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sábado, 16 de mayo de 2020

¿Por qué Marx habló del valor individual?


He seguido un debate entre varios economistas marxistas y políticos marxistas sobre la plusvalía relativa, el trabajo potenciado y el origen de las plusvalías extras. En términos generales coincido preferentemente con las posiciones de Rolando Astarita, aunque a las posiciones en contra se les puede dar cierto grado de legitimidad práctica y cierto grado de verdad teórica. Para mí las claves en esta discusión  donde cada posición podría tener su sentido teórico y práctico son las siguientes: atender al lado epistemológico de la cuestión y no solo al sentido teórico, y atender no solo al aspecto sustancial de la cuestión sino también al aspecto accidental. Ya que si bien en el ámbito teórico solo tenemos que atender al lado sustancial, no sucede así en el ámbito de la práctica, donde los aspectos accidentales son muy importantes. También creo que mejoraría mucho la comprensión mutua entre las distintas posiciones si se estudiara el problema como proceso y no desde una posición estática. Rolando Astarita, aunque no se ha extendido en la exposición de este aspecto o contradicción, ha captado el problema como proceso. Una pequeña advertencia: cuando yo elaboro un trabajo no solo tengo en cuenta las personas que debaten sino también los terceros, que suelen ser mayoría y que aunque solo escuchan suelen estar muy atentos. Y también tengo en cuenta a los detractores del marxismo.

El problema epistemológico

Escuchemos a Marx en el primer capítulo de El Capital donde,  se pone de manifiesto la contradicción entre lo individual y lo social. Después de señalar que el trabajo que constituye la sustancia de los valores es trabajo humano igual, Marx hace la siguiente afirmación: “Toda la fuerza de trabajo de la sociedad que se representa en los valores del mundo de las mercancías rige aquí como una sola y misma fuerza de trabajo humana, aunque conste de innumerables fuerzas de trabajo individuales”. Bajo el punto de vista de la percepción solo existen fuerzas de trabajo individuales. Jamás la percepción nos puede dar esa “sola y misma fuerza de trabajo humana” de la que habla Marx. ¿Cómo puede darse entonces a la conciencia esa “sola y misma fuerza de trabajo humana”? Mediante la representación. La epistemología es la disciplina filosófica que trata de cómo conocemos el mundo. Y esto es lo que hay que aclararles en principio a los terceros que nos escuchan: no existe en la realidad esa “sola y misma fuerza de trabajo humana” de la que habla Marx, solo se da mediante un acto de representación. Otra cuestión y que aquí no es momento de debatir es que esa representación sea válida bajo el punto de vista teórico. Solo les adelanto que todas las ciencias hacen uso de las representaciones y que los conceptos no solo se elaboran con percepciones sino también con representaciones.

Pero Marx nos exige otro esfuerzo representativo más. Marx invierte la relación que se da en la práctica. Podemos pensar que las fuerzas de trabajo individuales constituyen un conjunto reunidos bajo una nota común: gasto de fuerza de trabajo sin tener en cuenta la forma de su gasto. Aunque esta afirmación puede servirnos para validar teóricamente la concepción de toda la fuerza de trabajo de la sociedad como una sola y la misma fuerza de trabajo, el esfuerzo representativo que nos exige Marx consiste en que esta sola y misma fuerza de trabajo nos la representemos constituida de innumerable fuerzas de trabajo individuales. Creo que una parte de las dificultades a las que se enfrentan  los lectores de El Capital se debe a que no son conscientes de que deben hacer uso de la representación y no de la percepción para ver las cosas como son bajo el punto de vista de las esencias conceptuales.

Este texto de Marx nos sirve para comprender cómo debemos entender las relaciones entre la fuerza de trabajo humana en su determinación social con las fuerzas de trabajo individuales. Y la relación entre lo individual y lo social es la que afirma Marx: representarse toda la fuerza de trabajo de la sociedad como una sola y la misma fuerza de trabajo y esta sola y misma fuerza de trabajo representársela constituida por numerosas fuerzas de trabajo individuales. Creo que en los debates que han tenido los economistas marxistas a los que aludía al inicio de este trabajo se ha presentado lo individual como negación de lo social y lo social como negación de lo individual. De ahí que no se hayan entendido como debieran.

En la filosofía marxista el individuo se presenta como un ser social. ¿Con esta afirmación negamos la individualidad? Pues no. Sencillamente afirmamos que el individuo es un ser social. Y hay más: conforme la vida se hace más social, más global y más universal, las personas desarrollan más su individualidad. La determinación social del individuo no niega al individuo ni su desarrollo individual, sino todo lo contrario: hace que el individuo adquiera más desarrollo y autonomía. La ideología burguesa invierte esta relación, de manera que en vez de plantear que el individuo debe agradecer a la sociedad su desarrollo y éxito individuales, presenta las cosas como si fuera la sociedad quien tuviera que agradecer al individuo su desarrollo. La diferencia entre liberalismo y socialismo no estriba en que el primero defienda al individuo y el segundo a la sociedad, sino en la forma que conciben las relaciones entre el individuo y la sociedad. Lo mismo sucede con el valor. ¿Existe el valor individual? Pues sí. Pero eso no quita nada al hecho de que el valor individual esté determinado socialmente. No se trata de cuánto me cuesta a mí producir un determinado artículo, sino de cuánto le cuesta por término medio producir a la sociedad dicho artículo. De manera que los valores individuales estarán por encima o por debajo del valor social. Pocos valores individuales coinciden con el valor social.

Sustancia y accidente o teoría y práctica

En el capítulo titulado Concepto de plusvalía relativa de El Capital, Marx hace la siguiente afirmación: “Hay que distinguir las tendencias generales y necesarias del capital de sus formas de manifestación”. Esta afirmación de Marx no puede tomarse en el sentido de que descuidemos el estudio de las formas de manifestación del capital, puesto que en ese ámbito es donde se mueve la ideología capitalista y ejerce su dominio. Algunos marxistas cometen el error de descuidar el estudio de este ámbito y por esa razón la lucha ideológica contra los  representantes teóricos del capital está condenada de antemano al fracaso. Lo mismo sucede con la correlación entre sustancia y accidente. En el plano teórico debemos sin duda centrarnos en lo sustancial y dejar de lado los aspectos accidentales. Pero en el terreno práctico no podemos comportarnos del mismo modo. Las exigencias de la práctica no son las mismas que las exigencias de la teoría. En la teoría predomina lo general y lo abstracto, mientras que en  el terreno de la práctica debe dominar lo particular y lo concreto. Y que nadie se desvíe y se confunda entre lo que significa lo concreto en la teoría con lo que significa lo concreto en la práctica. En el ejemplo que voy a utilizar no he tenido en cuenta el capital constante sino solo el valor nuevo creado: el capital variable y la plusvalía. Lo hago con el fin de que el lector no se pierda en los cálculos. Es evidente que si con un nuevo método de producción la empresa 1 produce el 50 por ciento de unidades diarias más que con el método antiguo, el valor de la materia prima consumida diariamente será el 50 por ciento más. Pero no ocurre así con la mercancía individual: el costo en materia prima seguirá siendo el mismo. Luego en lo que afecta a la materia prima podemos no tener en cuenta el capital constante, puesto que en lo afecta a la mercancía individual no ha sufrido modificación. Algún avispado me podrá decir que la nueva maquinaria con la que la empresa 1 ha incrementado su producción diaria en un 50 por ciento más es más cara. Acepto esa objeción. Pero si antes con la maquinaria vieja transfería parte de su valor, por ejemplo, a 1000 unidades diarias, con la nueva maquinaria se transfiere valor a 1500 unidades diarias. Por lo tanto, en lo que afecta al capital constante transferido a la mercancía individual, el valor de capital constante con el cambio del nuevo método de producción no sufre modificación. De ahí que podamos no tenerlo en cuenta. Así que cuando asigne precios a la mercancía individual solo tendré en cuenta el nuevo valor creado y no el valor viejo transferido. En la teoría es necesario idealizar para poder simplificar la exposición y ver las cosas más claras.

Supongamos dos naciones a las que denominaremos nación 1 y nación 2, que producen la misma clase de mercancías, a la que denominaremos mercancía A, y que comparten  un mercado común para esa clase de mercancías. Supongamos que en el tiempo 1 ambas utilizan el mismo método de producción para producir la mercancía A, esto es, ambas se encuentran en el mismo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, y que producen justamente la cantidad socialmente necesaria de unidades de la mercancía A.  Supongamos también que esa cantidad sea 2.000 unidades al precio cada una de 10 euros y que cada nación produce justamente la mitad: la nación 1 produce 1000 unidades de la mercancía A y la nación 2 produce igualmente 1000 unidades de la mercancía A. Supongamos para simplificar las cosas que en la nación 1 una sola empresa, a la que denominaremos empresa 1,   produce la mercancía A; y que en la nación 2 sucede lo mismo. Aquí el valor individual creado por la empresa 1 coincide con el valor social, e igualmente sucede con la empresa 2. Supongamos, por último, que en el precio de 10 euros el capital variable representa 4 euros y la plusvalía 6 euros. Les recuerdo que del precio he descontado el capital constante.

Supongamos ahora que la empresa 1 de la nación 1 en el tiempo 2  emplea un nuevo método de trabajo y aumenta su fuerza productiva en el 50 %. Y donde antes en el mismo fragmento de tiempo de trabajo producía 1000 unidades diarias ahora produce 1.500 unidades. Lo primero que debemos preguntarnos es si el mercado puede absorber las nuevas 500 unidades.  Supongamos que no. Supongamos ahora que los consumidores prefieren las mercancías A producidas por el antiguo método de producción que con el nuevo. Si esto ocurriera, a la empresa 1 no le habría valido de nada la aplicación del nuevo método de producción.  Pero la empresa 1 tiene una ventaja: si antes para obtener en ventas un ingreso de 10.000 euros necesitaba vender 1000 unidades, ahora puede obtener los mismos 10.000 euros vendiendo 1.500 unidades. Pero si bien antes tenía que vender la mercancía A a 10 euros, ahora puede venderla a 6,66 euros.  No obstante, no tiene necesidad de venderla a 6,66, puede venderla a 8 euros. Si bien al mismo precio los consumidores preferían la mercancía A producida por el antiguo método de producción, con el nuevo precio ofertado por la empresa 1, las cosas cambian. De manera que los consumidores comprarán las 1500 unidades de la mercancía A y dejarán de comprar 500 unidades de la mercancía A producidas por la empresa 2. Pero ahora se habrán producido diferencias entre el valor individual de la mercancía A producida por la empresa 1 y su valor social. De hecho, por cada unidad producida se embolsará una plusvalía extra de 1,33 euros.

Supongamos ahora a que por miedo a que la empresa 1 aumente su producción y cope todo el mercado de la mercancía A, la empresa 2 baje sus precios y vende también sus mercancías a 8 euros. Ahora también se ha producido una diferencia entre el valor individual de la mercancía 1 producida por la empresa 2 y su valor social. Pero aquello que en la empresa 1 se presenta como plusvalía extra, en la empresa 2 se presenta como reducción de su ingreso en concepto de plusvalía. Por cada unidad producida de la mercancía A la empresa 2 deja de ingresar  dos euros.

Ahora ya podemos responder a la pregunta que encabeza este artículo: ¿Por qué Marx habló del valor individual? Por necesidad teórica y mucho más lo sería por necesidad práctica, porque por regla general rara vez coincide el valor individual que produce una empresa con el valor social, de manera que en unas empresas su valor individual estará por debajo del valor social, empresas que se apropian de plusvalías extras, y otras empresas su valor individual estará por encima del valor social, y se apropiarán de menos plusvalía que cuando en el mercado predominaba el antiguo método de producción. Ahora vamos a la cita en la que se apoya Astarita y que sus detractores cuestionan. En la sección referida anteriormente Marx dice lo siguiente: “El trabajo de fuerza productiva excepcional actúa como trabajo potenciado o crea en los mismos espacios de tiempo valores superiores a los creados por el trabajo social medio del mismo tipo”. ¿Tiene razón Astarita al interpretar esta cita de forma literal? Pues sí la tiene. Si convenimos que el valor es social y que en la empresa que emplea el método de producción avanzado el valor social está por encima de su valor individual, dicha empresa, hasta que no se generalice el nuevo método de producción, produce más valor social que las empresas que trabajan con el antigua método de producción. Y otra pregunta: ¿De dónde proviene la plusvalía extra que obtiene la empresa que emplea el nuevo método de producción? Aquí le vuelvo a dar la razón a Astarita: La plusvalía extra proviene del hecho de que la cuota de explotación de la empresa que emplea el nuevo método de producción es mayor que la cuota de explotación que la empresa que emplea el antiguo método de producción. No proviene de la transferencia de valor de las empresas que emplean el viejo método de producción a las empresas que emplean el nuevo método de producción. Creo que en el ámbito de la teoría no se puede cuestionar los planteamientos de Astarita si acordamos que estamos de acuerdo con Marx. Otra cosa es que no estemos de acuerdo con el pensamiento de Marx y, en consecuencia, no lo estaremos con los planteamientos de Astarita. 

Sigamos con la contradicción entre el valor individual y el valor social. Si atendemos al valor individual,  la empresa 1 con el nuevo método de producción creará la misma magnitud de valor nuevo que con el viejo método de producción. Y de este aspecto no se han percatado los que no aprueban las ideas de Astarita. Que esto es válido si atendemos al valor individual. Pero el valor individual está determinado socialmente. De manera que bajo el punto de vista del valor social la empresa 1 con el nuevo método de producción crea más valor que con el viejo método de producción. Y esto será así mientras no se generalice el nuevo método de producción. Así que coincido plenamente en este respecto con la posición de Astarita.

Veamos ahora las cosas bajo el punto de vista práctico y accidental. En la vida real no solo existe lo sustancial sino también los accidentes. En la vida práctica lo sustancial no representa el todo. En la teoría es necesario hacer muchas abstracciones para que los conceptos se desarrollen de forma ideal. No ocurre así en la práctica. Pensemos en la empresa 2 de la nación 2, aquella que vio reducida sus ventas en 500 unidades. ¿El gerente de dicha empresa se quedará con las manos cruzadas con la reducción de plusvalía e incluso con la amenaza de que puede cosechar pérdidas? Pues no. Sobre la marcha despedirá a una parte de sus trabajadores. La empresa solo podrá mantenerse viva en el mercado si toma esta medida. ¿Qué otra medida puede tomar? Emplear  el nuevo método de producción de la empresa 1 de la nación 1. Pero ¿en la práctica puede hacerlo? Muchas veces no podrá hacerlo. Es probable que no tenga los suficientes recursos económicos para implementar el nuevo método de producción. Entonces, ¿qué puede hacer? Pedir un crédito. Pero ¿los bancos le darán ese crédito? En ocasiones se lo darán y en otras tantas ocasiones no se lo darán. Dependerá de su cuenta de resultados y del departamento de riesgos del banco que concede el crédito. Como podrá observar el lector, en la práctica la vida económica está salpicada de accidentes. Y en la práctica las cosas no pueden analizarse solo bajo el punto de vista sustancial. Aunque en teoría se habla de hasta que no se generalice el  nuevo método de producción las empresas que empleen el nuevo método de producción se apropiarán de plusvalías extras, en la práctica rara vez el nuevo método de producción se generalizará. A lo mejor a nivel nacional puede generalizarse, pero a nivel global esa generalización no se produce. Puede suceder que cuando la empresa 2 emplee en el tiempo 2 el nuevo método de producción, la empresa 1 haya dado un nuevo salto en el desarrollo de la fuerza productiva del trabajo. De manera que de nuevo la empresa 2 de la nación 2 vuelve a quedar retrasada en productividad del trabajo respecto de la empresa 1 de la nación 1 y el valor individual que genera estará por encima de su valor social. En esta carrera y disputa están inmersas las naciones ricas y las naciones pobres. De ahí que las naciones pobres se sientan explotadas por las naciones ricas. Y si bien bajo el punto de vista teórico, bajo el punto de vista de un valor social global no exista tal explotación, bajo el punto de vista práctico si puede considerarse que esta explotación se da. Aclaro este último punto de vista.

Pasemos ahora de la economía política y de la crítica a la economía política a la política económica. Ahora la esfera de saber es otra y los intereses nacionales deben primar. El presidente de la nación 2 que contempla cómo la empresa 2 va camino de desaparecer, reacciona y toma medidas. Y toma la siguiente resolución: a la nación 2 no le interesa compartir un mercado común con la nación 1 puesto que dicho mercado común enriquece a la nación 1 y empobrece a la nación 2. ¿Qué puede hacer? Ponerle un arancel a la mercancía 1 que importa de la nación 1, subvencionar a la empresa  2, o darle unos créditos fáciles a la empresa 2 para que pueda implementar  el nuevo método de producción. Es probable que el presidente de la nación 1 proteste porque la política económica de la nación 2 no respeta el libre mercado. Pero el presidente de la nación 2 puede argumentar que de no aplicar dichas medidas protectoras, el sector industrial de su nación terminaría por desaparecer y su población empobrecerse. Como puede comprobar el lector, en el ámbito de la política económica los aspectos accidentales, como pueden ser los aranceles, las subvenciones o los créditos fáciles, se vuelven decisivos. Y de esta manera se pone de manifiesto que lo que ocurre en la teoría es muy diferente de lo que ocurre en la práctica. Sin conocimiento teórico no hay luz, pero sin conocimiento práctico no se sabría cómo cuidar y curar al paciente. Y el paciente en este caso es el pueblo de la nación 2. En la práctica el concepto de valor individual se vuelve fundamental. Y aunque se vuelva fundamental para la toma de decisiones no implica que el valor individual deje de estar determinado socialmente. Justo porque está determinado socialmente, el presidente de la nación 2 debe tomar medidas prácticas para salvaguardar el valor individual de la empresa 2 de su nación.








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