domingo, 30 de octubre de 2022

Ser y apariencia: valor aparente y valor aparentivo

 

Los filósofos del arte afirman que mientras los pintores del renacimiento pintan los entes tal y como son, los impresionistas lo hacen tal y como aparecen. Someteré a crítica este postulado para determinar cuál es su grado de verdad.

Tenemos un modelo con una prenda de vestir con ojales y botones siguiendo una línea vertical. Si nos colocamos a medio metro de distancia del modelo, podemos percibir con todo detalle los ojales y los botones. Pero si nos vamos alejando del modelo, llegará el momento en que apenas percibamos los ojales y los botones. Supongamos que esa distancia sea de seis metros. Imaginemos ahora que pedimos a un pintor del renacimiento que pinte el modelo a esos seis metros de distancia. Cuando contemplamos la pintura, observamos que los ojales y los botones están detallados con toda precisión. Si la misma tarea se la encomendamos a un pintor impresionista, cuando contemplamos la pintura, observamos que los ojales y los botones apenas aparecen definidos, más bien observamos un rectángulo alargado de un color apagado. Sobre esta experiencia, el filósofo del arte concluye que el pintor del renacimiento pinta los entes de acuerdo con su ser, mientras que el pintor impresionista pinta los entes tal y como aparecen.

Yo haré una pequeña corrección. El pintor del renacimiento pinta los entes tal y como aparecen a seis metros de distancia y tal y como aparecen a medio metro de distancia. El tamaño del modelo en su cuadro delata que el pintor del renacimiento está a seis metros de distancia, y el detalle de los ojales delata que al mismo tiempo el pintor está a medio metro de distancia. La expresión “al mismo tiempo” es algo que se ve en el cuadro, puesto que, en la práctica, el pintor del renacimiento para detallar los ojales y botones tendrá que acercarse en varias ocasiones a medio metro del modelo.  Pero lo que en la práctica se presenta como sucesivo o consecutivo, en la pintura se presenta como simultáneo. En todo caso el pintor del renacimiento siempre pintará los entes tal y como aparecen, nunca el ser. Lo que sucede es que la apariencia del modelo sufre modificaciones según la distancia a la que se sitúe el pintor.

Como en la práctica y en la teoría el modelo parece estar dotado de varias apariencias y los filósofos empiristas son muy dados a trasladar a la subjetividad las dificultades conceptuales que encuentran en las determinaciones de la objetividad, nos vemos obligados a introducir un nuevo concepto: valor aparentivo. Por valor aparente entendemos el conjunto de aspectos y detalles que constituyen la identidad de un objeto. Esto exige al observador estar a la distancia adecuada del ente sometido a observación para poder tener constancia de la totalidad aproximada de los aspectos y referencias que constituyen su identidad. Y llamaremos valor aparentivo al conjunto de detalles y aspectos de un ente que no podemos percibir en su totalidad por no hallarnos a la distancia adecuada para tal fin. Atendiendo a los aspectos y detalles, podemos afirmar que todo valor aparentivo es un subconjunto del valor aparente. Diremos entonces, de acuerdo con la experiencia, que todo ente tiene un solo valor aparente y muchos valores aparentivos.

 


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