viernes, 26 de julio de 2019

Unidad y multiplicidad


¡Ay!, amigo desconocido, cuánto avanzaríamos si te acostumbraras a hablar de una cosa sola, deteniéndote en ella todo el tiempo del mundo, y frenando con firmeza tus fieros impulsos hacia la contingencia categorial.


Dices estar a favor de la multiplicidad y en contra de la unidad, porque a tu juicio esta unidad proviene del concepto y del afán clasificatorio de las ciencias. El mundo se presenta como multiplicidad a los sentidos. Solo por medio de ellos adquirimos constancia del mundo como multiplicidad. Estar a favor de la multiplicidad es estar a favor de que el punto de partida del conocimiento lo establezcan los sentidos.  Reforzar el papel de la multiplicidad en nuestra concepción del mundo significa reforzar el papel de los sentidos en dicha concepción. Pero la unidad también se presenta a los sentidos, aunque  no en forma de objeto, sino como momento no independiente (haciendo uso del modo de expresarse de Husserl). Cualquier especie animal es multiplicidad y es unidad, como cualquier especie de cosa u objeto. Los impalas, por ejemplo, están constituidos por muchos individuos, son múltiples, pero comparten en común una misma configuración corporal. Me dirás que si afinamos un poco veremos diferencias en la configuración corporal cuando pasamos de un individuo a otro. Y te reconozco que sí. Pero los parecidos en su configuración corporal son los suficientes como para poder distinguirlos de, por ejemplo, la configuración corporal de los leones o de cualquier otra especie animal. Dicha configuración provee a la multiplicidad impalas de unidad. De hecho, el propio nombre “impala” hace objetiva para la conciencia teórica esta unidad, pero además la constituye en existencia independiente (esta es la ventaja de la función nominativa de la palabra y del lenguaje en general. Los momentos o aspectos que en el ser son no independientes por medio del lenguaje se tornan independientes).

Por supuesto que no existe el impala en general, lo que existen son los impalas, una multiplicidad. Pero no es menos cierto que existe la configuración corporal impala, que la comparten en común los impalas, y ahí reside la unidad. Pero esa unidad no existe como objeto independiente en la naturaleza, sino como aspecto o momento no independiente en cada uno de los individuos de la especie impala. Y los seres humanos por medio de la palabra impala logran dos objetivos: uno, hacer objetiva la unidad, y dos, darle existencia independiente a dicha unidad. (Hablamos de la existencia de la objetividad y de la unidad para la conciencia teórica).

Conclusión. No es lo mismo decir que por medio de la palabra “impala” expreso la unidad de una especie determinada de animal, que decir que la unidad de la especie impala la pone el ser humano por medio del concepto de impala. Devolvámosle a la naturaleza lo que le pertenece, incluida la unidad, y dejemos de pensar que todo el orden y sentido que hay en ella lo ha puesto el ser humano al tentarla con sus mágicas y filosóficas palabras.

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