Yolanda, una de las lectoras de este blog, me hace
llegar las siguientes palabras de Goethe, tomadas de su autobiografía: “Todas
las personas de buena voluntad, a medida que aumenta su formación cultural,
sienten que tienen un doble papel que desempeñar en el mundo, un papel real y
un papel ideal, y en este sentimiento hay que buscar el fundamento de toda
nobleza. El papel real que nos toca desempeñar pronto lo conocemos con claridad
más que suficiente. Respecto al segundo, raramente llegamos a conocerlo bien.
El hombre puede buscar su destino más elevado en la tierra o en el cielo, en el
presente o en el futuro, pero precisamente por eso se verá interiormente
sometido a una eterna vacilación y exteriormente a una influencia perturbadora,
hasta que de una vez por todas tome la decisión de declarar que lo justo y lo
correcto es lo que sea conforme a su naturaleza”. Después Yolanda añade estas
palabras: “Esto es un pensamiento abstracto para mí. El papel real y el ideal,
lo que es conforme a la naturaleza del hombre. Lo leo y lo releo intentando
concretar pero no avanzo”.
Marx hablaba de que en la sociedad burguesa el
hombre llevaba una doble vida: como miembro de la sociedad civil, donde era
rico, pobre, hombre o mujer, y como miembro del Estado, donde era un ser
abstracto. Como miembros de la sociedad civil todas las personas son diferente
e imponen sus diferencias, los ricos valen más que los pobres, pero como
miembros de la comunidad estatal son abstractamente iguales: todos valen un
voto. Marx hablaba de que el hombre como
miembro de la sociedad civil llevaba una vida real y como miembro del Estado
llevaba una vida ideal. La vida estatal, y más especialmente la vida estatal
burguesa, está llena de idealismos. En términos estatales, esto es, ideales, cualquier persona, hasta el más pobre, puede ser presidente del gobierno. En términos
jurídicos no hay ley que se lo impida, pero en términos reales es imposible que
lo sea. También hay idealismo cuando se dice que todas las personas son iguales
ante la ley. Y así lo es abstractamente, pero en la vida real la persona que
puede pagar a los mejores abogados podrá defender su causa mejor que quien
carece de recursos económicos.
También en el ámbito de la religión se habla de una
doble vida: la terrenal y la celestial. Pero de algún modo la vida celestial
está presente en la vida terrenal. Lo que hago en la tierra lo hago para
conquistar el reino de los cielos. Cuando estoy en la iglesia, rezando,
pidiéndole a Dios que me ayude, esto es, soñando, hago una vida ideal. Mientras que cuando estoy
en el trabajo, haciendo lo que me mandan, luchando por un salario, estoy
haciendo mi vida real. Pero también la vida política representa en parte una
existencia ideal del ser humano. Todas las personas llevan una vida real cuando
están en el trabajo, con su familia, con sus amigos, cuando sólo se preocupan
de ellos y de sus seres queridos. Pero hay muchas de esas personas que además
de preocuparse de sí mismas se convierten en representantes de las grandes
causas sociales: luchan por la justicia, por el socialismo, por erradicar la pobreza, por proteger el
medio ambiente,... En calidad de representantes y defensores de esas causas
sociales, las personas llevan una vida
ideal. También es vida ideal la vida que llevan aquellos que aman el arte y la
ciencia. Toda la lucha, anhelo, e ilusión
que vaya más allá de uno mismo y de sus intereses inmediatos es vida ideal.
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