La necesidad de la gnoseología

Estoy encantado con la física cuántica y física en general. Hacía años que tenía un poco olvidado el estudio de la física y muy especialmente el de la física cuántica. Ya tengo en mi poder tres libros sobre la materia y tengo previsto hacerme con tres libros más. Recurro también a internet para familiarizarme con conceptos de la física que tengo olvidado como, por ejemplo, el momento angular. También he recurrido a imágenes para hacerme con una idea más intuitiva de las ondas electromagnéticas. Los teóricos que estoy estudiando ponen claramente de manifiesto los problemas del conocimiento a los que se enfrentan. Dichos problemas suponen el descrédito de las corrientes empiristas. Les transcribo lo que dicen Brian Cox y Jeff Forshaw a este respecto en su libro El universo cuántico: “No debería preocuparnos que, a diferencia del campo de temperatura, no tengamos manera de percibir directamente una función de onda. El hecho de que no sea algo que podamos tocar, oler o ver directamente es irrelevante. De hecho, no llegaríamos muy lejos en física si decidiésemos limitar nuestra descripción del universo a las cosas que podemos percibir directamente”.

Esta conjetura tiene dos aspectos sobre los que reflexionar: uno, la necesidad que tienen los físicos teóricos de recurrir a medios representacionales para hacer intuitivo lo que de ningún modo puede proporcionar la percepción, y dos, la necesidad que tienen los físicos teóricos de recurrir a los conceptos para superar los límites cognitivos de la percepción. Y ambos aspectos ponen de manifiesto la necesidad, el sentido y la utilidad  de una de las ramas más importantes de la filosofía: la gnoseología o teoría del conocimiento.