En esta última reflexión quisiera atender a la
dimensión temporal del fenómeno semiótico en cuestión, obtener una visión de
conjunto del mismo, y destacar el papel tan decisivo que desempeña la
representación en el proceso de semiotización. Por último, demostraré el
carácter erróneo del concepto de semiosis ilimitada frente al carácter acertado
de concepto de semiosis delimitada. El dilema semiótico presente en el fenómeno
que hemos sometido a análisis y que hemos titulado “Huellas de niño sobre la
nieve”, quedará resuelto cuando la mujer
experimentada en el sentido de la nieve (en adelante la mujer ESN) identifique
al asesino. Pero esto debe ocurrir al final del proceso. Así que detallemos las
tres fases temporales de las que se compone este fenómeno semiótico. La primera
fase la situaremos en el pasado, la segunda fase en el presente y la tercera
fase en el futuro. En la segunda fase se produce un vacío espacial, no hay
percepción del asesino, que será resuelto en la tercera fase. Pero entremos en
detalle.
Primero les recuerdo algunos conceptos básicos. Por
valor referencial entenderemos el conjunto de referencias, aspectos y detalles
que permiten identificar a los entes. Una de las peculiaridades de los valores
referenciales es que pueden existir en cuerpos ajenos: hay transferencias de
referencias de unos cuerpos a otros. Si esto no ocurriera, gran parte de la
actividad policial sería imposible. El valor
referencial cromático de la mujer ESN, por ejemplo, existe en todas las retinas
de las personas que la ven y en todos los espejos que la reflejan. Otra de las
peculiaridades del valor referencial es que permanece en el tiempo, mientras que el valor corporal propio al que va
unido puede dejar de existir. Una persona puede morir y, sin embargo, su valor
referencial puede seguir existiendo en fotografía y en la memoria de sus amigos
y familiares. Por último, insisto en la idea de que el concepto primero de la
semiótica es el de valor referencial y que la principal función de la
percepción es la identificación.
Entremos ahora en el análisis detallado de las tres
fases que constituyen el fenómeno semiótico que estamos analizando. La primera
fase es un modo de expresión constituido por el niño huyendo y la nieve que
cubre la azotea. El niño es el objeto que expresa sus referencias, la nieve es
el medio de expresión y las huellas son la expresión. Y habíamos dicha que las
huellas, el resultado del modo de expresión, tenías dos valores semióticos: uno,
el valor de identidad del niño, y dos, el valor de identidad de un niño que
huye. Esta fase debemos situarla en el pasado.
La segunda fase es también un modo de expresión,
pero esta vez constituido por las huellas sobre la nieve, que desempeña el
papel de objeto expresado, y por los ojos de la mujer ESN, que desempeña el
papel de medio de expresión. La imagen de las huellas en la retina de la mujer
ESN es la expresión. Esta fase debemos situarla en el presente. Si observamos
detenidamente, vemos que las referencias del niño saltan primero de su propio
cuerpo al cuerpo de la nieve y luego de la nieve a los ojos de la mujer ESN.
Habíamos dicho en el trabajo anterior que desde que nos representamos un niño
que huye, debemos suponer que hay una persona que lo persigue. Concluíamos
entonces que el niño huyendo era manifestación de su perseguidor. Digamos que
había aquí un modo de expresión superpuesto al anterior: el objeto expresado es
el perseguidor, el niño es el medio de expresión, y la huida es la expresión. Les
recuerdo también que como la mujer ESN no pudo percibir al niño huyendo sobre
la nieve porque no estuvo presente en el momento en que se produjeron los
hechos, tuvo que representárselo. Aquello que la percepción no te da, la representación
tiene que ponerlo.
Y la tercera
fase se produce cuando la mujer ESN percibe al asesino del niño. Aquí
también se produce un modo de expresión: el asesino es el objeto expresado, la
retina de la mujer ESN es el medio de expresión, y la imagen en la retina del
asesino es la expresión. Es posible que cuando la mujer ESN perciba por primera
vez al asesino no lo haya identificado todavía como asesino. Así que debemos
distinguir entre identificar a alguien como un elemento de la trama e identificarlo como asesino. Cuando se
produce esta última identificación, podemos decir que el dilema semiótico ha quedado
resuelto. Ahora la representación puede entrar en juego de nuevo: por medio de
ella la mujer ESN no sólo pone al niño subiendo por la escalera, recorriendo la
azotea hasta el muro y precipitándose al vacío, sino que pone igualmente al asesino
subiendo la escalera hasta llegar a la
puerta de la azotea, desde donde ve cómo el niño se precipita al vacío.
Reflexionemos ahora sobre la semiosis ilimitada. La
idea básica de la semiosis ilimitada es que un signo nos lleva a otro signo y
desde este signo llegamos a otro signo y así de forma ilimitada. Dado un signo,
podemos ir hacia atrás o hacia adelante sin límites. La semiosis se presenta
así como un encadenamiento de signos sin límite. ¿Tiene esto sentido? ¿Adónde
nos lleva la semiosis ilimitada? ¿Es así como ocurren los procesos semióticos en
realidad? El concepto de semiosis ilimitada equivale a comportarnos como los
niños pequeños, que ante cualquier respuesta que le demos vuelven a preguntar:
¿por qué? Reflexionemos sobre el fenómeno semiótico que tenemos entre manos.
¿Qué ocurre cuando la mujer ESN percibe las huellas del niño sobre la nieve?
Que esa imagen queda incluida en el sistema mental de la mujer ESN. No se
vincula con otro signo, sino con un sistema de contenidos aportado por todas
las funciones mentales: la percepción, la representación, la memoria, la
atención, los conceptos, los juicios, la inferencias, los razonamientos… Lejos
de producirse una semiosis ilimitada a partir de la producción de las huellas
por parte del niño, se produce lo contrario: una semiosis muy bien delimitada. Si las semiosis fueran en verdad
ilimitadas, la policía jamás podría solucionar los delitos. Cuando la mujer ESN visitó al forense, éste le
dijo que había encontrado algo extraño en el cuerpo del niño: se veía la marca
de una aguja que se emplea para obtener una parte de tejido para hacer una biopsia.
Después la mujer ESN se enteró por la madre del niño que éste de forma habitual
era examinado por un médico en un determinado centro. Supo también que el padre
del niño había muerto en una explosión en condiciones poco claras y que se
había llevado el niño consigo. Como puede observarse, a partir de las huellas del niño la mujer ESN fue
obteniendo nueva información que junto con aquella iba procesando e incluyendo
en procesos de reflexión, de razonamiento, de conceptualización, de inferencias
y de deducciones que la llevaron a identificar al asesino. Ahí, en la
identificación del asesino, tiene su meta y su fin todo el proceso de semiosis
que partió de las huellas del niño. No es una semiosis ilimitada, todo lo
contrario: es una semiosis perfectamente delimitada y estructurada, una
semiosis que tiene su principio y su fin.
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