Algunos lectores de mi trabajo anterior titulado Atrapados en la particularidad inmediata, me dicen que no entienden mi afirmación de que lo universal expresa lo particular, cuando anteriormente he afirmado que el lenguaje solo puedo expresar lo universal.
Estoy en el salón de mi casa y le digo a mi amigo
allí presente: ¿Te gusta mi sofá? Él mira el sofá y me responde: sí, me gusta.
Yo percibo el sofá y mi amigo percibe el sofá. Ambos tenemos conocimiento del sofá
de un modo particular. ¿Por qué tenemos un conocimiento particular del sofá?
Porque es objeto de nuestra percepción visual. Pero aquí yo introduzco un matiz:
Hablo de particularidad dada al conocimiento de forma inmediata. Puesto que
podemos tener conocimientos de hechos particulares mediante fotografías, y en
este caso hablo de tener conocimientos de hechos u objetos particulares de
forma mediata. Pero ¿es absolutamente
inmediata mi percepción visual del sofá y la de mi amigo? Pues no. Esa
percepción está mediada por la categorización: desde que hablo, desde que
empleo una categoría para nombrar un objeto, la percepción de ese objeto está
mediada por la nominación. Pero el hecho de que el nombre medie la percepción
no le resta a la percepción su esencia: darnos objetos que están presentes. La
mediatez y la inmediatez están presentes en todo, según he aprendido de Hegel, y
en la percepción también. Lo que sucede es que en la percepción la inmediatez
es el lado dominante.
Sigamos. Yo estoy en mi casa y mi amigo en la suya.
Hablo con él por teléfono y le digo: acabo de comprar un sofá muy bonito y
cómodo, le hablo de su tamaño, de la calidad de su asiento y respaldo, de su
color y de su precio. Yo le hablo a mi amigo de un hecho particular, pero a mi
amigo solo le doy palabras y no imágenes. Como solo le doy palabras, solo
expreso algo universal. Así que en principio parece que mi amigo solo tiene un
conocimiento universal de mi sofá. Pero ¿su conocimiento del sofá es
absolutamente universal? Pues no. Él tiene también un sofá y ha visto a lo
largo de su vida muchos sofás. Podríamos afirmar que su cabeza está llena de
muchos sofás particulares que están guardados en su memoria. Hay otra cosa: las
palabras no desenvuelven su significado plenamente apoyadas solo en sus
significantes, las palabras necesitan de quien las escuchas actos de
representación que ponen los objetos o situaciones objetivas a las que apuntan
las palabras. Pero las representaciones como las percepciones dan objetos
existiendo en su particularidad. Del mismo modo que yo, partiendo de la percepción
de mi sofá que me viene dado en su particularidad, le doy expresión mediante el
lenguaje, que es el reino de lo universal; mi amigo responde a mi intención significativa
mediante actos de representación, conectando de ese modo mi intención significativa con sus
representaciones, entrando así en el reino de la particularidad.
Pero como hoy los dispositivos móviles nos permiten
superar el reino de la universalidad del lenguaje, mi amigo me propone lo
siguiente: mándame algunas fotografías del sofá. Yo le hago algunas fotografías
y se las envío a mi amigo. Ahora mi amigo tiene una percepción visual de
fotografías de mi sofá. Ha accedido a tener un conocimiento particular de mi sofá,
pero de forma mediata, por medio de imágenes fotográficas. Por eso he hablado
en el trabajo anterior de tener conocimientos mediatos sensibles de
particularidades. Así que resuelto el asunto: aunque el lenguaje solo expresa
lo universal, yo puedo por medio del lenguaje darle expresión a un hecho u
objeto particular: mi sofá. Y quien me escucha al otro lado del teléfono puede
representarse el sofá que he comprado, y de ese modo superar el reino universal
en el que quedan atrapados los hechos y los objetos mediante el lenguaje. Y sí
además le mando fotografías de mi sofá, la superación de esa universalidad
queda alcanzada de modo totalmente satisfactorio.
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