viernes, 24 de agosto de 2012

Lo superfluo y la riqueza

Escuchemos a Marx

En el capítulo titulado Tesaurización de su Contribución a la Crítica de la Economía Política Karl Marx dice lo siguiente: “La forma primitiva de la riqueza es lo superfluo o excedente, la parte de los productos que no se requiere inmediatamente como valor de uso, o también la posesión de productos cuyo valor de uso se sale del cuadro de lo simplemente necesario. Al considerar la transición de la mercancía a dinero, hemos visto que este superfluo o excedente de los productos constituye, en un grado poco desarrollado de la producción, la esfera propiamente dicha del cambio de las mercancías. Los productos superfluos se convierten en productos cambiables o mercancías. La forma adecuada de este superfluo es el oro o la plata; es la primera forma bajo la cual la riqueza queda fijada como riqueza social abstracta”.

 

Escuchemos ahora  a Sismondi

En el capítulo II de la obra titulada Economía política Sismondi se expresa en lo siguientes términos: “Todo a lo que el hombre atribuye valor es creado por su industria; todo lo que crea está destinado a ser consumido para satisfacer sus necesidades y deseos. Pero entre el momento de su producción por el trabajo  y el de su consumo por el disfrute, lo que destina a ser usado puede tener una existencia más o menos duradera. Este fruto, acumulado y aún no consumido, es lo que se denomina riqueza”.

 

Los conceptos de riqueza y de lo superfluo

Al principio las comunidades humanas, pocos numerosas y separadas unas de otras, producían lo necesario. Les sucedería lo que les sucede a las comunidades animales: lo que producían se lo consumían al instante. Poco a poco ciertas producciones no se consumían al instante y empezaron a almacenarse. Este hecho puede entenderse en los dos sentidos expresados por Sismondi y por Marx: en el  sentido de Sismondi,  los productos no consumidos, que se presentaban como pequeñas acumulaciones,  se denominan riqueza; y en el sentido de Marx, todo lo que se producía más allá de lo necesario, que se presentaba como lo superfluo, se denomina riqueza.

 

El destino originario de lo superfluo

Justamente todo aquello que se producía más allá de lo necesario era lo que en principio se convirtió en mercancía. En los puntos de contacto entre comunidades extrañas se producían los primeros intercambios. Poco a poco las comunidades empezaron a necesitar lo que producían las comunidades extrañas. Desde que esta necesidad mutua se instauró, una parta de la producción se realizaba en vista del intercambio. Al principio los valores de uso sólo adquirían la forma de mercancía en el intercambio, a partir de ahora esta forma también la adoptaban en la producción: se producía en vista del valor de cambio. Ha nacido el mundo de las mercancías. Y con su desarrollo surgió la mercancía general: el dinero. Una mercancía específica, por regla general el oro y la plata, se convirtió en el medio para medir el valor de las mercancías, que nos da la forma del precio, y en medio de circulación, que nos da la forma de moneda. Ya lo superfluo no se presentaba como superfluo, sino como necesario. O lo superfluo empezó  a manifestarse de otro modo: el lujo, la ostentosidad y la riqueza personal desproporcionada.

 

Sustantivación de las relaciones sociales y personificación de las determinaciones mercantiles

Al principio cuando el intercambio era ocasional cualquier individuo desempeñaba el papel de comerciante. Los productores iban al mercado a vender lo que excedía de sus necesidades, que siempre era la parte más pequeña de la producción. Pero con el desarrollo de los medios de comunicación y transporte muchos pueblos lejanos entre sí empezaron a entrar en contacto por medio de personas especializadas en el comercio. Cobraron un papel destacado los comerciantes e invirtieron los polos del proceso de intercambio: mientras que el proceso de intercambio supone que alguien vende la mercancía que produce para obtener dinero y con éste comprar todas las mercancías que necesita, el comerciante con dinero compraba mercancía a uno para vendérselo a otro y obtener una ganancia. A partir de entonces el dinero de simple medio del intercambio se convirtió en fin. Y con el surgimiento del capital comercial surgió el capital usurario: las dos formas de existencia del capital antediluviano.

 

La determinación histórica

La historia económica es muy importante. Comprobamos que las cosas no vienen dada, sino que son el resultado de un largo proceso de desarrollo histórico. Observamos igualmente que las cosas tienen distintas fases de desarrollo, que hay evolución, que todo no permanece igual. Pero también constatamos que hay cosas que existen desde hace mucho tiempo, que en lo nuevo se conserva lo viejo, que el desarrollo no supone la negación absoluta de las raíces de las cosas. Así las mercancías, el dinero y el mercado no son una creación del capitalismo. Toda generación y modo de producción hereda un conjunto de fuerzas productivas y formas económicas de las generaciones y modos de producción anteriores. No debemos permitir que los capitalistas se presenten como si las formas económicas mercantiles, en especial el mercado,  fueran creaciones suyas. En este terrero la ideología de izquierda todavía tiene mucho por hacer.

 

La esencia del capitalismo

El capitalismo debe entenderse como aquel sistema económico que permite a los particulares aprovecharse de los grandes productos sociales en beneficio propio. Debemos combatir esa idea que los grandes imperios nacen de la nada o de la especial inteligencia de ciertos individuos. Pensemos en el creador de Facebook, Mark Zuckerberg: su riqueza en el año 2010 estaba valorada en 6.900 millones de dólares. ¿No se ve que su riqueza ha podido ser acumulada gracias a un sinfín de conquistas sociales? ¿Es el creador de los ordenadores? ¿Es el creador del lenguaje? ¿Es el creador de las matemáticas? ¿Es el creador de los medios de comunicación? ¿Es el creador del mercado? ¿Es el creador del dinero? A todas estas preguntas, meno a la primera,  debemos responder que no. Su riqueza proviene del monopolio de su creación y del uso gratuito de todos los productos sociales. Su  riqueza es una manifestación de la irracionalidad del mercado. Su riqueza es una prueba de que el mundo capitalista es infinitamente injusto. El Estado debería pedirle un canon por todo lo que usa y no ha sido un invento suyo, que es el 99,99 % de la riqueza de  la que disfruta. Esto es el capitalismo: poner en manos privadas todos los mecanismos sociales para que los particulares exploten a las mayorías sociales y se enriquezcan de manera desproporcionada.

 

La importancia del concepto de valor

Toda esa riqueza que posee Mark Zuckerberg es una de tantas de las manifestaciones de lo superfluo. Pero es superfluo porque está en sus manos, porque en sus manos esa riqueza supera en mucho sus necesidades, y no lo sería si estuviera en manos de la sociedad. En manos de la sociedad ese superfluo sería un poderoso mecanismo para impartir justicia: para crear trabajo y riqueza para todos. Esa riqueza no la ha creado Mark Zuckerberg sino toda la sociedad, lo que sucede es que el sistema capitalista permite que él se la apropie. La globalización ha creado los grandes ricos de hoy. Sólo debemos tener en cuenta que Facebook tiene 750 millones de usuarios. El verdadero poder social, el verdadero carácter social está en esos 750 millones usuarios, lo que sucede es que ese poder social está en manos privadas. El intercambio mundial, el mercado globalizado, una creación que se inició con el descubrimiento de América, una conquista social que pertenece a todos o debería pertenecer a todos, es un mecanismo que está bajo manos privadas y permiten a los pocos enriquecerse de forma desproporcionada. La globalización no es mala. Lo malo es el sistema capitalista y el predominio de la propiedad privada que tiñe a la globalización de extremas desigualdades. La riqueza acumulada por Mark Zuckerberg parece normal y legítima en el capitalismo, pero fuera de esas relaciones sociales se vería claro como la luz del día que es un inmenso robo de la riqueza creada por muchas generaciones de seres humanos a lo largo de muchos siglos. Pensando en clave marxista, aceptando como principio que la sustancia del valor es el gasto de fuerza de trabajo humana, resulta imposible explicar la riqueza que posee el creador de Facebook. O mejor dicho: quedaría claro que su riqueza sólo es explicable como apropiación de trabajo ajeno.

 

 

 

 

3 comentarios:

  1. He elaborado un pequeño artículo, una sencilla rama nacida de este poderoso y frondoso árbol que es este trabajo de Francisco Umpiérrez Sánchez.
    http://www.memvus.com/2012/08/expropiacion-y-robo.html

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    1. Yo eliminaría lo de “superfluo” y lo dejaría en el “excedente”. No son lo mismo. Para mí “superfluo” es el “excedente” relacionado con el lujo, lo suntuario, el despilfarro, el consumo excesivamente innecesario. No el relacionado con la previsión y el ahorro para reinvertirlo en nuevas necesidades y mejoras de condiciones de vida o para cubrirse de futuras eventualidades y riesgos imprevistos.

      En cuanto a la riqueza privada del “creador” de Facebook, según la fórmula impositiva propuesta del 99,99%, le quedarían unos 552.000 euros, que no está mal y no se la discutiría, ya que pienso que, a pesar de que efectivamente todo es resultado de muchas aportaciones colectivas y azares de la vida, también es cierto que surgen genialidades individuales que dan con la clave de algo nuevo que produce cambios importantes en cualquier campo de la actividad humana. Y merecen ser premiadas, más si “su” descubrimiento, decisión, acción… es beneficiosa para la humanidad en su conjunto.

      En una sociedad de propiedad privada capitalista, el premio se mide directamente en dinero y en propiedades particulares. En una sociedad de propiedad pública socialista se mide más en prestigio, poder y estatus, con los cuales se consigue un disfrute privado de bienes y servicios públicos, que también podrían ser excesivos.

      Quiero decir que en esto la sociedad capitalista es sincera, es así y lo tiene claro. En una supuestamente socialista, lo mismo puede estar encubierto bajo una apariencia de no propiedad ni riqueza personal oficialmente reconocidas.


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  2. Recuerdo la primera reunión de trabajo en el CEKAM hace ya más de 20 años. Se trataba de estudiar y no de debatir. Y la primera idea que estudiamos fue: " La riqueza de las sociedades en las que predomina el modo de producción capitalista se presenta como "inmensa acumulación de mercancías" y la mercancía individual como su forma elemental". Con esas palabras comienza el Capital de K Marx. Es de agradecer a F. Umpierrez el desarrollo y la claridad conceptual, entre otras, de la categoría riqueza.
    En la mencionada reunión de trabajo mi pensamiento contingente prestó especial atención a la idea:"las sociedades donde predomina el modo de producción capitalista". Y si predomina el modo de producción capitalista es que con el modo de producción capitalista coexisten otros modos de producir la riqueza. Todo el mundo sabe que hoy en día el peso de la propiedad pública en la economía es importante. Que existen grandes empresas de propiedad pública junto con grandes empresas de propiedad privada. Que la economía capitalista no puede ser sin la economía pública. En la circulación del capital global social se entrecruzan necesariamente los capitales individuales. Se entrecruzan los capitales individuales de propiedad privada con los capitales de propiedad pública. Y si los socialistas quieren que los trabajadores prefieran el socialismo al capitalismo, la economía socialista debe conquistar una vida material y espiritual de mayor plenitud para los trabajadores que la economía capitalista. Y hay que señalar que las grandes fortunas de los capitalistas sólo pueden ser junto a su consecuencia, la miseria y la inanición de grandes masas sociales.

    Saludos.
    J.A. Vizcaino

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