El mundo mercantil capitalista es muy complejo: no
cesan de producirse nuevas formas del valor y, por consiguiente, nuevas formas
de enriquecimiento. Cuando hablamos de complejidad no solo hablamos de que un
sistema tiene muchas partes con variadas funciones, sino también que las
relaciones entre las distintas partes se multiplican y se producen muchos
fenómenos de inversión y de ocultación. También hay que tener en cuenta que la
relación de una parte con otra hace que una de ellas sufra modificaciones: esto
lo veremos después en la relación del valor con el valor de uso. En ese momento
hablaremos del valor de uso como forma fenoménica del valor. Pero la
complejidad teórica, donde el pensamiento de Hegel y el de Marx son ejemplos de
ellas, no debe entenderse en ningún caso
como oscuridad sino como la dificultad a la que se enfrenta el lector en el
desempeño de las tareas epistemológicas. Un buen filósofo es quien nos
proporciona claridad y pone al descubierto los aparentes enigmas y no quien
vuelve todo más confuso y enredado.