Según Böhm-Bawerk, Marx confunde la abstracción de
una circunstancia en general con la abstracción de las modalidades especiales
bajo las que esta circunstancia se manifiesta. Y a este propósito en las
páginas 116-117 dice lo siguiente: “También en la relación de cambio de las
mercancías se hace abstracción de la modalidad específica bajo la que el valor
de uso de las mercancías puede presentarse, del hecho de que la mercancía sirva
para la alimentación, para el vestido, para la vivienda, etc., pero no, ni
mucho menos, del hecho de que desempeñe funciones de valor de uso en general.
Que no se puede hacer abstracción, pura y simplemente, de esta cualidad habría
debido deducirlo el propio Marx del hecho de que no puede existir valor de
cambio donde no existe valor de uso; hecho que el propio Marx se ve obligado a
reconocer reiteradas veces”.
Aquí Böhm-Bawerk se luce. Su formación
lógico-filosófica es baja. Podemos hablar de los conceptos y de todos los
individuos que cubren el concepto. Pero Böhm-Bawerk habla de la modalidad
específica y de la modalidad general del concepto de valor de uso. Dicho de
forma más precisa: El economista austriaco habla del valor de uso como género y
de las sillas, el suelo, los bolígrafos, los vestidos, el calzado y de todo lo
que pueden ver nuestros santos ojos como especies de valor de uso. Empleemos su
conceptualización. El género valor de uso debe incluir todas las especies de
valor de uso. De hecho todas las especies de valor de uso constituyen la
extensión del concepto de valor de uso. Si al género valor de uso le restamos o
hacemos abstracción de todas sus especies, ¿qué nos queda? Pues nada. Es como
si a la especie ser humano les resto todos los individuos que la constituyen.
No queda nada. Así que cuando el economista austriaco afirma que si en el
proceso de intercambio hacemos abstracción de la modalidad específica del valor
de uso, esto es, de la totalidad de especies de valor de uso, no implica que en
el intercambio el valor de uso siga desempeñando su papel en su modalidad
general, comete un error lógico-filosófico de bulto. Así que repito, si al
género le restamos las especies, no queda nada. El género sin las especies que
la constituyen es igual a cero.
A continuación Böhm-Bawerk añade lo siguiente: “Que
no se puede hacer abstracción, pura y simplemente, de esta cualidad habría
debido deducirlo el propio Marx del hecho de que no puede existir valor de
cambio donde no existe valor de uso; hecho que el propio Marx se ve obligado a
reconocer reiteradas veces”. Al anterior error añade uno nuevo o arrastra en la
nueva afirmación el error anterior. La interdependencia entre valor de uso y
valor nada tiene que ver con el hecho de que en el proceso de intercambio se
haga abstracción del valor de uso. Esta objeción me parece de lo más
superficial y poco argumentado por parte del economista austriaco.
Y así llegamos a lo que podemos considerar la perla
del arte lógico-teórico de Böhm-Bawerk. Después de aquella afirmación añade
esta serie de afirmaciones y preguntas: “Pero aún más grave es el siguiente
paso de la argumentación. “Si se prescinde del valor de uso de la materialidad
de las mercancías –dice Marx–, solo queda en pie una cualidad, la de ser
producto del trabajo”. ¿De veras? Lo pregunto hoy como hace doce años: ¿solo
una cualidad? ¿No les queda además, por ejemplo, otra cualidad cómo, la de su
rareza en relación con la demanda? ¿O la de ser objeto de demanda y
oferta? ¿O la de haber sido apropiadas
por el hombre? ¿O la de ser productos de
la naturaleza?... ¿Y no es también común a los valores de cambio aquella
propiedad que tiene de provocar gastos a un productor, propiedad que el propio
Marx recuerda con tanta precisión en el tercer volumen?”. Aquí Böhm-Bawerk no
solo carece del más elemental rigor teórico, sino también le falta seriedad. Cuando
Marx llega a la conclusión de que lo que hay de común entre las mercancías es
el gasto de fuerza de trabajo sin tener en cuenta la forma de su gasto, lo hace
tras llevar a cabo un proceso de abstracción absolutamente riguroso, tras
realizar una cadena de razonamientos de lo más estricto. Mientras que
Böhm-Bawerk se limita a enumerar un conjunto de posibilidades y las presenta
como simples afirmaciones en forma de preguntas.
Pero entremos en detalle. Afirma Böhm-Bawerk que esa
común puede ser la rareza en relación con la demanda. Lo de rareza
supuestamente hay que entenderlo aquí como escasez. La escasez como la
abundancia son determinaciones cuantitativas de los valores de uso. No son, por
tanto, determinaciones internas del valor de uso. Por otro lado, la escasez y
la abundancia son términos relativos. Los ricos son personas que viven en la
abundancia, mientras que los pobres viven en la escasez. Además, la escasez o la
abundancia de un bien está determinado temporalmente, en los periodos de
burbuja puede haber escasez de viviendas, y en los periodos de crisis puede
haber exceso de viviendas en relación con la demanda. Pero repito: la rareza es
una determinación cuantitativa del valor de uso. Así que si de la mercancía
resto el valor de uso, debo en consecuencia retarle su determinación
cuantitativa. Así que muy poca seriedad encontramos en esta primera posibilidad
de la que nos habla el economista austriaco.
Nos dice Böhm-Bawerk a continuación que la cualidad
común podría ser que la mercancía es objeto de demanda y oferta. La oferta es
la cantidad de bienes y servicios que sus propietarios ponen a la venta. Luego, la oferta es también
una determinación cuantitativa de los valores de uso, esto es, una
determinación externa. Por otro lado, del lado de la oferta están los
vendedores y por el lado de la demanda están los compradores. Luego estamos
hablando del proceso de intercambio, de la relación externa entre mercancía y dinero,
entre vendedores y compradores. Así que carece de sentido práctico y teórico
afirmar que el rasgo común de las mercancías puede ser que son objetos de la
demanda y de la oferta. Dicho de forma
conclusiva: oferta y demanda no son determinaciones internas del valor de uso
sino determinaciones externas.
Añade después Böhm-Bawerk que ese rasgo común podría
ser igualmente que las mercancías han sido apropiadas por el hombre. ¡Qué falta
de nivel teórico! La propiedad es una relación externa entre personas y cosas.
Así que no puede ser presentado como un rasgo inmanente a las mercancías.
Y sigue luciéndose el afamado economista austriaco.
Afirma ahora que el rasgo común a las mercancías podría ser también que son
productos de la naturaleza. En esta afirmación se nota su falta de rigor y que
no ha estudiado con la atención debida los conceptos de Marx. Casi al inicio de
El Capital se elabora el concepto de
valor de uso. Según Marx un valor de uso es una cosa que por sus propiedades
puede ser útil al ser humano en distintos sentidos. Luego forma parte de su
valor de uso las propiedades naturales. Si de la mercancía abstraemos su valor
de uso, debemos abstraer las propiedades naturales. ¿Cómo puede decir entonces
Böhm-Bawerk que el elemento común, lo que queda en las mercancías después de
restar el valor de uso y donde debemos incluir las propiedades naturales, es
una parte constitutiva del resto que nos queda? La respuesta es clara: no es
nada riguroso.
Por último, se pregunta Böhm-Bawerk si no es también
un rasgo común a los valores de cambio aquella propiedad que tienen de provocar
gastos a un productor. Esto es ya para reírse. Todo lo que nosotros gastamos en
producir un determinado valor de uso forma parte del valor de dicho valor de
uso. Es decir, cuando nos quedamos con el valor una vez restamos el valor de
uso de las mercancías, en ese valor está contenido todo lo que el capitalista
ha gastado en medios de producción y salarios. Así que es un sinsentido lógico
el que aquí comete Böhm-Bawerk. Le doy una alegría al lector: solo queda una
entrega.
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