Los seres humanos se diferencian de los animales porque demoran las repuestas frente a los estímulos externos. Y esto se logra gracias al papel regulador del pensamiento. Pero hay personas que piensan tanto las cosas, viven tan atenazados por la posibilidad del error, que demoran la acción, hasta el punto de que pierden la oportunidad. Los economistas suelen hablar del coste de oportunidad.