martes, 24 de noviembre de 2020

El momento de la objetividad

 

Me sorprende que todavía muchos marxistas cuando hablan del valor hablen del valor en su forma natural: la cantidad de trabajo socialmente necesario para producir las mercancías, sean bienes o servicios. Mientras que cuando seguimos el  hilo de El Capital de Karl Marx, observamos que la secuencia es la siguiente: cómo la mercancía se transforma en dinero, cómo el dinero se transforma en capital, y cómo el capital se transforma en capital productor de interés, esto es, cómo el capital se transforma en mercancía. Se parte de la mercancía y se retorna a la mercancía, pero con todo el enriquecimiento de ese proceso, transformación y evolución. Cada fase o etapa teórica de El Capital es el reflejo conceptual de cada momento necesario del desarrollo del capital empírico. He insistido en muchas ocasiones que El Capital es sustancialmente el estudio de las formas del valor. Y las formas del valor constituyen el momento de la objetividad del valor. Así que vuelvo a repetir que no entiendo cómo se puede situar la clave de El Capital en la sustancia del valor concebido en su forma natural, cuando este aspecto no representa ni tan siquiera el dos por ciento de dicha obra teórica.

Tampoco termino de  entender la comparación inadecuada entre la economía convencional y la economía marxista en la que insisten muchos marxistas. La economía convencional es una teoría que sistematiza la experiencia de los agentes prácticos para la gestión de la economía mercantil. De manera que en una sociedad socialista donde todavía sea el mercado el mecanismo empleado para el desarrollo de las fuerzas productivas será necesario la economía convencional. Mientras que la economía  marxista no es una teoría que sirva para gestionar la economía mercantil. La economía marxista sirve para analizar la naturaleza de las relaciones de producción, esto es, para poner al descubierto las relaciones que se dan entre los seres humanos en todas las formas económicas: en el valor, en el capital, en el interés, en el alquiler, en las acciones,…La economía convencional no tiene como objetivo teórico esta tarea. Los economistas convencionales hacen uso de las formas enajenadas de la economía mercantil en su desarrollo capitalista sin entrar para nada en su génesis histórica y lógica. Por su parte la economía marxista supone la crítica y, por consiguiente, la superación de la economía política o economía convencional. Pero en la dialéctica marxista ocurre que en la superación de una cosa se conserva dicha cosa. Así que la economía marxista no es la negación de la economía convencional.

Escuchemos ahora a Hegel en la sección dedicada a la religión de la magia del capítulo titulado Religiones de la  naturaleza de su obra Lecciones sobre la Filosofía de la Religión, 2: “a la religión pertenece esencialmente el momento de la objetividad,  el hecho de que la potencia espiritual aparezca al individuo o a la conciencia empírica singular como una universalidad esencial respecto de la autoconciencia empírica, como una alteridad autónoma;…”. He puesto en negrita las categorías circulantes más decisivas para la reflexión que haré a continuación y que tiene como objetivo  establecer el parentesco de las ideas de Marx con las ideas de Hegel. Pensemos primero que el valor de uso representa la particularidad frente a la universalidad que representa el valor. Como valores de uso las mercancías son cualitativamente diferentes mientras que como valores son iguales. Cuando Marx inicia su indagación sobre las mercancías en tanto valores lo hace en el momento histórico y lógico en el que las mercancías se intercambiaban unas con otras de manera casual y relativa. En ese momento el valor se imponía ya en términos cualitativos  pero no en términos cuantitativos: puesto que la mercancía A se cambiaba hoy con la mercancía B en una proporción y mañana lo hacía en otra proporción. Pero ya desde el principio Marx vio en el intercambio de las mercancías el momento de la objetividad: sobre todo en la mercancía que hacía de equivalente. Aunque el momento de la objetividad también pertenece a la mercancía que está en forma relativa. Puesta que la forma de equivalente del valor no es posible sin la forma relativa de valor. Y de hecho la forma  de equivalente se presenta como el producto de la forma relativa del valor. Dicho en términos de lógica formal: La forma relativa de valor representa el conjunto de las mercancías individuales, mientras que la forma de equivalente representa la unidad social.

La mercancía equivalente es la mercancía que en términos hegelianos, y de acuerdo con el texto transcrito antes, representa la universalidad esencial y la alteridad autónoma. Pero esta autonomía se logra cuando la mercancía que hace de equivalente se transforma en equivalente general y luego en dinero. Y el dinero representa la alteridad autónoma de cualquier mercancía particular. El dinero, como alteridad autónoma, siempre está frente a la mercancía individual, es su otro extrañado.  Añado que cuando Marx empieza con sus ejemplos, 20 varas de tela se cambian por un traje, las 20 varas de tela es lo que en pensamiento de Hegel, y repito que de acuerdo con el texto transcrito, representa el individuo o la conciencia empírica singular. Les advierto que en una relación la modificación de uno de los miembros de la relación supone la  modificación del otro miembro de dicha relación. Y aquí acabo. Solo quería poner de manifiesto dos cosas: la riqueza y sutileza dialéctica del pensamiento de Hegel y su decisiva influencia en el pensamiento de Marx. Y me despido diciendo que no hay obra de Hegel que no me cause un profundo placer intelectual. Es un pensador muy complejo pero con un rigor conceptual fuera de lo común. Y en sus escritos siempre notas el movimiento, el eterno dinamismo y cambio, donde el ser es el momento pasajero, el momento llamado a desaparecer.

 

 

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