  mismas.
Supongamos que tenemos una manzana en el frutero y que de momento nos abstenemos de consumirla. Por el hecho de que no se consume, Jevons deduce que la manzana deja de ser valor de uso. Es decir, que el no consumo de un valor de uso supone para Jevons la negación de su existencia como valor de uso. Si seguimos a Marx, el planteamiento cambia: aunque no consumamos la manzana, no por ello deja de ser valor de uso. Sigue siendo un valor de uso, lo que sucede es que no se realiza como valor de uso. Marx diferencia entre el ser de una cosa y su realización, en este caso, entre valor de uso y consumo, mientras que Jevons toma la no-realización de un valor de uso como negación de su existencia como valor de uso. La diferencia  que presenta Marx entre ser y realización, Jevons la presenta como diferencia entre ser y no ser.
Supongamos ahora que al cabo de cinco días decidimos comernos la manzana. Pero no podemos hacerlo porque está podrida. La manzana ha perdido su condición de valor de uso, no porque no se consumiera, sino porque perdió sus propiedades nutritivas. Vuelve a quedar claro aquí que la utilidad de las cosas reside en sus propiedades naturales y no en su relación con las necesidades humanas.
Pensemos ahora en el guepardo y en uno de sus alimentos habituales: el impala. El impala libre y vivo es objeto de la necesidad alimenticia del guepardo, pero no es medio de consumo, no es apto para el consumo, no es un valor de uso. Sólo es apto para el consumo el impala capturado y muerto. Pero para que se produzca este cambio en la forma de existencia del impala, que de estar libre y vivo pase a estar capturado y muerto, el guepardo tiene que realizar una determinada actividad productiva conforme a un fin: cazar. Entre la  necesidad alimenticia del guepardo y su satisfacción media su trabajo de cacería. Por lo tanto, la utilidad de las cosas no brota de las necesidades humanas, sino del trabajo útil.

Conclusiones de la crítica

Los errores de Jevons son los siguientes: uno, ignora que la utilidad de una cosa reside en sus propiedades naturales, dos, no diferencia entre el ser de una cosa y su realización, confundiéndola con la diferencia entre ser y no ser, y tres, ignora que la utilidad de las cosas es obra del trabajo útil.
Con este pequeño trabajo analítico te he demostrado tres cosas: una, que conozco al detalle la teoría de la utilidad de Jevons, dos, que conozco al detalle la teoría de la utilidad de Marx, y tres, que tengo la suficiente capacidad teórica (en este caso analítica) para elaborar una crítica fundamentada de la teoría de la utilidad de Jevons. Si ahora resulta, estimado Jacinto, que leyendo a Dobb me percato que no tiene en cuenta estas diferencias a la hora de analizar los valores de uso, estaré totalmente legitimado para criticarlo por conocimientos de causa y razón. El que tú consideres a Dobb un intelectual de gran talla y a mí de talla pequeña, no cambia en nada la cuestión. Aquí no se trata de creer quién tiene más talla como intelectual, sino en concreto de quien conoce mejor un determinado texto de Marx, a saber, el primer capítulo de El Capital. Y yo te puedo asegurar y demostrar que Dobb no conoce con rigor dicho texto de Marx. Pero no podré demostrártelo mientras tú rehuyas centrarte en el debate que te planteé desde el principio: las 16 páginas de texto teórico de Dobb y las 45 páginas de texto teórico de Marx.


        9 de julio de 2000  

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