miércoles, 25 de diciembre de 2013

La objetivación, la adquisición de la objetividad y la realización

En el foro Filosofía y Pensamiento ha tenido lugar un pequeño debate, auspiciado fundamentalmente por Yolanda Pérez y Pako Soler, sobre los siguientes conceptos: potencia, acto, ser y realización. Como era de prever para hablar de estos conceptos se pusieron en movimiento otros conceptos y se emplearon ejemplos como ilustración de los mismos. Yolanda y Pako realizaron ejercicios para medir hasta qué punto habían entendido los conceptos, circunstancia que les brindó la oportunidad para diferenciar los productos con forma mercantil y los productos que no la tienen. En este marco Pako Soler ha hecho uso de los términos “objetivación” y “realización” como si fueran equivalentes, y en cierto sentido lo serán. Pero me generó ciertas dudas que ahora quiero poner de manifiesto.
 
La objetivación
En el capítulo de El Capital dedicado a explicar el proceso de trabajo, Marx dice lo siguiente: “En el proceso de trabajo la actividad del hombre opera, a través del medio de trabajo, un cambio en el objeto de trabajo. El proceso se extingue en el producto. El trabajo se confunde con su objeto. El trabajo se objetiva y el objeto se elabora. Y lo que en el trabajador era dinamismo, se presenta ahora en el producto como quietud, en la forma del ser”. Tenemos al inicio del proceso de trabajo, por un lado, al trabajador, y por el otro lado, al objeto de trabajo. Hay quietud: ambos están en la forma del ser, como cuando al inicio de una carrera todos los corredores están quietos y en disposición.  Luego viene el movimiento, el ajetreo, el activismo. A la actividad del trabajador durante el proceso de trabajo la denominamos trabajo. Y es este trabajo, la actividad del trabajador, la que se objetiva, la que se hace objeto. Pero el objeto no queda como está, no queda como al principio, sino que se elabora. Así que en el objeto elaborado, en el producto, ha quedado objetivado el trabajo. Aquí la objetivación se opone, en parte, a la subjetividad del trabajador entendida como fuerzas esenciales objetivas que éste pone en movimiento cuando trabaja, y en parte, al dinamismo del trabajo. No hablaremos en este ámbito de “realización” como un término intercambiable o equivalente a “objetivación”. Ya aclararemos más adelante el sentido propio de “realización” frente a “objetivación”.
La adquisición de la  objetividad
En la sección de El Capital titulada  La forma del valor o el valor de cambio, Marx dice lo siguiente: “La objetividad del valor de las mercancías se distingue de la Mistress Quickly en que no se sabe dónde encontrarla. En contraste directo con la burda objetividad  sensible de los cuerpos de las mercancías no penetra en su objetividad de valor  ni un solo átomo de material natural. De ahí que le puedan dar las vueltas que se quiera a una mercancía, más como cosa de valor permanece inasequible. Recordemos, sin embargo, que las mercancías solo poseen objetividad de valor en tanto son expresión de la misma unidad social, del trabajo humano, que su objetividad de valor, por tanto, es puramente social, y se sobreentiende entonces que solamente puede presentarse en la relación social de una mercancía con otra”.
Según lo dicho por Marx, hay cosas o propiedades que carecen de objetividad. Eso le pasa al valor en su forma natural. Cuando decimos que en una mercancía determinada, un par de zapatos, se encierra, por ejemplo, 2 horas de trabajo social, esa propiedad no es objetiva. O lo que es lo mismo: esa propiedad carece de objetividad. Pero aquí la objetividad no se opone a la subjetividad. Aquí la no objetividad se entiende en el sentido de que el valor no es ninguna propiedad natural. Ahora bien, el carácter no natural del valor no se entiende como una propiedad sobrenatural, sino como una propiedad social. Y dada esa naturaleza,  no hay medio físico para detectarla. Cómo se resuelve ese problema no es asunto a tratar aquí. La explicación pormenorizada de cómo el valor adquiere objetividad se encuentra en el propio El Capital de Karl Marx. Si algún lector quiere estudiar al detalle este proceso, puede leer mi trabajo La transformación de la mercancía en dinero,   http://fcoumpierrezblogspotcom.blogspot.com.es/2000/07/transformacion-de-la-mercancia-en-dinero.html
Pero busquemos ahora una explicación amena. Marx señala que los valores de uso tienen una burda objetividad. Nadie compraría una cosa que careciera de objetividad, que no pudiera tocarse, que no tuviera existencia sensible. No obstante, en contra de esta burda objetividad, Marx dice, en la misma sección referida al inicio de este trabajo, lo siguiente: “Todo el mundo sabe, aunque no sepa nada más, que las mercancías poseen una forma  de valor que contrasta  del modo más palmario con las multicolores formas naturales de sus valores de uso, y que es común a todas: la forma de dinero”. Aquí está respuesta: el dinero es la forma objetiva y acabada del valor. Al principio el dinero fue la mercancía indígena predominante, por ejemplo, cabezas de ganado. Luego logró una apariencia más impactante y más apta como medio de circulación: el oro y la plata. Finalmente adquirió su máxima objetivación separándose totalmente del valor de uso: el dinero papel. Se convirtió así en signo del valor, demostrándose con ello la naturaleza social del valor. A este respecto en Contribución a la Crítica de la Economía Política Marx se expresa en los siguientes términos: el oro circula porque tiene valor, mientras que el dinero papel tiene valor porque circula. De hecho, cuando sobreviene una guerra civil, el dinero papel deja de circular y pierde su valor. Ahora los vendedores quieren mercancías reales que tengan valor en sí mismas, preferentemente joyas.  El dinero surgió tras un largo proceso de desarrollo del intercambio mercantil. Es decir la adquisición de la objetividad por parte del valor fue un proceso que duró años o quizás siglos.
Hay un hecho parecido con el dilema de valor, su falta de objetividad, en el ámbito de la lingüística. El significado, presentado como una propiedad inmanente a la palabra, carece de objetividad. El significado solo es objetivo en el significante. No hay otro modo de captar el significado que no sea en forma de palabra. El hecho de que haya investigadores que nieguen la existencia del significado se debe a que el significado concebido como propiedad inmanente de la palabra aislada es inasequible. Y es inasequible porque carece de objetividad. No obstante, una propiedad puede carecer de objetividad y no por ello carece de existencia. Las propiedades sociales existen, pero en sus estadios de desarrollo más bajos y poco evolucionados carecen de objetividad. De ahí que cuando las palabras pudieron combinarse sintácticamente, el significado adquirió existencia objetiva. Los diccionarios son el ejemplo de esta objetividad. Este proceso también duró siglos.
La objetividad del tiempo
Hay fenómenos, propiedades de la  naturaleza, que resultan muy difíciles de percibir. Uno de ellos es el tiempo. Sólo podemos captarlo comparando dos cuerpos en movimiento. El reloj es tradicionalmente el modo más objetivo de representar el tiempo. El movimiento circular de las agujas de un reloj sirve para medir el tiempo. Llamamos hora, por ejemplo, al tiempo que tarda la aguja en recorrer una determinada distancia. Medimos el tiempo recurriendo al espacio: al movimiento de un cuerpo respecto a otro cuerpo que hace de referencia, en este caso de una  aguja en relación a un círculo. Es difícil captar el tiempo en sí, o mejor dicho,  es imposible. Lo captamos de forma relativa, esto es, en relación con otros fenómenos: el movimiento y el espacio. Así que la percepción de la  objetividad  del tiempo es más un intento que una realidad. Tal vez podríamos concluir que el tiempo sólo es asequible mediante el concepto. Cuando hablamos de que algo es asequible a la percepción, hablamos de algo que se nos presenta de forma inmediata. Mientras que si decimos que algo es asequible mediante concepto, indicamos con ello que ese algo es asequible mediante varios movimientos cognoscitivos, que incluyes percepciones, representaciones, juicios y razonamientos. Luego la objetividad dada mediante el concepto  no tiene las mismas características que la objetividad dada por los sentidos: viene dada de forma mediada.
Hablo ahora de Hegel. No sé en qué texto leí lo que les cuento a continuación. Creo que se encuentra en el capítulo dedicado a la música de su obra Lecciones sobre la Estética. La forma más objetiva de existencia del tiempo es el sonido. Y si Hegel no lo dijo así o no llegó a decir eso, quería ser honesto en el sentido de indicar de dónde provienen las ideas que expongo a continuación. Digamos que el tiempo puedo tomar cuerpo en varios fenómenos. Pero donde toma su forma más adecuada es en el sonido. Digo ahora, y ahora ya no es. Digo después y lo que no era ya es. El tiempo lleva en su seno la negación: el ser que de continuo se vuelve no ser. Cuando la gente dice que la vida pasa volando, no es cierto. Lo cierto es que todos los años que ha vivido han dejado de ser. Por eso, parece que la vida pasa volando, porque el tiempo tiene como esencia el no ser.
El sonido también tiene esa esencia: el no ser. Cuando oímos una pieza musical, dicha pieza musical existe en el tiempo. Y al final, cuando la pieza acaba, no hay nada. La música al estar constituida por sonidos carece de objetividad espacial. Su objetividad es temporal. Y si es temporal, lleva en su seno la negación, el no ser. Luego la esencia del sonido, llevar en su seno la negación, es idéntica a la esencia del tiempo. Luego lleva razón Hegel cuando afirmó que el sonido es la forma más adecuada de existencia del tiempo.
El ser y la realización
Según Marx los valores de uso se realizan en el consumo. Luego un valor de uso que no se consume no se realiza. La realización puede ser entendida en general como el proceso mediante el cual algo se vuelve real. Pero aunque un valor de uso no se consuma, no por ello deja de ser real. Luego el concepto de realización que emplea Marx no coincide con esta primera definición que nosotros hemos ofrecido. Esto nos da una idea de que debemos ser cuidadosos con el uso de los conceptos y que no podemos ponerlos en circulación sin antes analizar el  sentido en que los usamos. Así que sustituiremos aquella definición por esta otra: proceso durante el cual una cosa cumple con la función para la que fue creada. Así cuando un bolígrafo cumple con su función de escribir, diremos que el bolígrafo ha pasado de su estado del ser al estado de la realización. Podemos definir este segundo concepto de realización de acuerdo con el propio contenido conceptual expresado por Marx y diremos: cuando un valor de uso se usa.
Hablemos ahora de la realización de la fuerza de trabajo en tanto es un valor de uso. En la sección de El Capital titulada Compra y venta de la fuerza de trabajo Marx da la siguiente definición de fuerza de trabajo: “Por fuerza de trabajo o capacidad de trabajo entendemos el compendio de aptitudes físicas e intelectuales que se dan en la corporeidad, en la personalidad viva de un ser humano, y que éste pone en movimiento al producir valores de uso de cualquier clase”. Es conveniente no confundir el trabajador con su fuerza de trabajo y a ésta con el trabajo. Lo que vende el trabajador al capitalista o al Estado es su fuerza de trabajo. Y como la fuerza de trabajo es un valor de uso, su realización es idéntica a la definida de forma general para todo valor de uso. Así que definiremos la realización de la fuerza de trabajo como el proceso durante el cual la fuerza de trabajo cumple con la función para la que fue creada. Así un profesor formó su fuerza de trabajo durante años para dar clase; si está en paro, su fuerza de trabajo carecerá de realización.
Pero aquello que afirmamos de la fuerza de trabajo, lo afirmamos de su propietario: el trabajador. Diremos que una persona no se realiza cuando su fuerza de trabajo no entra en acción, esto es, cuando está en paro.  Pero a la hora de hablar de la realización de una persona entran en juego otras cuestiones que las que tenemos en cuenta cuando hablamos de la realización de la fuerza de trabajo. Supongamos una persona que estudió economía y se ve en la necesidad de trabajar de limpiadora. Su fuerza de trabajo adquiere realización, pero no en aquella modalidad en la que fue formada. La persona tiene trabajo, pero no se siente realizada. Pensemos ahora en una persona que ha estudiado ingeniería y es contratado como gerente de una empresa. Resulta que como gerente tiene un éxito inmenso y percibe un suculento sueldo. Aquí hablaremos en el sentido de la fuerza de trabajo de realización parcial, porque en su calidad de gerente pone en juego parte de las aptitudes que conquistó cuando estudió ingeniería; pero en el sentido personal hablaremos de realización plena, pues la persona se siente contenta del puesto que ocupa y no lo cambiaría por un puesto de trabajo de ingeniería. Luego no es lo mismo hablar de la realización de la fuerza de trabajo que de realización de la persona propietaria de la fuerza de trabajo.
El error de Pako Soler, a mi juicio,  consiste en confundir la realización de la fuerza de trabajo con la objetivación del trabajo. Lo que se objetiva no es la fuerza de trabajo sino el trabajo. Y lo que se realiza, en el segundo sentido definido, no es el trabajo sino la fuerza de trabajo. Es cierto que solemos hablar en nuestra vida corriente de la realización del trabajo, pero en un sentido diferente a los dos expuestos. Cuando alguien nos pregunta ¿ya realizaste el trabajo?, es equivalente a preguntar: ¿ya terminaste el trabajo? o ¿ya hiciste el trabajo? En el ámbito de los conceptos los matices y los detalles son decisivos. Y como hemos vistos una misma palabra, “realización”, puede ser el nombre del objeto de tres conceptos diferentes: uno, algo que se hace realidad, dos, cumplir con la función para lo que algo ha sido concebido, y tres, culminación de una tarea.
Al inicio de este trabajo hice la siguiente afirmación: “En este marco Pako Soler ha hecho uso de los términos objetivación y realización como si fueran equivalentes, y en cierto sentido lo serán”. ¿En qué sentido pueden tomarse como equivalentes ambos términos? Según lo dicho en ninguno. No obstante, si hay cierta relación de simultaneidad entre los procesos o situaciones objetivas que designan. La realización de la fuerza de trabajo coincide con la objetivación del trabajo. Pero la simultaneidad entre dos procesos no los hace equivalentes.
Me queda por hablar de la realización del valor. Si del valor de uso decimos que se realiza en el consumo, del valor decimos que se realiza en el intercambio o mercado. Pero las mercancías expresan su valor mediante el precio. Así que vamos a detenernos en el precio y ver qué ocurre con él en el mercado. Los vendedores de mercancías tienen que transmitir el valor de éstas al mundo exterior y tienen que ponerles un precio. Pero para medir  el valor de una mercancía no es necesario dinero real, basta con dinero ideal o imaginado, esto es, basta con signos lingüísticos. Y así lo vemos en los escaparates: sobre las mercancías vemos anotado un número y al lado el nombre de la moneda de curso legal, por ejemplo: 100 euros.  Con el precio la mercancía se refiere al dinero como su figura real de valor. Y si la mercancía se vende, si atrae a un comprador, el precio se realiza: de dinero ideal se transforma en dinero real. Y si no se vende, el precio no se realiza y el dinero permanece en su existencia ideal.  Pero los comerciantes antes de perderlo todo, bajan los precios y logran vender sus mercancías sobrantes. De este modo realizan de modo parcial el valor de dichas mercancías. Cuando aquí hablamos de realización parcial del valor de las mercancías nos referimos a la determinación cuantitativa, puesto en lo que se refiere a la realización cualitativa es plena. Si se vende, aunque sea a precio bajo, el valor de la mercancía puesta a la venta se realiza, esto es, se transforma en dinero.
 
 
 
 
 
 

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