sábado, 28 de noviembre de 2020

¿Amor o enajenación por el fútbol?

 

Hay muchos líderes de la izquierda radical que me decepcionan profundamente. Aceptan que se hable de amor por el fútbol. Decía Nietzsche que todas las palabras son metáforas. Yo lo corrijo y digo: todas las palabras pueden tener un uso metafórico. Cuando alguien habla de “aquellos que amamos el fútbol”, está falseando el profundo sentido ético que tiene la palabra “amor”. Diferente sería si modulamos esa expresión y se dijera: “aquellos a los que nos gusta el fútbol y nos place enajenarnos con él”. Yo soy uno de ellos. Yo veo bastante fútbol. Y lo hago para descansar la mente y reducir el estrés. En resumidas cuentas: el fútbol es un medio para no pensar en la esencia del mundo. No obstante,  nunca pierdo de vista la forma económico-social del fútbol, esto es, su forma de capital. Y esa forma me resulta insoportable.  Además que bajo el punto de vista de la justicia distributiva  es insostenible.

Continuamente leemos a muchos economistas marxistas hablar de la ley del valor, pero nunca hablan de qué representa la ley del valor o cómo se manifiesta la ley del valor en el mundo futbolístico. Nunca explican cómo y por qué los futbolistas se vuelven tan ricos. Y no solo los futbolistas, sino todos los deportistas de élite. En el capítulo 4. La globalización y el cambio social del libro titulado Sociología, Anthony Giddens y Philip W. Sutton  afirman lo siguiente: “La creciente escala y proyección del Mundial de Fútbol ilustra de un modo sencillo la creciente interconexión e interdependencia de la población mundial, un proceso multifacético que los sociólogos describen como globalización”. Y añaden: “La globalización del deporte  supone la participación de atletas de todas partes del mundo, audiencia televisiva cada vez más globales, anunciantes procedentes de muchos países y creación de una demanda de consumo de productos deportivos y sus derivados, como ropa deportiva, libros y videos relacionados y muchos otros productos”. También dicen estos dos sociólogos que el tenis, el golf, el fútbol, el rugby y el baloncesto han dejado de ser simples fenómenos culturales para convertirse en negocio”. De ahí que no entienda el comportamiento ideológico de muchísimos marxistas y líderes de la izquierda radical que cuestionando sin cesar el carácter capitalista y depravador de la globalización, no hablan nunca del fútbol, que como muy bien dicen estos dos sociólogos, por una parte, es el ejemplo más sencillo para ilustrar el carácter capitalista de la globalización, y por otra parte, de ser un simple fenómeno cultural se ha convertido en un gigantesco negocio capitalista, donde las grandes masas sociales del globo son enajenadas y cruelmente explotadas, creando falsos líderes, ídolos cubiertos de oro, y convirtiendo al fútbol en uno de los grandes opiáceos de la conciencia social moderna.

La Covid 19 ha puesto de manifiesto muchas contradicciones profundas del actual sistema social. Los gobiernos de todo el mundo ante la necesidad del confinamiento han puesto en circulación un concepto ideológicamente fundamental: los trabajos esenciales. ¿Y cuáles son los trabajos esenciales? El sistema sanitario, la industria farmacéutica, la investigación científica vinculada con la salud y el sector de la alimentación. La esencia es un concepto filosófico que se opone a la apariencia. Las tres determinaciones de la apariencia según la filosofía de Hegel son las siguientes: una, la apariencia es la manifestación de la esencia, dos,  la apariencia es la esencia en otra determinación, y tres, la apariencia representa lo inesencial frente a la esencia. Esta tercera determinación de la apariencia es la que ha estado presente en la pandemia que asola el mundo: la apariencia representa lo inesencial frente a la esencia. Justamente el fútbol es una parte de esa apariencia que no solo representa lo inesencial frente a la esencia del mundo, sino que además la oculta y la enajena. Durante la pandemia por medio de Instagram muchos deportistas mostraban sus vidas en sus lujosas mansiones, en sus yates y en sus jets privados. Cristiano y Georgina no dejaron de aprovechar la ocasión para mostrar con ostentación sus vestimentas y complementos de lujos: entre ellos relojes o joyas por valor de medio millón de euros. Representan un mundo absolutamente oprobioso y capitalista. Y en alianzas con los medios de comunicación, las industrias dedicadas a las prendas y calzados deportivos, y las agencias de publicidad, se dedican a la explotación y a la enajenación de las grandes masas sociales. De ahí que no entienda cómo, alentado desde todos los sectores que conforman la opinión pública, se haya convertido a Maradona en un fenómeno mundial, donde se ha exagerado hasta de la forma más ridícula posible su talla sociológica, política e ideológica. Me gustaría saber cuántos científicos que han contribuido de manera esencial a la transformación del mundo han muerto en los últimos cinco años y si las grandes masas sociales conocen aunque solo sea uno de esos nombres. Vivimos por causa del fútbol en un mundo absolutamente alienado, sin el más mínimo control consciente de las relaciones económicas que se establecen entre los seres humanos, narcotizados por las apariencias y de espaldas a las esencias. Así que el amor al fútbol del que hacen gala un sinfín de líderes sociales solo significa la enajenación y ocultación de la esencia del mundo.

(Me he visto en la necesidad de hacer un aporte añadido tras leer el artículo de Ilka Oliva Corado, publicado el 30 de noviembre del año en curso en Rebelión bajo el título A Maradona lo que es de Maradona. https://rebelion.org/a-maradona-lo-que-es-de-maradona/

Les transcribo algunas de sus ideas: “El  balompié es del pueblo, del arrabal, como son las flores silvestres, las hiedras, los zacatales, y las calles enlodadas…las casitas de adobes…los turnos de trabajo a deshora”. “Porque el fútbol es como el oxígeno, como el agua de lluvia que embellece las plantas y los campos baldíos,…”. “Y los pueblos no tienen fronteras, ni idioma, religión, ni nacionalidad, se compactan en uno solo, todo los pueblos son uno solo cuando se trata del fútbol”.

Todas estas ideas de Oliva Corado me parecen puro idealismo. El fútbol no es del pueblo, sino de las sociedades deportivas dueñas de los clubes, de los jugadores de élite, de la televisión, de las empresas dedicadas a la producción de prendas deportivas, y de las empresas publicitarias. El fútbol es un enorme negocio capitalista que produce de continuo capitalistas. Leemos de continuo en la prensa noticias sobre jugadores africanos que estaban en la peor de las pobrezas y que ahora son millonarios. Y por mucho que nos digan que no se olvidan de su pasado de sufrimientos y privaciones, lo cierto es que ahora son capitalistas.

Tampoco es cierto que el fútbol sea como el oxígeno o como la lluvia. El fútbol es un opiáceo peor que la religión. Es un medio de enajenación, esto es, un medio para olvidarse y ocultar la esencia del mundo. Tampoco me parece nada atinado hablar de que los pueblos de la Tierra son uno solo cuando se trata del fútbol. Todo lo contrario: mientras los futbolistas y todas las potencias que hacen posible el fútbol son instituciones donde sus intereses comunes están firmemente asegurados, los más de cien millones de personas que ven por televisión, por ejemplo, la final de la copa del mundo carecen de una institución común que los represente. Justamente la globalización del fútbol ha supuesto la pérdida total de poder de los aficionados. Y una última cosa: los aficionados al fútbol comparado con la población total del mundo son una minoría. Y no es acertado presentar a estas minorías como si fueran el conjunto de los pueblos del mundo).

 

 

1 comentario:

  1. Fútbol, me corrige señor Umpiérrez si me equivoco de escritor, pero creo que fue a Borges a quien le preguntaron ¿ por qué el fútbol es tan popular? Porque la idiotez es popular, respondió el escritor.

    ResponderEliminar