sábado, 26 de enero de 2013

¿Existe la visión objetiva?

“Refiere Ludwig Richter en los Recuerdos de su vida que hallándose una vez en Tívoli con tres camaradas jóvenes como él, se pusieron a pintar un trozo de paisaje, resueltos firmemente a no separarse lo más mínimo de la naturaleza; a pesar de los cual y a pesar de que el modelo era el mismo para todos y de que cada uno recogió con talento lo que sus ojos vieron, resultaron cuatro cuadros totalmente distintos; tan distintos entre sí como lo eran las personalidades de los cuatro pintores. De donde se colige que no hay una visión objetiva, que la forma y el color se aprehenden de modos siempre distintos, según el temperamento”. Heinrich Wölfflin. Conceptos fundamentales de la historia del arte. Pág. 25. Espasa 2011.
 
No estoy de acuerdo con la conclusión extraída por Wölfflin.  Lo primero que debemos hacer es establecer la distinción entre la visión de una situación objetiva y la expresión pictórica de esa situación objetiva. Una persona puede hacerse el firme propósito de expresar por medios pictóricos la situación objetiva percibida; pero si sus habilidades pictóricas son limitadas, entonces el cuadro producido apenas se parecerá a la situación objetiva. También puede suceder que sean grandes pintores como los que suponemos en la historia referida por Richter, pero las diferencias de aprehensión, como muy bien dice Wölfflin, dan cuadros distintos. Pero con esto no se demuestra que no exista la visión objetiva, lo que se demuestra es que la expresión pictórica de una misma situación objetiva varía de pintor a pintor.
Sería también conveniente saber cuál es el grado de esas diferencias. Aunque Wölfflin habla de que los cuatro pintores produjeron cuatro cuadros totalmente distintos, pudo haber sucedido una de estas dos cosas: una, que Wölfflin exagera cuando aplica el adverbio “totalmente”  y que aunque  los cuadros sean distintos no lo son hasta el grado de que no sea posible establecer parecidos entre ellos; o que la promesa de los cuatro pintores de no separarse de la naturaleza no la cumplieron. Tal vez en este último caso podemos suponer que aunque prometieron guiarse por la visión exterior terminaron dominados por su visión interior.
Creo que los pintores, sobre todo los que tienen una personalidad muy marcada, rara vez dan expresión a la percepción, lo más habitual es que den expresión a su representación. En la representación siempre hay elementos de la percepción, pero hay otros elementos de la memoria matizados por el gusto y los intereses del pintor. Los cuadros deben ser catalogados como representaciones o como expresiones de representaciones. Sólo la fotografía o la televisión pueden tener la pretensión de figurar como expresión de la percepción.
Pero supongamos, no obstante, que los cuatro cuadros de una misma situación objetiva sean notablemente diferentes a pesar de la promesa de los cuatro pintores de no apartarse de la naturaleza. ¿Colegiríamos con Wölfflin que no existe la visión objetiva? Pues no. Lo que si podríamos afirmar a tenor de esa experiencia es que no existen visiones objetivas idénticas,  no que no exista la visión objetiva.  El carácter objetivo de la visión sólo señala que el objeto viene dado y no lo pone el sujeto. Otra cosa es que cada sujeto atiende a aspectos distintos de la situación objetiva  y da por resultado cuadros distintos. Y también sucede que atendiendo a los mismos aspectos objetivos, cada pintor los vive de manera distinta –la percepción es también una vivencia –y resulta por ende cuatro cuadros distintos.
 

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