miércoles, 15 de junio de 2011

El significado de los cambios económicos en Cuba

“Para nosotros, el comunismo no es un estado que debe implantarse, un ideal al que haya de sujetarse la realidad. Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera al estado de cosas actual”. Karl Marx. La ideología alemana






Creo que el gobierno cubano está siendo realista y está dejando atrás los idealismos “revolucionarios”. Y pongo entre paréntesis la expresión “revolucionarios” porque un movimiento social que no logre que los trabajadores sean más ricos y disfruten más de la vida no es revolucionario. La revolución socialista se hace, y esto no debe olvidarse, para que el trabajador se libere de las opresiones y se convierta en el propietario y principal usufructuario de la riqueza que produce. Pero si se instaura un régimen económico con tal baja productividad que se produce  menos riqueza que en el régimen capitalista, entonces los trabajadores no ganan sino que pierden con el nuevo régimen.





Concepto y realidad



La concepción materialista del conocimiento defiende que los conceptos deben reflejar y adaptarse a los cambios que se producen en  la realidad. Todo intento de mantener intacto los conceptos de los embates de la vida, libres de los cambios que se producen en la realidad, debe ser catalogado como idealismo. Esto sucede más de lo que imaginamos en el seno de la izquierda radical, sobre todo en su fracción soñadora, que es a mi juicio su fracción dominante y mayoritaria. Se niega a aceptar lo que sucede en la realidad y hace maniobras teóricas para presentar las cosas como no son. La URSS fracasó como socialismo y de su seno ha brotado un capitalismo muy feroz y todopoderoso, pero la izquierda soñadora se defiende mediante una maniobra lingüística y afirma que en la URSS no había socialismo. Se niega a aceptar la realidad: se niega a reconocer que el capitalismo cosecha victoria tras victoria sobre el socialismo. No comprende que las fuerzas de la izquierda radical tienen que dar pasos atrás y hacer concesiones si quieren conservar ciertas cuotas de poder. No quiere ver que el Partido Comunista Chino se ha visto obligado a retroceder hasta lo inimaginable en el terreno económico para poder conservar gran parte del poder político. Tal vez el Partido Comunista Cubano quiera imitarlo; y si no lo hace rápido, si en el terreno económico no hace concesiones al capitalismo, el resultado podría ser aún peor que lo sucedido en la extinta URSS.  





Economía mixta o economía de transición



Para mi fue una enorme alegría comprobar hace ya varios años el realismo de dos grandes economistas burgueses. Se trata de Samuelson y Nordhaus, quienes en su obra ECONOMÍA afirman que todas las economías del mundo son mixtas. De este modo se reconoce que la propiedad privada necesita de la propiedad pública, pero también de ese modo hay que reconocer lo contrario: la propiedad pública necesita de la propiedad privada. Quizás sea esta lección la que más a duras penas está aprendiendo el gobierno cubano.

Aunque el concepto de economía mixta sea realista, tiene un fallo en su contenido: carece de sentido histórico. Pues bajo el punto de vista histórico el socialismo viene después del capitalismo, de manera que sería más acertado afirmar que nos encontramos en un periodo de transición o que todas las economías del mundo son de transición: del capitalismo al socialismo. El concepto de transición no forma parte del acervo teórico de Samuelson y de Nordhaus como de ningún otro economista burgués, pero tampoco forma parte del acervo teórico de los viejos dirigentes comunistas. Mayoritariamente han concebido el socialismo de forma pura y esto los ha llevado a defender que la propiedad pública sobre los medios de producción sea absoluta. Pero si es absoluta, no hay transición. Y donde no hay transición, no hay dialéctica: no hay movimiento ni cambio. Y ese ha sido uno de los rasgos que más han caracterizado al socialismo de viejo cuño: el estancamiento.





Las reformas económicas



Las reformas económicas emprendidas por el gobierno cubano son las siguientes: aumentar el número de actividades económicas que pueden realizar los trabajadores por cuenta propia, permitir los negocios familiares y permitir la contratación libre de mano de obra. En agosto de este mismo año también se llevaron a cabo otras reformas económicas: el arrendamiento de tierras para que los campesinos pueden producir y vender los productos hortofrutícolas y el arrendamiento de tierra en las zonas costeras durante un plazo de 99 años para que se construyan casas de lujos y muchas personas adineradas hagan de ellas su segunda residencia. En términos de categorías económicas estas reformas deben ser catalogadas así: permitir, potenciar y desarrollar la economía mercantil y el pequeño capital. Sólo de ese modo los 500.000 empleados que el Estado cubano quiere prescindir de sus servicios podrán encontrar trabajo.





El significado ideológico de las reformas



Una de las cosas que más me disgusta de la izquierda radical soñadora es que no se fija en el lado material de la economía cubana, no le preocupa que los trabajadores cubanos vivan con salarios muy bajos, pasen penurias y que no puedan disfrutar de la vida a lo grande. No hablo de despilfarro ni de derroche. Hablo de gozar y disfrutar de la vida con holgura, no siempre calculando hasta el más mínimo céntimo de gasto por los reducidos que son los salarios.  Para la izquierda radical soñadora lo fundamental es mantener los conceptos puros, esto es, que el Estado sea el único y exclusivo propietario de los medios de producción. Pero esta postura es reaccionaria, antihumana y quijotesca. ¿No se ve que hay muchos recursos económicos en Cuba, entre ellos la tierra, a los cuales no se les extrae ni el diez por ciento de la rentabilidad que tiene? ¿No se ve que los trabajadores cubanos tienen una productividad muy baja porque no se les estimula económicamente? ¿No se ve que un socialismo pobre no es aliciente para nadie ni se puede presentar como alternativa seria al capitalismo? Si esto no se ve, si la izquierda soñadora no es capaz de percibir la realidad tal cual es, entonces nada hay que hacer y el fracaso del socialismo está asegurado.  El significado ideológico que tienen estas reformas no es más que el reconocimiento de que la época del socialismo absoluto, la época donde el Estado socialista era el propietario absoluto de los medios de producción, ha llegado a su fin. Ahora el socialismo, el nuevo socialismo del siglo XXI, sólo puede salir triunfante si permite las libertades mercantiles y cierto grado de libertades capitalistas.





El consumo en el socialismo



Hace una semana leí un artículo en Rebelión, no recuerdo ahora bien quién es su autor, que hablaba de ciertos tipos de  consumos como signos del capitalismo. Me asombró que a los cruceros los catalogara de consumo excesivo e irracional. Creo que dicho autor no sabe en qué mundo vivimos. Un sector de la clase obrera con el cual suelo mantener muchas conversaciones es el de las cajeras de los hipermercados. La mayoría de ellas ganan entre ochocientos y novecientos euros. Sin embargo, muchas de ellas han disfrutado de varios cruceros por el mediterráneo y también han visitado varias ciudades europeas. Imagínese, atento lector, que yo defienda ante estas trabajadoras un socialismo donde los cruceros sean presentados como señales de capitalismo y como consumo excesivo e irracional.   ¿Cómo reaccionarían estas mujeres? Dándome la espalda.  La promesa del socialismo debe ser planteada de tal manera que le digamos a los trabajadores que en el nuevo régimen van a ver incrementados sus salarios y disminuida su jornada laboral. Dicho de otro modo: debemos prometerles un socialismo rico y libre.





Las desigualdades



Ante las reformas económicas en Cuba mucha gente está preocupada por el aumento de las desigualdades. Se sigue incurriendo en el error de presentar la igualdad como un signo distintivo del socialismo. Esto es falso por todos  los costados. Si el principio del socialismo es a cada cual según su trabajo, el principio que predomina es el de la diferencia y no el de la igualdad. Lo que el socialismo debe solucionar de raíz  es que nadie viva del trabajo de los otros. Pero si reconocemos la necesidad del pequeño capital, tenemos que reconocer que en cierto grado y para cierto sector de la población habrá apropiación de trabajo ajeno.

¿Aumentará o no aumentará las desigualdades con las reformas económicas puestas en práctica en Cuba? La respuesta debe ser no evasiva sino clara: las desigualdades aumentarán.  No obstante, estas desigualdades deben ser examinadas más de cerca. Pongamos un ejemplo hipotético. Supongamos que antes de la reforma  un trabajador de la categoría A perciba en Cuba 100 euros y un trabajador de la categoría B perciba 50 euros. La desigualdad del trabajador A respecto del trabajador B se sitúa en el cien por ciento. Supongamos ahora que después de la reforma el trabajador A monta un negocio y contrata al trabajador B. De manera que el trabajador B gane 100 euros y el trabajador A gane 300 euros. Ahora la desigualdad del trabajador A respecto del trabajador B se sitúa en el 200 por ciento.  Se ha producido un aumento de la desigualdad.

Pero miremos las cosas más de cerca y analicémoslas en términos absolutos. ¿Cuánto ganaba el trabajador B antes de la reforma? 50 euros mensuales. ¿Y cuánto gana después de la reforma? 100 euros. Luego mediante la reforma el trabajador B ha visto incrementado su sueldo en un 100 por ciento. Si les preguntáramos ahora a los trabajadores cubanos que ganan 50 euros si ellos apostarían por una reforma que les permitiera incrementar su sueldo en el cien por cien aunque hubiera minorías que verían incrementados sus ingresos en el trescientos y en el quinientos por ciento, ¿qué responderían? Yo no tengo la menor duda: apostarían por la reforma.





Conclusiones



El viejo socialismo ha muerto. No es viable que el Estado sea el propietario absoluto de los medios de producción. La economía socialista debe ser una economía de transición y, por consiguiente, una parte de ella tiene que estar en manos privadas y en manos individuales.  Ha muerto el socialismo pobre, el de las penurias, el de las limitaciones, donde se estigmatiza el consumo como un pecado al socialismo puro. Ha llegado la hora del socialismo rico, del socialismo pletórico, donde los trabajadores disfruten de la riqueza que producen. El socialismo se basa en la diferencia y no en la igualdad. Su objetivo no es que todos seamos iguales, sino que cada cual perciba del fondo de consumo la parte que le corresponde según el trabajo aportado a la sociedad.  Y esta pluralidad y libertad que se dará en el ámbito de la economía cubana, más tarde o más temprano tendrá que reflejarse en su superestructura política e ideológica.


11 de octubre de 2010.

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