He seguido un debate entre varios economistas marxistas y políticos marxistas sobre la plusvalía relativa, el trabajo potenciado y el origen de las plusvalías extras. En términos generales coincido preferentemente con las posiciones de Rolando Astarita, aunque a las posiciones en contra se les puede dar cierto grado de legitimidad práctica y cierto grado de verdad teórica. Para mí las claves en esta discusión donde cada posición podría tener su sentido teórico y práctico son las siguientes: atender al lado epistemológico de la cuestión y no solo al sentido teórico, y atender no solo al aspecto sustancial de la cuestión sino también al aspecto accidental. Ya que si bien en el ámbito teórico solo tenemos que atender al lado sustancial, no sucede así en el ámbito de la práctica, donde los aspectos accidentales son muy importantes. También creo que mejoraría mucho la comprensión mutua entre las distintas posiciones si se estudiara el problema como proceso y no desde una posición estática. Rolando Astarita, aunque no se ha extendido en la exposición de este aspecto o contradicción, ha captado el problema como proceso. Una pequeña advertencia: cuando yo elaboro un trabajo no solo tengo en cuenta las personas que debaten sino también los terceros, que suelen ser mayoría y que aunque solo escuchan suelen estar muy atentos. Y también tengo en cuenta a los detractores del marxismo.
El problema epistemológico
Escuchemos a Marx en el primer capítulo de El Capital donde, se pone de manifiesto la contradicción entre
lo individual y lo social. Después de señalar que el trabajo que constituye la
sustancia de los valores es trabajo humano igual, Marx hace la siguiente
afirmación: “Toda la fuerza de trabajo de la sociedad que se representa en los
valores del mundo de las mercancías rige aquí como una sola y misma fuerza de
trabajo humana, aunque conste de innumerables fuerzas de trabajo individuales”.
Bajo el punto de vista de la percepción solo existen fuerzas de trabajo individuales.
Jamás la percepción nos puede dar esa “sola y misma fuerza de trabajo humana”
de la que habla Marx. ¿Cómo puede darse entonces a la conciencia esa “sola y
misma fuerza de trabajo humana”? Mediante la representación. La epistemología
es la disciplina filosófica que trata de cómo conocemos el mundo. Y esto es lo
que hay que aclararles en principio a los terceros que nos escuchan: no existe
en la realidad esa “sola y misma fuerza de trabajo humana” de la que habla
Marx, solo se da mediante un acto de representación. Otra cuestión y que aquí
no es momento de debatir es que esa representación sea válida bajo el punto de
vista teórico. Solo les adelanto que todas las ciencias hacen uso de las
representaciones y que los conceptos no solo se elaboran con percepciones sino
también con representaciones.
Pero Marx nos exige otro esfuerzo representativo
más. Marx invierte la relación que se da en la práctica. Podemos pensar que las
fuerzas de trabajo individuales constituyen un conjunto reunidos bajo una nota
común: gasto de fuerza de trabajo sin tener en cuenta la forma de su gasto.
Aunque esta afirmación puede servirnos para validar teóricamente la concepción
de toda la fuerza de trabajo de la sociedad como una sola y la misma fuerza de
trabajo, el esfuerzo representativo que nos exige Marx consiste en que esta
sola y misma fuerza de trabajo nos la representemos constituida de innumerable
fuerzas de trabajo individuales. Creo que una parte de las dificultades a las
que se enfrentan los lectores de El Capital se debe a que no son
conscientes de que deben hacer uso de la representación y no de la percepción
para ver las cosas como son bajo el punto de vista de las esencias
conceptuales.
Este texto de Marx nos sirve para comprender cómo
debemos entender las relaciones entre la fuerza de trabajo humana en su
determinación social con las fuerzas de trabajo individuales. Y la relación
entre lo individual y lo social es la que afirma Marx: representarse toda la
fuerza de trabajo de la sociedad como una sola y la misma fuerza de trabajo y
esta sola y misma fuerza de trabajo representársela constituida por numerosas
fuerzas de trabajo individuales. Creo que en los debates que han tenido los
economistas marxistas a los que aludía al inicio de este trabajo se ha
presentado lo individual como negación de lo social y lo social como negación
de lo individual. De ahí que no se hayan entendido como debieran.
En la filosofía marxista el individuo se presenta
como un ser social. ¿Con esta afirmación negamos la individualidad? Pues no.
Sencillamente afirmamos que el individuo es un ser social. Y hay más: conforme
la vida se hace más social, más global y más universal, las personas
desarrollan más su individualidad. La determinación social del individuo no
niega al individuo ni su desarrollo individual, sino todo lo contrario: hace
que el individuo adquiera más desarrollo y autonomía. La ideología burguesa
invierte esta relación, de manera que en vez de plantear que el individuo debe
agradecer a la sociedad su desarrollo y éxito individuales, presenta las cosas
como si fuera la sociedad quien tuviera que agradecer al individuo su
desarrollo. La diferencia entre liberalismo y socialismo no estriba en que el
primero defienda al individuo y el segundo a la sociedad, sino en la forma que conciben
las relaciones entre el individuo y la sociedad. Lo mismo sucede con el valor.
¿Existe el valor individual? Pues sí. Pero eso no quita nada al hecho de que el
valor individual esté determinado socialmente. No se trata de cuánto me cuesta
a mí producir un determinado artículo, sino de cuánto le cuesta por término
medio producir a la sociedad dicho artículo. De manera que los valores
individuales estarán por encima o por debajo del valor social. Pocos valores
individuales coinciden con el valor social.
Sustancia y accidente o
teoría y práctica
En el capítulo titulado Concepto de plusvalía relativa de El Capital, Marx hace la siguiente afirmación: “Hay que distinguir
las tendencias generales y necesarias del capital de sus formas de
manifestación”. Esta afirmación de Marx no puede tomarse en el sentido de que
descuidemos el estudio de las formas de manifestación del capital, puesto que
en ese ámbito es donde se mueve la ideología capitalista y ejerce su dominio.
Algunos marxistas cometen el error de descuidar el estudio de este ámbito y por
esa razón la lucha ideológica contra los
representantes teóricos del capital está condenada de antemano al
fracaso. Lo mismo sucede con la correlación entre sustancia y accidente. En el
plano teórico debemos sin duda centrarnos en lo sustancial y dejar de lado los
aspectos accidentales. Pero en el terreno práctico no podemos comportarnos del
mismo modo. Las exigencias de la práctica no son las mismas que las exigencias
de la teoría. En la teoría predomina lo general y lo abstracto, mientras que
en el terreno de la práctica debe
dominar lo particular y lo concreto. Y que nadie se desvíe y se confunda entre
lo que significa lo concreto en la teoría con lo que significa lo concreto en
la práctica. En el ejemplo que voy a utilizar no he tenido en cuenta el capital
constante sino solo el valor nuevo creado: el capital variable y la plusvalía.
Lo hago con el fin de que el lector no se pierda en los cálculos. Es evidente que si con un nuevo método de producción
la empresa 1 produce el 50 por ciento de unidades diarias más que con el método
antiguo, el valor de la materia prima consumida diariamente será el 50 por
ciento más. Pero no ocurre así con la mercancía individual: el costo en
materia prima seguirá siendo el mismo. Luego en lo que afecta a la materia prima
podemos no tener en cuenta el capital constante, puesto que en lo afecta a la
mercancía individual no ha sufrido modificación. Algún avispado me podrá decir
que la nueva maquinaria con la que la empresa 1 ha incrementado su producción diaria
en un 50 por ciento más es más cara. Acepto esa objeción. Pero si antes con la
maquinaria vieja transfería parte de su valor, por ejemplo, a 1000 unidades
diarias, con la nueva maquinaria se transfiere valor a 1500 unidades diarias.
Por lo tanto, en lo que afecta al capital constante transferido a la mercancía
individual, el valor de capital constante con el cambio del nuevo método de
producción no sufre modificación. De ahí que podamos no tenerlo en cuenta. Así
que cuando asigne precios a la mercancía individual solo tendré en cuenta el
nuevo valor creado y no el valor viejo transferido. En la teoría es necesario
idealizar para poder simplificar la exposición y ver las cosas más claras.
Supongamos dos naciones a las que denominaremos nación
1 y nación 2, que producen la misma clase de mercancías, a la que denominaremos
mercancía A, y que comparten un mercado
común para esa clase de mercancías. Supongamos que en el tiempo 1 ambas
utilizan el mismo método de producción para producir la mercancía A, esto es,
ambas se encuentran en el mismo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas,
y que producen justamente la cantidad socialmente necesaria de unidades de la
mercancía A. Supongamos también que esa
cantidad sea 2.000 unidades al precio cada una de 10 euros y que cada nación
produce justamente la mitad: la nación 1 produce 1000 unidades de la mercancía
A y la nación 2 produce igualmente 1000 unidades de la mercancía A. Supongamos
para simplificar las cosas que en la nación 1 una sola empresa, a la que
denominaremos empresa 1, produce la
mercancía A; y que en la nación 2 sucede lo mismo. Aquí el valor individual
creado por la empresa 1 coincide con el valor social, e igualmente sucede con
la empresa 2. Supongamos, por último, que en el precio de 10 euros
el capital variable representa 4 euros y la plusvalía 6 euros. Les recuerdo que
del precio he descontado el capital constante.
Supongamos ahora que la empresa 1 de la nación 1 en
el tiempo 2 emplea un nuevo método de
trabajo y aumenta su fuerza productiva en el 50 %. Y donde antes en el mismo
fragmento de tiempo de trabajo producía 1000 unidades diarias ahora produce 1.500
unidades. Lo primero que debemos preguntarnos es si el mercado puede absorber
las nuevas 500 unidades. Supongamos que
no. Supongamos ahora que los consumidores prefieren las mercancías A producidas
por el antiguo método de producción que con el nuevo. Si esto ocurriera, a la
empresa 1 no le habría valido de nada la aplicación del nuevo método de
producción. Pero la empresa 1 tiene una
ventaja: si antes para obtener en ventas un ingreso de 10.000 euros necesitaba
vender 1000 unidades, ahora puede obtener los mismos 10.000 euros vendiendo 1.500
unidades. Pero si bien antes tenía que vender la mercancía A a 10 euros, ahora
puede venderla a 6,66 euros. No
obstante, no tiene necesidad de venderla a 6,66, puede venderla a 8 euros. Si
bien al mismo precio los consumidores preferían la mercancía A producida por el
antiguo método de producción, con el nuevo precio ofertado por la empresa 1,
las cosas cambian. De manera que los consumidores comprarán las 1500 unidades
de la mercancía A y dejarán de comprar 500 unidades de la mercancía A
producidas por la empresa 2. Pero ahora se habrán producido diferencias entre
el valor individual de la mercancía A producida por la empresa 1 y su valor
social. De hecho, por cada unidad producida se embolsará una plusvalía extra de
1,33 euros.
Supongamos ahora a que por miedo a que la empresa 1
aumente su producción y cope todo el mercado de la mercancía A, la empresa 2
baje sus precios y vende también sus mercancías a 8 euros. Ahora también se ha
producido una diferencia entre el valor individual de la mercancía 1 producida
por la empresa 2 y su valor social. Pero aquello que en la empresa 1 se
presenta como plusvalía extra, en la empresa 2 se presenta como reducción de su
ingreso en concepto de plusvalía. Por cada unidad producida de la mercancía A
la empresa 2 deja de ingresar dos euros.
Ahora ya podemos responder a la pregunta que
encabeza este artículo: ¿Por qué Marx habló del valor individual? Por necesidad
teórica y mucho más lo sería por necesidad práctica, porque por regla general
rara vez coincide el valor individual que produce una empresa con el valor social,
de manera que en unas empresas su valor individual estará por debajo del valor
social, empresas que se apropian de plusvalías extras, y otras empresas su valor
individual estará por encima del valor social, y se apropiarán de menos
plusvalía que cuando en el mercado predominaba el antiguo método de producción.
Ahora vamos a la cita en la que se apoya Astarita y que sus detractores
cuestionan. En la sección referida anteriormente Marx dice lo siguiente: “El
trabajo de fuerza productiva excepcional actúa como trabajo potenciado o crea en los mismos espacios de tiempo
valores superiores a los creados por el trabajo social medio del mismo tipo”.
¿Tiene razón Astarita al interpretar esta cita de forma literal? Pues sí la
tiene. Si convenimos que el valor es social y que en la empresa que emplea el
método de producción avanzado el valor social está por encima de su valor
individual, dicha empresa, hasta que no se generalice el nuevo método de
producción, produce más valor social que las empresas que trabajan con el
antigua método de producción. Y otra pregunta: ¿De dónde proviene la plusvalía
extra que obtiene la empresa que emplea el nuevo método de producción? Aquí le
vuelvo a dar la razón a Astarita: La plusvalía extra proviene del hecho de que
la cuota de explotación de la empresa que emplea el nuevo método de producción
es mayor que la cuota de explotación que la empresa que emplea el antiguo
método de producción. No proviene de la transferencia de valor de las empresas
que emplean el viejo método de producción a las empresas que emplean el nuevo
método de producción. Creo que en el ámbito de la teoría no se puede cuestionar
los planteamientos de Astarita si acordamos que estamos de acuerdo con Marx.
Otra cosa es que no estemos de acuerdo con el pensamiento de Marx y, en
consecuencia, no lo estaremos con los planteamientos de Astarita.
Sigamos con la contradicción entre el valor
individual y el valor social. Si atendemos al valor individual, la empresa 1 con el nuevo método de producción
creará la misma magnitud de valor nuevo que con el viejo método de producción.
Y de este aspecto no se han percatado los que no aprueban las ideas de
Astarita. Que esto es válido si atendemos al valor individual. Pero el valor
individual está determinado socialmente. De manera que bajo el punto de vista
del valor social la empresa 1 con el nuevo método de producción crea más valor
que con el viejo método de producción. Y esto será así mientras no se
generalice el nuevo método de producción. Así que coincido plenamente en este
respecto con la posición de Astarita.
Veamos ahora las cosas bajo el punto de vista
práctico y accidental. En la vida real no solo existe lo sustancial sino
también los accidentes. En la vida práctica lo sustancial no representa el
todo. En la teoría es necesario hacer muchas abstracciones para que los
conceptos se desarrollen de forma ideal. No ocurre así en la práctica. Pensemos
en la empresa 2 de la nación 2, aquella que vio reducida sus ventas en 500
unidades. ¿El gerente de dicha empresa se quedará con las manos cruzadas con la
reducción de plusvalía e incluso con la amenaza de que puede cosechar pérdidas?
Pues no. Sobre la marcha despedirá a una parte de sus trabajadores. La empresa solo podrá
mantenerse viva en el mercado si toma esta medida. ¿Qué otra medida puede
tomar? Emplear el nuevo método de
producción de la empresa 1 de la nación 1. Pero ¿en la práctica puede hacerlo?
Muchas veces no podrá hacerlo. Es probable que no tenga los suficientes
recursos económicos para implementar el nuevo método de producción. Entonces,
¿qué puede hacer? Pedir un crédito. Pero ¿los bancos le darán ese crédito? En
ocasiones se lo darán y en otras tantas ocasiones no se lo darán. Dependerá de
su cuenta de resultados y del departamento de riesgos del banco que concede el
crédito. Como podrá observar el lector, en la práctica la vida económica está
salpicada de accidentes. Y en la práctica las cosas no pueden analizarse solo
bajo el punto de vista sustancial. Aunque en teoría se habla de hasta que no se
generalice el nuevo método de producción
las empresas que empleen el nuevo método de producción se apropiarán de
plusvalías extras, en la práctica rara vez el nuevo método de producción se
generalizará. A lo mejor a nivel nacional puede generalizarse, pero a nivel
global esa generalización no se produce. Puede suceder que cuando la empresa 2
emplee en el tiempo 2 el nuevo método de producción, la empresa 1 haya dado un nuevo
salto en el desarrollo de la fuerza productiva del trabajo. De manera que de
nuevo la empresa 2 de la nación 2 vuelve a quedar retrasada en productividad del trabajo respecto de la empresa 1 de la nación 1 y el valor
individual que genera estará por encima de su valor social. En esta carrera y disputa están inmersas las naciones ricas y las naciones pobres. De ahí que las
naciones pobres se sientan explotadas por las naciones ricas. Y si bien bajo el
punto de vista teórico, bajo el punto de vista de un valor social global no
exista tal explotación, bajo el punto de vista práctico si puede considerarse
que esta explotación se da. Aclaro este último punto de vista.
Pasemos ahora de la economía política y de la
crítica a la economía política a la política económica. Ahora la esfera de
saber es otra y los intereses nacionales deben primar. El presidente de la
nación 2 que contempla cómo la empresa 2 va camino de desaparecer, reacciona y
toma medidas. Y toma la siguiente resolución: a la nación 2 no le interesa
compartir un mercado común con la nación 1 puesto que dicho mercado común
enriquece a la nación 1 y empobrece a la nación 2. ¿Qué puede hacer? Ponerle un
arancel a la mercancía 1 que importa de la nación 1, subvencionar a la
empresa 2, o darle unos créditos fáciles
a la empresa 2 para que pueda implementar el nuevo método de producción. Es probable que
el presidente de la nación 1 proteste porque la política económica de la nación
2 no respeta el libre mercado. Pero el presidente de la nación 2 puede
argumentar que de no aplicar dichas medidas protectoras, el sector industrial
de su nación terminaría por desaparecer y su población empobrecerse. Como puede
comprobar el lector, en el ámbito de la política económica los aspectos
accidentales, como pueden ser los aranceles, las subvenciones o los créditos
fáciles, se vuelven decisivos. Y de esta manera se pone de manifiesto que lo
que ocurre en la teoría es muy diferente de lo que ocurre en la práctica. Sin
conocimiento teórico no hay luz, pero sin conocimiento práctico no se sabría
cómo cuidar y curar al paciente. Y el paciente en este caso es el pueblo de la
nación 2. En la práctica el concepto de valor individual se vuelve fundamental.
Y aunque se vuelva fundamental para la toma de decisiones no implica que el
valor individual deje de estar determinado socialmente. Justo porque está
determinado socialmente, el presidente de la nación 2 debe tomar medidas
prácticas para salvaguardar el valor individual de la empresa 2 de su nación.
Muy bien aclarado.
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