Sergio Aranda tiene una
especial concepción de la naturaleza de lo material, de lo ideal y de sus
relaciones mutuas. Paso primeramente a transcribirles dos de sus ideas. Primera
idea: El Estado no son los edificios, no son tampoco los papeles, por muchas
figuritas que tengan, mucho menos las estatuas o las armas, etc. Ningún objeto
material es o puede ser el Estado o parte de él. El Estado efectivamente son
las ideas en torno a esos objetos. Las personas que actúan en nombre del Estado
lo hacen respecto de las ideas y de los consensos respecto de ellas. Segunda
idea: La iglesia como cualquier otra institución no son las iglesias y
catedrales, ni ningún otro símbolo material.
Paso ahora a responder.
Las diferencias y las oposiciones entre lo material y lo ideal tienen cierto
carácter relativo. El ser humano es una fuerza material. Está dotado de fuerzas
esenciales objetivas: sus piernas, sus brazos y su espalda. Un ser humano puede
matar a otro ser humano sólo valiéndose de sus piernas y de sus manos. En
cualquier clase de trabajo, incluido el más espiritual como puede ser escribir
o pintar, participan de forma
determinante las manos. Las manos constituyen el órgano táctil por excelencia y
debe encontrarse junto con la vista entre las fuerzas esenciales objetivas más
admirables del ser humano. Por lo tanto, si el Estado es, en parte, un conjunto
de hombres especializados en ciertas funciones –seguridad, justicia y gobierno–,
entonces el Estado es una fuerza material. Pero ocurre además que si el
ejército y los cuerpos de seguridad del Estado están dotados de medios materiales para ejercer la violencia,
entonces estos medios materiales son parte constitutiva del Estado. Las ideas
sobre seguridad, expresadas mediante leyes y prohibiciones, no tendrían ningún
valor sin medios para ejercer la violencia. Y los edificios –las sedes judiciales
y las cárceles, por ejemplo– son sin duda parte constitutiva fundamental del
Estado. También los papeles donde se imprimen las sentencias y las leyes.
Respecto de las
iglesias he de decir que las iglesias sí son las basílicas y las catedrales,
incluyendo sus bellos tesoros escultóricos y pictóricos. Al igual que los seres
humanos sí son sus viviendas, sus carreteras y resto de bienes materiales donde objetivan su vida. El ser humano es él
mismo y todo lo que necesita para vivir. Sin duda que las ideas son
fundamentales en todo lo que se hace, incluido en todo lo que se produce y se
consume. Pero si las ideas no tuvieran una expresión material, y durante el
renacimiento y el barroco las ideas cristianas tuvieron una poderosísima
expresión material, carecerían de poder ético. Si todavía hoy día las
catedrales nos impresionan por sus dimensiones y belleza arquitectónica, cómo
no iba a impresionar a las masas desposeídas de la época feudal. La religión, al
igual que el marxismo, no es solo un conjunto de ideas, sino productos
históricos. La determinación ideal de la religión como de cualquier ideología
es solo una de sus determinaciones junto a muchas otras. El hecho de que la
economía política sea la ideología dominante es impensable sin que en la
sociedad predomine la economía mercantil y monetaria. Igual que es imposible
concebir el poder actual de la Iglesia católica sin el concurso del dinero y
sin su precedente histórico, en especial el de la época feudal, donde era la
principal clase feudal. No hay que olvidar que en la época feudal la religión
era la ideología dominante. Y la arquitectura, escultura y pintura de aquella
época así lo prueba. El todo no son las ideas donde lo material es un simple
medio de expresión, sino que el todo es lo material donde las ideas son una de
sus partes constitutivas.
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